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    David B. Gil: «Un buen sable podía significar la diferencia entre la vida y la muerte en el Japón feudal»

    El referente de la épica samurái vuelve con ‘Forjada en la tormenta’, un noir rural en el que una peculiar pareja de investigadores deberá indagar sobre la desaparición de cinco mujeres

    22 agosto 2022 18:41 | Actualizado a 24 agosto 2022 16:19
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    David B. Gil vuelve al Japón feudal, esa época de samuráis, monjes guerreros, batallas y presuntos demonios, para firmar su cuarta novela, Forjada en la tormenta (Penguin Random House), un noir histórico y de aventuras que arranca con la desaparición de cinco jóvenes en una aldea perdida. Dos investigadores antagónicos, Yumiko, una cazadora local, y Asaemon, un maestro rastreador, serán los encargados de desentrañar el misterio. Les ayudará en su cometido Nanami, hija de un forjador de katanas.

    Vuelve a Japón. ¿Por qué este interés?
    Es difícil de explicar. Echando la vista muy atrás, el primer contacto con la cultura japonesa lo tuve siendo un chaval, en el instituto, probablemente cuando se tradujeron los primeros mangas en España. Se parecían mucho a esas novelas de fantasía que leía, como El señor de los anillos, pero habían sucedido realmente y la cultura nipona me cautivó. En Japón, en la época feudal, había caballeros andantes, grandes batallas, asesinos en la sombra y conspiraciones palaciegas. Crecí leyendo ese tipo de historias, viendo películas de Akira Kurosawa y de Yōji Yamada.

    En un país donde la superstición está tan presente, al menos en aquella época, es más fácil matar. Quiero decir, se puede culpar a un ser sobrenatural.
    Sí. De hecho, ese es el primer inconveniente que se encuentra uno de los protagonistas de la novela, Asaemon, el samurái al que envían a investigar desde la capital ya que los aldeanos culpan de la desaparición de cinco muchachas a una criatura sobrenatural que habita en la montaña. Realmente, cuando te planteas ambientar una historia policiaca en el pasado, tienes que jugar con esa serie de condicionantes. Es decir, la racionalidad y el pensamiento científico no estaban tan instaurados como hoy en día y ciertamente, había diferencia de percepciones entre la gente de la capital y la que vivía en el Japón muy rural, muy cercano a las montañas y bosques. En todas las civilizaciones y países, la mitología y las leyendas son más habituales en las regiones más recónditas porque cuando tienes el bosque al lado, por la noche se llena de ruidos, de sombras, de cosas inexplicables. Y todo lo que hoy percibimos como folclore, ellos lo veían como una religión que podía estar más o menos próxima a la cotidianeidad.

    A todos los miembros de familias samuráis se les adiestraba en artes marciales y en la lucha. A las mujeres también

    Yumiko y Asaemon no congenian.
    Una de las cosas que funcionan muy bien en el género policiaco es la pareja de investigadores que no se llevan bien, que casi no se soportan, pero están obligados a colaborar para desentrañar un misterio o para resolver un caso. Y ahí tenemos a esa pareja tan atípica, que es Asaemon, un samurái de la capital, que viene de la corte y esta chica, Yumiko, la que aparece en la portada, una cazadora local a la que él necesita porque es la que conoce los parajes, esos espacios geográficos tan inescrutables.

    El personaje de Nanami se inspira en la forjadora de katanas Kunishige Ogen, quien las firmaba con su nombre. ¿Qué significaba para un samurái de aquella época llevar una katana firmada por una mujer?
    Es algo difícil de entender desde la perspectiva contemporánea porque lo que nos dice la historiografía es que las mujeres en el Japón feudal estaban muy relegadas a determinados tipos de funciones dentro del hogar y la familia y que no podían desempeñar oficios o roles de hombres. Sin embargo, cuando te pones a estudiar más en profundidad, te van surgiendo a lo largo de la historia de Japón, como de cualquier otro país, excepciones y Kunishige Ogen es una de ellas. Lo sorprendente no es que forjara katanas, sino que las firmara como Onna Kunishige, es decir como mujer Kunishige, poniendo por delante que ella era una mujer.

    Ni siquiera con su nombre.
    Exactamente. Desde un punto de vista lógico eso sería un lastre para el oficio que desempeñaba y aun así, tenemos las pruebas fehacientes, las piezas que se conservan de ella están firmadas así. Con lo cual, lo único que podemos hacer es conjeturar porque del personaje histórico se sabe poco más. Un sable no era una herramienta cualquiera, un buen sable podía significar la diferencia entre la vida y la muerte en el Japón feudal por lo que o había samuráis que eran más abiertos de mente y les daba igual empuñar el arma forjada por una mujer o sus hojas eran de una calidad evidente hasta el punto de que el inconveniente de que estuvieran forjadas por una mujer era pasado por alto. Fue así, está constatado y me parecía un material literario de primer nivel para desarrollar un personaje como el de Nanami en la novela.

    $!David B. Gil: «Un buen sable podía significar la diferencia entre la vida y la muerte en el Japón feudal»

    ¿Cree que si Estados Unidos no hubiera ganado la guerra Japón seguiría siendo una sociedad tradicional?
    No. Japón comenzó de manera consciente y voluntaria su modernización en el siglo XIX, mucho antes de la Segunda Guerra Mundial. Es verdad que venía de un periodo feudal muy largo, que es el periodo Edo. Pero en el siglo XIX los japoneses analizaron su entorno, se dieron cuenta de que las grandes potencias a nivel internacional eran las occidentales, que todas tenían una política expansionista, colonizadora y que ellos tenían que renovarse si no querían convertirse en una colonia más de Occidente. Empezaron un proceso de modernización de la industria, dejaron atrás la etapa feudal y elaboraron su propia Constitución, que es la primera de Asia. Lo que ocurre es que después, Japón tuvo una deriva nacionalista, imperialista y militarista, a lo largo del siglo XX que al final lo condujo a meterse en la Segunda Guerra Mundial. Pero Estados Unidos no salvó a Japón de su etapa feudal.

    ¿Qué pasó con los samuráis?
    Lo primero que hay que entender es que samurái no es un tipo de guerrero, sino una casta social. Y es la que gobernó Japón durante prácticamente desde el siglo XII hasta el XIX. De origen militar, imprimieron esta mentalidad estoica, de obediencia y lealtad al común de la sociedad japonesa. Entonces, cuando se produjo esta modernización de Japón, cuando se entró en la era Meiji y se abolieron todas las castas sociales, aunque los descendientes de samuráis ya no lo fueran oficialmente, siguieron ocupando los puestos de poder en la sociedad durante mucho tiempo. De hecho, muchas de las grandes fortunas que hay en Japón y de las grandes empresas proceden de clanes samuráis.

    Estados Unidos no salvó a Japón de su etapa feudal. Este comenzó de manera consciente y voluntaria su modernización en el siglo XIX, mucho antes de la Segunda Guerra Mundial

    ¿También mujeres?
    También. Cualquier persona que formara parte de una familia samurái lo era. A todos los miembros de familias samuráis se les adiestraba en artes marciales y en la lucha. Aunque históricamente se nos ha dicho que las mujeres no iban al campo de batalla.

    ¿Iban?
    En algunos hallazgos arqueológicos relativamente recientes, con las nuevas técnicas de investigación, se analizó el ADN de los restos de una fosa común de una batalla campal en Japón y un tercio eran femeninos. Sin embargo, en las crónicas de esa batalla nadie mencionó que combatieran mujeres. Ninguno estuvo allí para ver lo que pasó, pero la historia también se construye con indicios y conjeturas y se está reescribiendo constantemente. Siempre digo que durante muchos siglos Japón ha estado fragmentado en feudos, cada uno con su ejército, matándose entre sí por un palmo de terreno. Si tenías un amplio porcentaje de la población, que eran las mujeres de casta samurái, entrenadas en el combate con lanzas y te llegaba un ejército enemigo, estabas en desventaja y sabías que si te derrotaban iban a aniquilar a todos los tuyos, ¿no echarías mano de los miles de mujeres que hubiera en tu feudo para defender tu territorio? Por supuesto que sí. No tendría sentido no hacerlo.

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