- ¿De qué trata la función Godoy y yo?
- Calderón decía que el hombre que no sueña no aspira a nada. Y de eso trata esta charla, de soñar y de hacer realidad los sueños. Es un homenaje al cine negro, utilizando el surrealismo. Durante toda la charla me encuentro en el interior de una película.
- ¿Qué es el humor para usted?
- El humor no se puede definir. Lo importante es que los grande humoristas hagan pensar e incomodar. Creo que el humor es una manera de desvalorar el intelecto, la moral y la estética. De todas maneras, el autor teatral Egdar Neville decía que quien describe el humor tiene poco sentido del humor. Así que no continuaré respondiendo la pregunta.
- ¿Cuál es la clave del éxito de su humor?
- Es diferente al convencional. Mi humor es para ser escuchado, y también para molestar. La tarea principal de un buen humorista es que la gente piense, y después, que se ría. No utilizo el humor cotidiano; utilizo el humor del surrealismo y del absurdo. En mi escenario siempre hay libros. Mi espectáculo está hecho para ser escuchado, no oído.
- ¿A qué se refiere cuando habla del humor que molesta?
- Yo soy agnóstico y ateo. Ya sé que es una contradicción. En mis charlas hablo de manera libre de las religiones, y esto puede molestar. Hay muchas mentiras en ello. ¿Por qué dicen que la muerte es mala?
- ¿Es buena, acaso?
- Yo creo que sí. Se acaban los problemas y ya no tienes la obligación de madrugar.
- Siempre dice que usted es charlista, no monologuista. ¿Qué significa esto?
- Yo hago una charla, en la que me cruzo miradas con el público y espero su respuesta. En cambio un monologuista está más distanciado de los espectadores. En mis charlas hablo de temas como la Grecia Antigua, y de personajes como Oscar Wilde. Intento provocar una reflexión entre el público.
- ¿Quién es para usted Andreu Buenafuente?
- Es un buen compañero, un buen amigo y un hombre con un gran sentido del humor. Conmigo ha sido muy cariñoso. Nos conocimos en el año 1999 por obra del padre de Andreu. Le dijo a su hijo que viniera a verme en una función en Girona. Y Andreu vino con Corbacho y Santi Millán. A los tres días me llamaron y empezamos a trabajar en el programa La Cosa Nostra.
- ¿Qué piensa del auge de los monólogos, que se reflejan en programas como El Club de la Comedia?
- Aprecio mucho a los jóvenes mologuistas que salen en este tipo de programas. Pero esta fábrica no ayuda positivamente al mundo del humor. Es triste que gente joven hable mal o no se sepa mover por el escenario.
- ¿Proyectos de futuro?
- Dentro de tres años presentaré la función 1941. Durante ese año nací yo y los japoneses entraron en Pearl Harbor. ¿Buena pinta, verdad?