La generosidad reflejada en un buen vino, así es la Fira del Vi desde dentro

Ayer conocí a Francesca. Bueno, y a Cinta. Y también a José Luis. Y ustedes se preguntarán, ¿quiénes son? Porque dicho así, tal cual, sin siquiera dar sus apellidos, no es que transmita demasiado, ¿verdad? De acuerdo, no, pero qué quieren que les diga, la mayoría de las veces no hay que tener un nombre con estrella para destacar. Cinta, José Luis y Francesca no tienen el nombre ‘estrellado’, pero sí que poseen un brillo especial en el corazón. Un brillo que cada año sacan a relucir, siempre desde la más pura humildad, en la Fira del Vi de Cambrils, que hoy cierra su 13 edición.

José Luis está al frente de la asociación sin ánimo de lucro, Societas Coquinaria. Francesca cocina –¡y cómo cocina!–, y Cinta es una de los miembros del equipo que esta entidad tiene detrás. Ellos están en una de las casetas de la feria que ofrecen comida a los asistentes para que los vinos de las 25 bodegas participantes en el evento, entren mejor. De hecho «en 2016, fuimos los primeros en ofrecer comida. Era esto, o la gente se desmadraba», explican. A partir de entonces, otros se unieron a la causa y hasta hoy, donde 17 restaurantes y productores cambrilenses han aportado su granito de arena en esta edición de la feria.

Ayer, además, era un día especial. Casualidades de la vida –o no– cuando me acerqué a la caseta de Societas Coquinaria le comenté a Francesca que hacía poquito que me había salido una arruga más para otros 365 día en mi vida. Resulta que a ella le acababa de salir, precisamente, ayer. Y me invitó a celebrarlo junto con Cinta, José Luis y otra decena de personas más que, en las tres horas de cierre de la feria –entre las 15 y las 18 h–, aprovechaban para comer una buena paella acompañada, adivinen... Exacto, de un buen vino.

Me sentí una más de esa gran familia. Viví la Fira del Vi desde las entrañas, vi como los centenares de personas se acercaban al Parc del Pescador dando u paseo acompañado de un hilo musical de fondo, hasta que quedó completamente vacío. El bullicio les había dado un respiro, y aprovecharon ese momento para sentarse a comer esa paella que pocos minutos antes habían repartido entre las 25 bodegas que ofrecían una degustación de sus vinos a los que lo pedían. «Hay un ambiente muy especial, Cambrils es especial», decían.

Alguien –no supe el nombre de todos ellos– sacó otro arroz, era de carne y llevaba caracoles. Apareció ‘bailando’ y se llevó una ovación. Dos miembros de seguridad de la feria también se acercaron a ver qué estaba sucediendo y, sin pensarlo dos veces, José Luis les invitó a sentarse y a compartir ese arroz con nosotros. Sonrojados, declinaron amablemente la invitación y se marcharon. Después brindamos. Por la Fira del Vi, por el ambiente, por la bondad y la generosidad, por la humildad, y por Cambrils. Pero, primero, brindamos pos nuestros cumpleaños. Y espero que así pueda celebrar yo también, muchas vueltas al Sol más.