«No todos los jóvenes incumplimos las medidas anti-covid»

Los adolescentes se rebelan contra las acusaciones de irresponsables en la convivencia con el virus. Ansiedad, apatía y nerviosismo, algunas de las secuelas que deja el confinamiento y el año de pandemia

26 marzo 2021 12:40 | Actualizado a 26 marzo 2021 12:55
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Hace un año que nuestros adolescentes y jóvenes están en el punto de mira de muchas de las críticas que se vierten contra quienes muestran una actitud irresponsable a la hora de convivir con el virus, incumpliendo las restricciones marcadas para intentar frenar su expansión.

Durante este tiempo, este colectivo ha sido señalado por los expertos como uno de los más afectados, a nivel emocional y psicológico, por la pandemia. Hace pocos días, Amalgama 7, una entidad especializada en la atención terapéutica y educativa para adolescentes, jóvenes y sus familias, hacía públicos unos resultados demoledores de un estudio sobre las secuelas psicológicas del confinamiento en los adolescentes, un año después. En base a 1.500 entrevistas a madres y padres de adolescentes y jóvenes de entre 14 y 18 años, el estudio llegaba a la conclusión de que los jóvenes son más agresivos, comen peor, fuman más, ayudan menos en las tareas de casa y tienen peores respuestas hacia sus padres, un año después del inicio de la pandemia.

Esto es lo que, según este trabajo de investigación, piensan los padres de estos adolescentes. Pero ¿y ellos qué opinan? ¿Cómo vivieron las semanas más duras del confinamiento? ¿Cuál fue la relación con sus familias? Pol Casas es un joven de Cambrils que cursa segundo de Bachillerato. Cuando empezó este curso tuvo claro que su trabajo de investigación lo iba a desarrollar sobre cómo vivieron los jóvenes el confinamiento y, a la espera de conocer la nota, el exhaustivo estudio realizado por Pol arroja unas conclusiones muy interesantes que pueden ayudar a entender un poco mejor de qué manera está afectando la pandemia a los jóvenes y adolescentes.

Relación familiar

Para empezar, Pol no está demasiado de acuerdo con que el comportamiento de los jóvenes, respecto a sus familiares, haya empeorado tanto como muestra el estudio de Amalgama 7. «Cada familia es un mundo e influyen muchos factores a la hora de que el joven lleve peor la relación con sus padres. Por ejemplo, el poder adquisitivo de las familias fue muy importante durante el confinamiento, porque si un joven vivía en una casa en la que podía tener su espacio propio lo llevaba mejor que otro que no lo tenía», explica este joven cambrilense, quien se basa en los resultados de una encuesta, entre 200 jóvenes de entre 13 y 28 años, que forma parte de su trabajo de investigación. De hecho, el 85% de los encuestados reconoció haber dispuesto del suficiente espacio en su casa para poder realizar una buena convivencia con sus padres.

Más del 70% de los encuestados aseguraron que la convivencia con sus familiares durante el confinamiento fue buena o muy buena y Pol opina que «el confinamiento unió más a estas familias porque tuvieron más tiempo de lo normal para estar juntos. Creo que fue importante para los jóvenes tener tiempo para todo: para sus padres pero también para ellos mismos».

No obstante, los adolescentes y jóvenes reconocen que durante las semanas duras del confinamiento domiciliario la situación les llegó a desbordar, por lo que sufrieron diferentes síntomas. Apatía, ansiedad, nerviosismo, impulsividad o pena son algunas de las consecuencias que provocó el encierro en los jóvenes consultados por Pol Casas en su trabajo.

Los grandes olvidados

La encuesta realizada por este estudiante de Cambrils también pone el foco en otro aspecto interesante: la percepción que tienen los adolescentes y jóvenes sobre lo que el Gobierno ha hecho por ellos. Más de la mitad de los consultados (un 51%) aseguró que sus familiares sí los tuvieron en cuenta durante el confinamiento, pero el Gobierno no.

Sobre este aspecto, Pol cree que «todas las políticas que se han llevado a cabo para luchar contra la pandemia se han focalizado mucho pensando en los adultos. Tal vez por se población con más riesgo, o por las consecuencias laborales y económicas de la pandemia. Pero a los jóvenes se nos ha dejado de lado. ¿El motivo? Tal vez es porque no tenemos una influencia directa en el Estado a modo de votos. La parte psicológica tiene un peso importante durante la época de la adolescencia, porque vivimos en un tobogán de emociones, pero esta parte no se ha tenido en cuenta por parte del gobierno».

Por último, Pol Casas, sale en defensa de las críticas sobre los adolescentes y los jóvenes como irresponsables a la hora de cumplir las medidas restrictivas para luchar contra el virus. «Es un tema que hablamos mucho en clase, entre compañeros y con los profesores. En este tiempo hemos tenido que oír cómo nos acusaban de saltarnos las normas y de no contribuir a acabar con el virus. No es verdad. Habrá jóvenes que se las salten, pero igual que lo hacen adultos. Nosotros, yo, mi entorno, la gran mayoría de mis amigos, cumplimos con las medidas restrictivas impuestas. Se ha generalizado mucho sobre este tema y no es justo», sentencia este joven estudiante.

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