El Maradona de las Ramblas regresa en El Vendrell

Joan Sabaté, que estuvo 20 años con sus toques junto a la fuente de Canaletes, se ha instalado en El Vendrell, donde todavía se exhibe en algunas plazas

19 mayo 2017 21:34 | Actualizado a 22 mayo 2017 12:09
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Acaricia revistas con imágenes de un joven Joan Sabaté con la pelota en los pies. «Mira el The Independent. Una portada». Lo dice con la mirada en el vacío mientras su mente regresa a la Rambla de Barcelona. Durante 20 años fue un icono del paseo barcelonés. Incluso las guías que pastorean turistas llegaban a la Font de Canaletes para ver al célebre Maradona de las Ramblas.

Ahora está instalado en Santa Oliva, pero hace vida en El Vendrell. Cuando el cuerpo está animado todavía lleva su pelota y da toques en alguna plaza. Son muchos entonces los que le reconocen. «Me preguntan si era yo quien se ponía en la Rambla».

La historia del Maradona de las Ramblas deambula entre cornadas y orejas, pero es la de quien sigue en la plaza aguantando embestidas. Se sabe historia de Las Ramblas. «Es un recuerdo agridulce. De lo que me quería la gente y de cómo pasa el tiempo. La edad no perdona».

 

Fue profesional

De niño ya tocaba bien el balón. Jugó de profesional en el Ibiza cuando era presidente el que fue ministro de Asuntos Exteriores Abel Matutes, que también era empresario y banquero. «Entonces el club tenía dinero». Pero en 1966 optó por dejar el fútbol.

«Es muy sacrificado. Mis amigos salían fiesta y descansaban». Sabaté optó por volver a su Sant Feliu de Llobregat. Incluso rechazó acudir a una prueba para el Barça para la que tenía cita. Y en 1982 empezó a trabajar en una metalúrgica. «Mi condición fue un horario de 6 de la mañana a dos de la tarde. Quería tener tiempo para mí», afirma. Allí estuvo quince años hasta que llegó la crisis. Reducción de personal y Sabaté quedó en la calle. «Me afectó mucho. Empecé a pensar por qué había dejado el futbol, por qué había tenido ofertas para seguir. La cagué. Me vine abajo».

Recordó entonces un entrenamiento con el Ibiza. «Salí al campo y me puse a dar toques a la pelota. El resto de jugadores hizo corro». Sabaté rememora las palabras de su entrenador. «Si un día te quedas sin trabajo pones un platillo en la rambla y te ganas la vida». Lo que fue una broma se presagiaba una salida.

«Empecé a entrenar. Parecía Rocky. Hacía footing, flexiones, daba toques con el balón hasta que cogí habilidad». Sabaté pensó que «necesitaba algo nuevo. Empezó a tocar balón sentado en el suelo. Hasta que no dio 15.000 no fue a las Ramblas. Era 1988.

 

Subiendo el paseo

Comenzó en la parte de Drassanes. «Cuando tuve más control con la pelota subí a Canaletes». Ya entonces era un símbolo del paseo. «Muchos se paraban y decían:hasta que no se caiga no me voy. Acababan marchando». Al principio no cogía dinero, «pero muchos me dejaban monedas junto al chándal». Servía de poco porque los rateros pasaban corriendo y se lo llevaban. «Luego aquellas monedas me iban bien».

Ayuntamientos de toda España lo contrataron. «En Catalunya iba con la camiseta del Barça y en el Estado iba con la de la selección catalana». Una de esas exhibiciones fue en 2006 en El Vendrell. «Me gustó el pueblo y regresé. Incluso hice una casita. Aquí estoy tranquilo».

Recorrió diferentes países. En 1998 invitado por el ministerio de deportes húngaro para una exhibión. Actuó en un amistoso entre Hungría y un combinado FIFA. «Lo tuve que repetir al descanso y otro día en unos grandes almacenes». Después fue Zurich, Frankfurt...

Sabaté se retiró pero aún acaricia las revistas y los recuerdos y homenajes que le hicieron y que atesora en su casa. Incluso conserva su balón.

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