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De cómo los pescadores de Calafell sorteaban las bombas durante la Guerra y las granadas en la playa herían a los niños

El material bélico abandonado en la arena causó desgracias

03 junio 2024 20:46 | Actualizado a 03 junio 2024 20:57
Se lee en 2 minutos
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En los últimos días de la Guerra Civil, en noviembre y diciembre de 1938, Calafell ya estaba en la línea de frente y los ataques de la aviación franquista eran más intensos y constantes.

Uno de los objetivos eran las barcas de pesca temiendo que pudiesen llevar armas, soldados o mercancías vitales para la resistencia. No había nada de eso, pero la actividad pesquera pasó a ser de riesgo. Porque había que segur saliendo a faenar por subsistencia.

¿Cómo hicieron los pescadores?

Cuando entraba la noche cogían los barcas que tenían luz y las dejaban fondeadas en el mar donde creían que había bancos de pesca azul, principalmente sardina. Las barcas quedaban con las luces encendidas.

Las barcas quedaban en el mar toda la noche con las luces encendidas

El historiador Joan Santacana explica que entonces los pescadores regresaban a tierra con la barca llamada La Cinta, que era de las más grandes de la playa.

De madrugada con La Cinta, que llevaba las redes, se adentraban hasta habían dejado las barcas de luz.

Sardinas y boquerones

Como ya intuían la zona estaba llena de peces. Entonces ceñían las redes entorno a las barcas y recogían sardinas y boquerones.

Una vez en tierra los pescadores llevaban las capturas a sus casas donde tenían depósitos de agua con salmuera y preparaban arenques.

Las capturas eran cambiadas por otros productos de necesidad debido al racionamiento

Esas capturas las cambiaban por ropa, zapatos, bacalao, arroz, garbanzos, lentejas, botes de carne o azúcar. Productos codiciados en una época de escasez y racionamiento.

Con la llegada de las tropas franquistas acabaron los ataques aéreos pero no la dureza. La Guerra había acabado en el frente de batalla, pero comenzaba una salvaje represión.

Muchos vecinos de Calafell habían marchado al exilio, los soldados del ejercito popular seguían en campos de concentración o en prisiones.

‘Chatarra’ abandonada

La retirada de las tropas de la República dejó en la playa y los campos material bélico como armas y bombas.

La escuela no había retomado la actividad y los niños corrían por los campos y la playa.

La actividad escolar se retomó con el maestro Manel Benet Ortiz que tuvo que superar el Tribunal de Depuración que estableció el régimen de Franco. Pero cuando los niños cumplían 15 años ya debían ponerse a trabajar en el campo o en la pesca.

Una granada de mano reventó a un pequeño que pudo ser salvado

De los primeros meses con el nuevo régimen impuesto, Santacana explica que los niños jugaban con los hierros abandonados. Un día encontraron una bomba de mano. El niño Manuel Figueres Vidal la cogió y el artefacto explotó, destripando al pequeño y causándole otras catorce heridas por el cuerpo.

Al también niño Josep Sans, de Cal Pilis, le reventó un ojo. El resto de niños se salvó porque estaba detrás de unas dunas.

El pequeño Manuel Figueres se salvó gracias a la rápida intervención de unos pescadores cogieron al pequeño y en una tabla de lavar lo llevaron al sanatorio de Sant Joan de Deu Todavía no habían regresado los hermanos que marcharon por la guerra. Entonces era un hospital militar de sangre del ejercito franquista. El comandante médico organizó una rápida intervención.

Josep Sans perdió un ojo.

Las enfermeras

Tras las curas fueron trasladados por el ejercito al Hospital Clínic y cuando se recuperaron regresaron a Calafell.

Aquellos niños recordaron durante décadas los nombre de las enfermeras del sanatorio como la Maria Reberté, Pepita Figueres, Roseta Rovira, Agneta de Cal Cuixes, Carmeta de Cal Peixater y Josepa Garcia.

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