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La importancia del segundo día de cónclave

En los últimos 80 años, el número de votaciones necesarias para elegir un papa ha oscilado entre 4 y 11

08 mayo 2025 10:06 | Actualizado a 08 mayo 2025 10:18
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La primera votación en la Capilla Sixtina, que dio como resultado una fumata negra, como era de esperar, suele considerarse un sondeo para medir las posibilidades de los llamados «papables».

En cambio, las votaciones de este jueves serán decisivas para determinar si algunos de los más votados cuentan con el consenso necesario o si será preciso buscar una alternativa para encontrar al sucesor de Francisco.

En los últimos 80 años, el número de votaciones necesarias para elegir un papa ha oscilado entre 4 y 11. Los cónclaves más rápidos fueron los que eligieron a Juan Pablo I (Albino Luciani) en 1978 y a Benedicto XVI (Joseph Ratzinger) en 2005, ambos en la cuarta votación.

Francisco fue elegido en 2013 en la quinta votación; para elegir a Pablo VI se necesitaron seis votaciones en 1963; y ocho para Juan Pablo II, también en 1978. La elección más larga de las últimas décadas fue la de Juan XXIII (Angelo Giuseppe Roncalli) en 1958, que requirió once votaciones.

Pero los analistas coinciden en que el segundo día es clave, ya que se esperan cuatro votaciones, y a partir del sexto escrutinio la situación puede complicarse.

En la primera votación, los cardenales expresan su preferencia absoluta y los «papables» descubren cuántos apoyos reales tienen. Sin embargo, es el tercer escrutinio el que suele ser decisivo, ya que los purpurados comienzan a abandonar sus primeras opciones basándose en los resultados anteriores, explicó Alberto Melloni, profesor de Historia del Cristianismo en la Universidad de Módena-Reggio Emilia, en una entrevista al portal Fanpage.it.

Por la tarde, los electores tenderán a optar entre los dos candidatos más votados, y la votación decisiva será probablemente la quinta, o como mucho, la sexta, para alcanzar la mayoría de dos tercios necesaria, es decir, 89 votos.

En este contexto, los medios italianos apuntan que la figura del actual secretario de Estado, Pietro Parolin, podría ya obtener la elección como papa. Sin embargo, si las votaciones se alargan, el resultado será mucho más incierto.

Así ocurrió en el cónclave en el que, por sorpresa, fue elegido Karol Wojtyla. Entonces, dos italianosGiuseppe Siri, arzobispo de Génova, y Giovanni Benelli, sustituto de la Secretaría de Estado de Pablo VI– eran los más votados. Pero el bloqueo entre los cardenales obligó a buscar una solución alternativa.

Fue entonces cuando el arzobispo de Viena, Franz Koenig, propuso como candidato a un papa polaco: el carismático pero poco conocido arzobispo de Cracovia. Junto con el brasileño Aloísio Lorscheider, convencieron a los latinoamericanos y al resto de los electores durante el almuerzo, como relatan varios libros sobre aquella elección.

Algo similar ocurrió con Francisco. El periodista irlandés Gerard O'Connell revela en su libro «La elección del papa Francisco: un relato íntimo del cónclave que cambió la historia», que desde las primeras votaciones, el arzobispo de Milán, Angelo Scola, y Jorge Bergoglio se repartían casi la mitad de los votos.

Tras la primera noche de reuniones en la residencia de Santa Marta, en el segundo escrutinio, el arzobispo de Buenos Aires superó a Scola y alcanzó 45 votos.

Al día siguiente por la mañana, el 13 de marzo, los 115 electores volvieron a votar: Bergoglio obtuvo 45 votos, Scola 38, y Marc Ouellet, 24. En la cuarta votación de la tarde, el arzobispo argentino se acercó a los 77 votos necesarios, que alcanzó en la siguiente.

Gian Franco Svidercoschi, exsubdirector del diario vaticano Osservatore Romano y amigo de Juan Pablo II, señaló en La Stampa que “no importa la velocidad con la que aumenten los votos de una votación a la siguiente, siempre que la progresión no se detenga”. Y advierte: “A partir del tercer día, todo se reinicia y llega el momento de las segundas filas y las sorpresas.

El arzobispo de Nueva York, el cardenal Timothy Dolan, quien también participó en el cónclave de 2013, comentó en una entrevista que llevó consigo una biografía de Miguel Ángel para leer durante las largas jornadas de votación, además de doce botes de mantequilla de cacahuete. Añadió que, si se comía tres al día durante el período de reclusión, le serían suficientes. “Hagan los cálculos ustedes mismos”, bromeó.

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