Regresa a Barcelona el Festival de Cine Independiente L’Alternativa

En su 28ª edición vuelve a apostar por un cine de múltiples formatos hecho con muy pocos recursos que prioriza las voces personales, la transgresión estética y narrativa, y la implicación social. El Festival se alargará hasta el 5 de diciembre con proyecciones en salas y en Filmin

27 noviembre 2021 22:40 | Actualizado a 28 noviembre 2021 17:08
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En el cortometraje Casa bonita de Paula Amor, presentado en la sección nacional de L’Alternativa, la protagonista es una anciana gallega que vive sola aislada en las montañas. La práctica totalidad de la pieza consiste en la vieja delante de un ordenador portátil tratando de poner la casa de piedra en la que vive a la venta en una página web de una inmobiliaria. El ritmo ultralento en el que escribe cada una de las letras del anuncio que quiere publicar se aúna a la exasperante velocidad de conexión a internet. Cuando parece que el épico trabajo de tecleo ha terminado, una advertencia de “Sin conexión a internet” se hace presente. La anciana golpea tímidamente la pantalla del portátil para tratar de solucionar el problema sin éxito. Acto seguido sale al exterior para dar de comer a sus gallinas. Fin. En muy poco tiempo y con unos recursos mínimos la directora nos habla de la soledad y del aislamiento del mundo exterior en la vejez y, al mismo tiempo, realiza una crítica mordaz e irónica a la ausencia de infraestructuras en determinadas regiones españolas. Esta pequeña joya cinematográfica sintetiza la esencia y el espíritu de L’Alternativa: el aprendizaje de la mirada. Saber contemplar aquello inmediato y cercano como punto de partida potencial de cualquier historia. En este sentido, no es casual que en la edición de este año se hayan programado hasta tres masterclass de cineastas como Carla Simón, Manuel Muñoz Rivas y Oskar Alegria donde el hilo conductor eran los procesos creativos que nos llevan a transformar tanto las realidades en las que vivimos como nuestras propias experiencias.

L’Alternativa, pues, se ha consolidado como un espacio de proyección pero al mismo tiempo de reflexión y creación. Ver y hacer cine como actividades complementarias que buscan ofrecer al espectador otros caminos posibles que pasan por repensar lo más cercano a uno mismo y por entender que el filmar puede ser también una forma de sanar las heridas interiores. El concepto de autoría -aunque pueda parecer anacrónico y gastado por su multiuso- sobrevuela la mayoría de las propuestas presentadas en tanto que las experiencias personales (en forma de vivencia biográfica o bien las imágenes de vídeos domésticos) son el inicio de buena parte de los relatos. De ahí que las voces en off de los cineastas nos acompañen en una parte importante de las propuestas como también el recurso de la reapropiación de materiales se imponga como otra de las posibles vías de creación. Los largometrajes nacionales Fantasía de Aitor Merino, 918 Gau de Arantza Santesteban y Del otro lado de Iván Guarnizo comparten estas coordenadas, las tres parten de historias personales (el retrato de los padres del director, la vivencia y consecuencias del encarcelamiento de la directora y el proceso de rememoración del secuestro de la madre del cineasta) que acaban desembocando en cuestiones universales como el paso del tiempo, la reconciliación con el pasado y el perdón.

En paralelo a las bifurcaciones que puede tomar el “yo cinematográfico” L’Alternativa también ha ofrecido una variedad de propuestas que exploran los límites del documental y la ficción. Magaluf Ghost Town, el film inaugural dirigido por Miguel Ángel Blanca, se adentra al “paraíso” del balconing y el mamading de la mano de unos singulares protagonistas: una mujer de la limpieza mayor que trabaja en hoteles de Magaluf, un joven aspirante a modelo y actor que quiere huir de ahí y una agente inmobiliaria de alto standing rusa que planea la transformación del barrio de las borracheras en una zona de lujo. El casting de por sí ofrece situaciones ciertamente hilarantes pero lo sorprendente del film es el tono fantástico en el que nos acercamos al festival nocturno del polvo playero y del vómito. La mezcla parece ciertamente imposible pero el cineasta convierte la recolección de gestos y situaciones esperpénticas en la puesta en escena de un ritual fantástico, como si Magaluf estuviera gobernado por unas fuerzas misteriosas que rigen los caminos de quienes la habitan. Lo real transmutado a partir de otra forma de mirar. 

 

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