Marta Balañá, explosión de una necesidad

‘Un color porta a l’altre’, una exposición muy personal de la artista altafullense, en el Tinglado 1 del Moll de Costa

07 febrero 2021 16:26 | Actualizado a 07 febrero 2021 16:37
Se lee en minutos
Participa:
Para guardar el artículo tienes que navegar logueado/a. Puedes iniciar sesión en este enlace.
Comparte en:

«En la pintura encontré todo lo que necesitaba, me aporta todo lo que no tengo. La fuerza que se manifiesta en los lienzos surge de mi interior, pero es algo que también he tenido que buscar porque he pasado por momentos muy duros». La obra de la artista altafullense Marta Balañá viste el Tinglado 1 del Moll de Costa de Tarragona, en una muestra que se puede visitar hasta el 14 de marzo bajo el título Un color porta a l’altre. Colores, dominados por el azul y quizás el rojo, vivos y al mismo tiempo cálidos. Sutiles unas veces. Intensos otras.

La trayectoria artística de Marta  Balañá (http://martabalana.blogspot.com/) no se entiende sin su experiencia vital. Ambas van intrínsecamente unidas. Diagnosticada de Parkinson con solo 35 años, la pintura se convirtió en su revulsivo, en la manera de expresar todos los sentimientos y emociones a los que en ocasiones tanto cuesta poner nombre. Entre sus propuestas, paisajes, calles y algún bodegón. Frutas, gigantescos tomates y el mar. Sobre todo el mar como hilo conductor.

Entre sus lienzos, paisajes y algún bodegón. Y el mar como hilo conductor

Olas embravecidas, un tsunami y la calma de la orilla. Pero también el Mediterráneo implacable con los inmigrantes que cruzan desde su otra orilla. «Estas imágenes de las personas que mueren en sus aguas me ponen muy nerviosa porque no puedes hacer nada de lo que querrías. No sé por qué les llamamos refugiados si no tienen refugio», manifiesta la artista quien, con sus pinceles, denuncia la injusticia social. No es la única que el visitante puede apreciar.

Compartiendo espacio con las personas que se ahogan en el océano, un cuadro de los atentados de Atocha, del 11 de marzo de 2004. «Nuestros hijos nos habían regalado un viaje a Madrid. Era la semana posterior a los ataques y aún se podía ver ropa manchada de sangre. Marta se impresionó mucho y cuando llegamos a casa, lo pintó», recuerda  Adolfo Gómez, su marido. Emociones, Sóller o Escogiendo una vida son algunas de las secciones en las que se divide la muestra. Aunque, sin duda, la que más llama la atención es Reencuentro. ¿Con quién? «Conmigo misma. El hecho de estar aquí ahora es gracias al reencuentro», dice la artista.

Entre los paneles explicativos destaca el que reza «el Parkinson me limita». Sin embargo, observando sus pinturas nadie lo diría. No deja de ser paradójico que fuera justamente la patología el estímulo que la abocó al arte, que provocó el estallido de creatividad. Y de la misma manera que sus estadios físicos y anímicos provocados por la enfermedad se reflejan en sus cuadros, también ha cambiado su manera de trabajar. «Antes pintaba siempre en el exterior, pero a medida que se presentaban otros síntomas, lo hacía en el estudio. Iba al lugar, se impregnaba de las imágenes y después las plasmaba», explica Adolfo. Cambios que afectaron al tamaño de las obras, de más grandes a un formato menor, por el impedimento de poder cargar con los utensilios y, finalmente, a su contenido. «Ahora es más expresionista», señala.  

Pasear por entre sus obras de la mano de la artista es la mejor manera de acercarse a ella. Un honor. Esto es precisamente lo que vivió una de sus seguidoras, que se encontraba en la sala en el momento de la entrevista, y que era la tercera vez que visitaba la exposición. Momentos de complicidad entre artista y admiradores, que compartieron en privado. «He comentado las características de algunos cuadros y han disfrutado. Aunque yo más. Me gusta llegar a los visitantes, ves que responden», afirma Balañá quien, desde la muestra, agradece el cariño recibido: «Sin vosotros mi vida hubiera sido mucho más difícil».

Comentarios
Multimedia Diari