El útimo pescador de Calafell

Joan  Rafel Núñez se ha jubilado

07 febrero 2022 13:58 | Actualizado a 07 febrero 2022 15:52
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Explica que llegó tarde al mundo de la pesca. En la década de los noventa. Con treinta años. Aunque de niño ya había ayudado a  los pescadores de Calafell. 
«Entonces iba a abatre», explica Joan Rafel Núñez Margalet. Consistía en lanzar la red en un área en la orilla y sacudirla para que los peces salten y, si había suerte y estaban allí, poder cogerlos. Entonces Joan Rafel tenía quince años.

Estudió BUP y COU. Hizo la mili y se quedó. Ocho años en aviación. En Reus, el Prat, Zaragoza... Regresó a Calafell y estuvo dos años en la Policía Local.

 

Pero estando en el cuerpo ya salía al mar «con el padrí Joan Margalet». Con la recordada barca de arrastre Joaquim Beltri que reposa frente a la costa de la localidad. Con 100 metros de madera y un motor de 1.000 caballos. Fue la última barca que se hundió en la zona una vez acabada su vida. Después los barcos   pasaron a desballestarse. Pero el Joaquim Beltri sigue en el fondo del mar de Calafell. 

Joan Rafel es el último pescador de Calafell. Ya se ha jubilado. El año pasado decidió vender su barca Joan Rafel II. Antes tuvo otras cuatro. «Siempre he ido a la red». 

La ilusión

Ahora sale al mar con una pequeña embarcación para entretenerse y seguir allí. Porque «el mar no se puede dejar. Es la misma emoción de cuando tienes quince años. La emoción no la pierdes y es lo que te hace regresar al mar. Los pescadores somos igual que San Pedro. Es algo sentimental».

Todavía recuerda la frase que le dijo el padrí. «Yo te enseñaré a trabajar, los peces te enseñarán a pescar». De los viejos pescadores aprendió mucho. «Todo». Explica que cuando vas ‘a la red´ «la intuición es todo. Y es verdad si les sabes entender, son los peces los que te enseñan a pescar. Tienen sus épocas, sus días».

De dieciséis barcas a ninguna
El amarre de Joan Rafel como pescador profesional es también el que inició Calafell como municipio pescador ya hace años.

De haber sido una de las localidades con más barcas, con más madera como decía el poeta Carlos Barral, a quedar esa actividad sólo en fotos y en el recuerdo de los más mayores. De haber habido hasta dieciséis barcas dedicadas a la luz a ninguna.

Joan Rafel lo lamenta. Pero hace mucho que las cosas habían cambiado. «Antes esta costa estaba llena de pulpos y de almejas y de tallarinas. De mejillones en las rocas, pero ya no queda casi nada».

Sin relevo
Antes, cuando en Calafell había menos población los emisarios vertían al mar. «Ahora  no se puede. El agua se devuelve depurada, no hay alimento y las especies se van».

Tampoco hay un relevo generacional. Lo entiende. «Es duro y no se gana dinero. Los jóvenes aguantarían poco en el mar». Pero también dice que los pescadores aguantarían poco en tierra encerrados en una oficina. «La gente de tierra no lo entiende. Es un trabajo sacrificado, mal pagado... pero no se deja».

Con su pequeña barca Joan Rafel ve la costa de Calafell. «Cómo ha cambiado», dice. Recuerda casas en primera línea que ya no están. Mientras esperaba para la entrevista ha estado media hora en el paseo. «No he podido saludar a nadie porque no he conocido a nadie». Son otros tiempos.

El Mediterráneo, sin flota

El mundo de la pesca va a cambiar mucho, dice. En el Mediterráneo ya no hay grandes barcos de pesca. Todas las capturas vendrán de muy lejos. «Y las sepias no saben igual que las de aquí». Ni hay barcos ni hay relevo generacional. El 80% de los pescadores tienen más de 45 años. «En veinte años el Mediterráneo perderá su flota pesquera.

«He vivido la última época de los pescadores de Calafell», dice con nostalgia de no ver en el horizonte la madera que tuvo ese mar. «Aunque tampoco viví aquella de época de la playa llena de barcas. Pero las conocía todas por sus nombres».

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