Eugeni Duran fue un arquitecto con ideales anarquistas en el Calafell de los años 20. Era el menor de cuatro hermanos y buscó trabajo fuera de su casa natal que estaba en un pueblecito de Francia en el que su padre era un líder anarquista local
Eugeni encontró trabajo. En la carretera del Coll de Tosses. Estudió arquitectura e ingeniería de minas y al regresar a casa tenía las dos carreras acabadas.
Empezó a trabajar de ingeniero en la compañía Riegos y fuerzas eléctricas del Ebro, la conocida como la ‘La Canadenca’. Eran los encargados de tender las líneas eléctricas y desde los Pirineos descendían hasta el sur de Catalunya pasando por Montornès y Torredembarra.
La Canadenca
En la localidad del Tarragonès Eugeni Duran conoció a quien sería su esposa, una dependienta de la carnicería. Eran tiempos de la Primera Guerra Mundial.
Uno de los dueños de La Canadenca, que era de Canadá, murió en el hundimiento del vapor Lusitania que fue torpedeado por submarinos alemanes.

Aquella muerte afectó a la estabilidad de la empresa y una nueva estocada fue la huelga en La Canadenca. Uno de los movimientos de los obreros catalanes que han quedado en la memoria colectiva logrando la jornada de ocho horas y que obligó a intervenir al ejercito.
Eugeni Duran fue despedido por aquella huelga. Y no sólo por la movilización obrera. También escribió un libro contra las compañías eléctricas explicando cómo los ciudadanos podían hacerlo para no pagar las cuotas.
De ideas anarquistas, sus acciones motivaron que las compañías eléctricas lo pusieran en sus listas negras y no lo contrataron más.
Por este motivo llegó a Calafell, donde fue maestro de niños en la época de la dictadura de Primo de Rivera.
El Ayuntamiento de la época, conocedor de las dos carreras y los conocimientos de Duran le encargó el proyecto de la urbanización del núcleo de la playa de Calafell.
Fue en 1925 que ya se presentó el plan de ensanche de Eugeni Duran que tenía ideas muy adelantadas sobre urbanismo y con grandes conocimientos en sistemas motrices eléctricos, pero que chocaban con las de la época.

Su propuesta para la zona de la playa fue sin embargo aceptada. Seguía el modelo de ciudad lineal y que obligó durante los años 30 a alinear calles y adecuar los nuevos permisos de obras a «los puntos de vista que se han de tener en cuenta en toda urbanización». Aunque no pudo prever el futuro crecimiento turístico.
En cada uno de os extremos de esa ciudad lineal había dos elementos emblemáticos: el sanatorio de Sant Joan de Deu y las Colonias de Vilamar. Y en el centro la estación de tren. Un modelo que supuso una gran innovación en el urbanismo costero.

Planteó también el tendido de una línea de tranvía que unía a El Vendrell, Sant Salvador, Coma-ruga, la playa de Calafell y el núcleo del pueblo del que se conservan los planos. Pero la idea quedó en el olvido por la nula confianza de la clase política de entonces.
Sí que pudo desarrollar el varadero mecánico para sacar las barcas a la arena cuando la actividad pesquera centraba la economía local. Es una máquina que todavía se conserva hoy como una pieza de arqueología industrial y que ha sido restaurada para comprobar cómo funcionaba.