Adrián Valadés, la lucha que dignifica a sus padres

Cambrils. Miriam y Luis no descansan en busca de la médula que cure la leucemia del pequeño de seis años. Han aparcado sus trabajos y el último tratamiento empieza a dar frutos

12 mayo 2020 12:55 | Actualizado a 13 mayo 2020 19:23
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“A veces aprendemos a superar nuestros miedos”. Lo escribió hace unos días el pequeño Adrián Valadés en su pizarra favorita. El cambrilense de 6 años se enfrenta a un segundo reto vital, dejar atrás la leucemia que tanto ha marcado su corto trayecto. A su lado goza del arropo de dos padres que dignifican su condición a cada paso. Luis y Miriam cambian la resignación por el entusiasmo durante cada minuto de su tiempo. Se rebelan ante el conformismo, no entienden el victimismo como un ritual de actuación. Intentan con cada mensaje que su voz alcance el rincón más insospechado.

Adrián precisa de un trasplante de médula para aspirar a una vida normal, porque el chico lucha precisamente para jugar en el parque con sus amiguetes, para subirse a una moto e idolatrar a Marc Márquez o para gambetear con una pelota sin más preocupaciones. A menudo luchamos por sentirnos especiales, Adrián, en cambio, provoca que la sencillez se convierta en el lugar más maravilloso del mundo.

Luis, su progenitor, conoce perfectamente los efectos devastadores del cáncer. Hace unos años perdió a su padre debido a esa enfermedad. También de nombre Luis, pertenecía a la colonia de extremeños que emigraron y se adaptaron a Cambrils. De Don Benito, por supuesto. Era pintor y del Madrid. En gustos futbolísticos, Luis hijo le llevó la contraria, prefiere el azulgrana. El caprichoso destino le ha vuelto a desafiar con una dolencia que no le deja descansar, aunque en lugar de lamentar, entrega su alma para hallar una solución para su pequeño. Hasta el punto que ha aparcado su labor como Mosso d’Esquadra.

Jordi Diéguez ha compartido 40 años de locuras, luz y alguna tiniebla con Luis . “No me olvidaré del día que le detectaron la enfermedad por primera vez a Adrián. Me llamó llorando como un niño”. Jordi entiende sus paraísos y sus infiernos al milímetro. Hasta suelta lágrimas cuando le menciona. “Nunca he oído a nadie hablar mal de él”. Se encuentra tan cerca de la familia que se ha erigido como uno de los impulsores de los cientos de vídeos de apoyo a Adrián que han elaborado nombres relevantes del deporte y de la sociedad del país. Las redes, en este caso, no sólo sirven para dar a conocer un problema. Para Miriam y Luis cada gesto cariñoso significa adrenalina emocional. Un impulso para mantener la firmeza.

A Mimi, como la conoce su gente, ya no se la ve repartiendo documentos para Correos, donde ha ejercido su rutina laboral. Habitual de La Plana, extrovertida y de raíces andaluzas, entrega todo su tiempo a Adrián, ni siquiera en las noches de bajón encuentra un simple motivo para la rendición. “La recaída de Adrián lógicamente la dejó muy tocada, pero lo que más admiro de esa familia es que, ante los problemas, se han unido aún más”. Las palabras de Noe Padilla disponen de máxima autoridad. Se relaciona con Miriam desde los cuatro años. “Más que amigas somos como hermanas”. Hasta el punto que Noe guarda un secreto en el cajón de su mesita de noche. Se postuló como la celestina perfecta para el idilio entre Miriam y Luis. Pura vida.

El compromiso de los amigos de la familia no admite sospechas. Un puñado de ellos han organizado el proceso de donación de sangre que tanto éxito ha disfrutado en Cambrils y en sus alrededores. Celebran a rabiar que el nuevo tratamiento al que se somete el pequeño Valadés empiece a dar frutos. Cualquier resquicio de luz es un grito de esperanza, porque Luis y Miriam solo piden una vida normal para Adrián. El mundo de los extraterrestres ya lo ha conquistado.

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