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Calafell se queda sin el 66

Cierra la histórica cafetería y salón de té

10 agosto 2023 11:28 | Actualizado a 10 agosto 2023 11:46
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La última época fue de hamburguesas. Las colas en la puerta del ya Burg 66 eran largas para poder tener mesa. Pero ese histórico local grabó una época de Calafell décadas antes.

El entonces Calafell 66 fue de aquellas cafeterías y salón de té en las que los camareros iban con chaqueta y corbata. De un Calafell que ya era enclave turístico privilegiado y que llenaban holandeses y alemanes y años después franceses e italianos. También los muchos maños y navarros que escogían Calafell

El Calafell 66 era la cafetería de referencia. Fue el sueño de Vicente Mullor, originario de Jijona (Alicante) y que procedía de familia de turroneros. Un sueño en el que se implicó su esposa Dolores Pujol.

De Jijona

Vicente Mullor era perito mercantil pero en todos los jijonencos el dulce y el turrón está en su ADN. De hecho la familia montó un horno para elaborar en Barcelona. Aquel horno para preparar turrones y dulces también fue un referente en la calle Sardenya con Gran Via de Barcelona.

El impulsor pensó en levantar un edificio de apartamentos y en los bajos un elegante salón de té

El Calafell 66 tuvo su origen casi en una casualidad. O quizá el destino quiso que en aquella playa de Calafell hubiese esa cafetería.

A Vicente Mullor le gustaba pescar. Un día navegaba en barco con un amigo de Cunit y al pasar frente a la playa de Calafell observó un solar vacío. En primera línea. Eran los años 50.

Turismo creciente

Como una revelación visualizó que allí podría levantar un edificio para destinarlo a un turismo creciente y que en los bajos habría un distinguido salón de té.

En aquel terreno sólo podían levantarse edificios de planta baja y dos alturas, pero el proyecto fascinó a los responsables políticos de la época que permitieron el actual inmueble de 5 alturas.

$!El local en los bajos del edificio de apartamentos del mismo nombre.

En 1962 ya abrían los apartamentos que enseguida se llenaron de los primeros turistas holandeses atraídos por el impulsor de otro histórico local de Calafell como es el Sammy’s

Enseguida los bajos fueron destinados a ese salón de té, cafetería y pastelería. El local se estrenó en 1967 pero llevó el nombre de Calafell 66 por que 6 y 7 suman 13 y a Vicente Mullor no le gustaba el número.

Enseguida fue la cafetería de calidad de Calafell. Por su tranquilidad, servicio y la privilegiada terraza en primera linea de playa. Con los años incorporó un a carta, en 5 idiomas, con diferentes platos. Fue de los primeros que tuvo terraza sobre la arena.

El logo del Calafell 66 lo diseñó Josep Maria Subricahs

Sobre el logo del Calafell 66 hay una curiosidad. Es diseño de escultor y pintor de prestigio internacional Josep Maria Subirachs (1927- 2014). El artista era amigo del arquitecto del edificio y le propuso un diseño de la marca que se ha mantenido hasta hace unos días.

El Calafell 66 no abría todo el año. Lo hacía de Semana Santa al puente del Pilar. Marcaba el inicio de la temporada de los veraneantes. Poco a poco fue alargando la temporada. Hacía 7 años que ya abría todo el año y cada vez con una carta más amplia.

$!El logo del Calafell 66 es de Subirachs.

Pero el Calafell 66 ha cerrado puertas. Indefinidamente. La actual propietaria Dolores Mullor destaca que el actual municipio no es aquel Calafell tranquilo y que al actual se ha degradado en exceso.

En aquellos inicios el Calafell 66 llegó a tener 42 trabajadores y abría de 9.00 a 3.00, hasta que decidieron cerrar por las noches, lo que lamentaron muchos clientes.

En una última época era el Burg 66, un local referente para hamburguesas con largas colas esperando mesa.

Son muchos clientes de toda la vida que se han sorprendido del cierre

El anuncio del cierre del Calafell 66 ha sorprendido a muchos. A vecinos de Calafell y a veraneantes que se han encontrado con las persianas bajadas.

Son muchos los que preguntan a Dolores Mullor si es cierto que cierra. Que a dónde irán a comer las hamburguesas y que con el adiós al Calafell 66 se cierran también muchas vivencias que quedarán en recuerdos.

Como los mástiles en lo alto del edificio de apartamentos en los que ondeaban las banderas de diferentes países y que cuando se retiraron hace años los pescadores lo lamentaron ya que les servía de punto de referencia.

Dolores Mullor dice que es difícil de explicar la sensación del cierre. Y no sabe qué sentirá al pasar ante el local y ver las persianas bajadas. Dentro han quedado miles de historias y un Calafell que ya no existe, dice. «Me cuesta ver el 66 cerrado».

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