«El principal patrimonio que tengo es la calidad de mi obra». El pintor paisajista residente en Alcover, Jordi Isern, comparte su esencia artística, a la vez que celebra su trigésimo aniversario pictórico, en una nueva exposición en el Museu d’Alcover. Hasta el próximo 17 de octubre, se puede visitar L’ànima del paisatge, que evoca sus ‘lazos de sangre’ con la naturaleza. «Mi compromiso con el paisaje es acérrimo. Quiero que mi obra transmita las emociones que la naturaleza me inspira y recalcar, sobre todo, mi respeto absoluto a este patrimonio paisajístico», afirma el pintor, para quien «cada estación del año es un regalo».
«Podréis pasear desde la Vall del Glorieta y la Serra del Pou, hasta mi querida isla de Tenerife, presidida por el majestuoso Teide y su azul marino mar Atlántico. Podréis recorrer también la Vall d’en Bas, con sus verdes y grises de plomo únicos, visitar los tranquilos y entrañables pueblos de nuestro Pirineo leridano, y regresar por los campos dorados de cereales y viñedos de la Conca de Barberà, disfrutando de las imponentes murallas medievales del querido Montblanc», describe el pintor paisajista en el catálogo de la exposición.
De este modo, la pasión por la naturaleza de Jordi Isern cobra mayor sentido porque «cada cuadro tiene su propia historia, ya que, de lo contrario, sin que exista este compromiso emocional, me sería imposible pintar». Él mismo resalta que «cuando pinto un paisaje es porque he percibido los olores, he sentido el clima, la luz me ha emocionado o he conocido a alguien en el lugar».
En esta ocasión, L’ànima del paisatge reúne 57 obras pictóricas, que comparten espacio con siete obras de pequeño formato sobre madera y dos paletas de pintor pintadas. «Como consecuencia de la pandemia, hallé en casa unas maderas antiguas y pensé en la posibilidad de pintarlas. Por la noche, me desperté para dejarlas preparadas y empezar a pintar a la mañana siguiente, ya que tenía claro cuáles serían los paisajes que plasmaría», recuerda el pintor residente en Alcover.
Asimismo, sin renunciar al realismo al óleo, él mismo también experimenta con el grafito al óleo sobre papel. «Dentro del realismo de mi obra, también trabajo el grafito al óleo sobre papel, a través de unos dibujos que combinan el blanco y negro del grafito con el color al óleo, sobre un cartón ondulado y enmarcado, lo que le da un aire innovador y diferente a mi trayectoria», afirma el artista.
De este modo, tres décadas pintando dan para mucho. «En mi estudio-galería de Montblanc, un día dejé a una clienta y amiga viendo la exposición. Para mi sorpresa, cuando la vi acercarse a una de las obras le pregunté qué estaba haciendo y me contestó que estaba oliendo el cuadro. Experiencias como estas son impagables», reconoce Jordi Isern, para quien la música es el binomio perfecto, ya que en el estudio «la adapto a mi estado de ánimo, lo que contribuye a que fluya el proceso creativo».
Mejorar día tras día
Después de treinta años dedicados a la pintura, Jordi Isern recuerda como si fuera ayer sus inicios. «Un día paseando por el Paseo de Gracia de Barcelona vi un cuadro en un escaparate que me impresionó. Entonces, entré a preguntar los detalles de la obra. Después, me dirigí a una tienda de bellas artes para comprar un manual y el material con el que aprender, y me dieron un ejemplar de Cómo pintar al óleo (Parramón), que todavía conservo. Una vez en casa cogí una caja de cartón, la recorté y pinté la enseñanza que venía con el libro», rememora el artista, quien reconoce que «cuando terminé me di cuenta de que había pasado las mejores cuatro horas de mi vida. Desde entonces empecé a pintar de manera autodidacta».
De este modo, a la pregunta de si el autoaprendizaje le ha hecho sentir artísticamente más libre, Jordi Isern responde que «basándome en mi experiencia, ser autodidacta es vital porque te permite ver quién es un verdadero artista. Teniendo toda la libertad del mundo, si quieres ser un artista debes tener una dedicación absoluta».
Por ello, Jordi Isern mantiene una lucha infinita consigo mismo, ya que «soy autoexigente». «Aunque una obra esté acabada, siempre encuentro defectos. Mi dolor de cabeza es mejorar día tras día», confiesa el pintor, quien aclama que «mi afán es llegar a la perfección, aunque no sé cuál será, pero cada día es una lucha constante por ser mejor artista».