Hace pocas semanas, en Roda de Berà, se localizó y se detuvo al autor de un robo de un coche. De hecho era un menor que en el momento de ser interceptado en el término de Creixell viajaba con otros cuatro adolescentes. Habían robado un coche y la matrícula había permitido a la Policía Local trazar su recorrido de entrada y salida.
Días más tarde, un pequeño camión provocaba un accidente en la antigua N-340 a la altura de la zona de campings de Torredembarra. El conductor paró sin motivo, provocó un accidente múltiple, pero se marchó del lugar sin preocuparse del resto de implicados. La Policía Local daba con el infractor y lo denunciaba por varias irregularidades en sus permisos. La matrícula que facilitaron los otros conductores afectados fue captada en la carretera de La Pobla de Mafumet. Y con el vehículo fotografiado, encontrar al propietario fue más rápido.
Estos dos ejemplos de «casos cerrados» de situaciones de tráfico tienen un elemento en común: la ayuda de las cámaras de vigilancia situadas estratégicamente en las entradas y salidas de las dos localidades del Baix Gaià. Los dos municipios han instalado en estos últimos años esta tecnología que permite contabilizar el tráfico, leer las matrículas e incluso detectar la velocidad de los coches, si bien esta opción «no está homologada para sancionar», explica el alcalde Eduard Rovira.
Torredembarra y Roda empezaron estas instalaciones antes de la pandemia y una vez colocadas y probadas esperaron a tener los permisos necesarios para poder usarlas para complementar las tareas policiales. En el caso de Torredembarra, que empezaron en 2020, ya hay tres en marcha y una cuarta se compartirá en la frontera con Altafulla. Faltaba un requisito burocrático ya resuelto.
En el caso de Roda de Berá, explican fuentes policiales, se instalaron las cámaras en 2019, si bien las cuatro últimas se colocaron y probaron el pasado año. En total hay nueve repartidas por uno de los municipios con más disgregación de núcleos urbanos del Baix Gaià.
Creixell también está estudiando colocar una en la entrada principal de la localidad, admite el alcalde Jordi Llopart. Y en Altafulla la planificación para este ejercicio es instalar y activar tres, la que se comparte con Torredembarra (está en la frontera entre las dos ciudades en la antigua N-340) y otras dos que cubran otras entradas del municipio.
El alcalde, Jordi Molinera, explica que «el objetivo de las cámaras es mejorar la gestión y control de los accesos al municipio y tener información que pueda ayudar en materia circulatoria y de seguridad».
La instalación de cámaras de vigilancia en las entradas y salidas de las ciudades es una práctica extendida en la provincia de Tarragona. A medida que la tecnología ha reforzado la eficiencia del control y regularización del tráfico, esta práctica s eha ido extendiendo por el territorio.
Con las cámaras activadas y con los certificados validados (autorizaciones y control de protección de datos) se puede mejorar el control de los flujos, detectar coches que estén «fichados» por cualquier motivo leyendo las matrículas y utilizar los datos acumulados para diseñar estrategias para mejorar la circulación en estas vías.
Fuentes de la Policía Local de Roda de Berà admiten que el uso de las cámaras ha mejorado la gestión en materia de tráfico. Las mismas fuentes admiten que no se ha hecho eco público de esta herramienta digital de la Policía simplemente por el hecho de evitar cualquier ataque hacia las cámaras.
En Torredembarra, este febrero se ha instalado la última de las cámaras previstas. «No es cuestión de llenar las calles de videovigilancia, pero sí que es necesario tener un control de las entradas y salidas», reconoce el alcalde Rovira.