Pasear entre las estanterías en silencio como si el tiempo se hubiera detenido, ojear los lomos de los volúmenes, tocarlos, oler sus páginas, escoger, tomar prestada una novela, un ensayo, un libro infantil, de recetas para cocinar... llevárselo a casa nuevo, casi recién salido de la imprenta, para saborearlo y después devolverlo. Compartir. Es otra manera de vivir Sant Jordi y la avalancha de novedades que llegan a este día. El equipo de la Biblioteca Pública de Tarragona hace semanas que prepara la Diada para ofrecer a sus usuarios lo mejor y más variado. Lo hacen a diario y desde el 2021 se publican en redes las BiblioRecomanacions «con una selección de las lecturas que creemos que hay que leer», explica la bibliotecaria Maria Carme Gaseni Blanch.
«Somos los centros de atención primaria de la lectura», comentan los profesionales, con un trato humano y cercano. «El servicio público que garantiza el derecho a la cultura de la ciudadanía, su democratización y tenemos que dar visibilidad a todo tipo de géneros. Hay que recomendar leer, transmitiendo el entusiasmo que nos ha aportado aquella lectura. Nos puede gustar más o menos un libro, pero siempre hay que pensar que existe un público al que sí que le puede interesar», defienden. Bajo esta premisa, el folleto informativo preparado expresamente para la ocasión abarca novedades literarias, temáticas y narrativa gráfica para todas las edades y en diferentes idiomas.
Entre las primeras, Una mujer cualquiera vuelve a casa, de Jo Alexander (Alrevés); Ceci n’est pas un fait divers, de Philippe Besson (Julliard); Oposición, de Sara Mesa (Anagrama) o Papallones negres, de Priscilla Morris (Edicions del Periscopi).
De las temáticas, El efecto Mozart. Experimenta el poder transformador de la música, de Don Campbell (Urano); Cineastxs, Filmoteca de Catalunya (2012-2024), de Esteve Riambau (Lunwerg) o Atlas mundial del street art, de Lachlan Macdowall y Rafael Schatter (Blume).
Finalmente, narrativa gráfica, con Bèsties, de John Carlin y Oriol Malet (Comanegra); El mapa de Chillida, de David Marto (Norma) o Una mujer de espaldas, de Yamada Murasaki (Salamandra Graphic). Esta es solo una ínfima selección de entre las cientos de propuestas.
Los bibliotecarios entienden sus templos de lecturas como «espacios de vida. Una puerta abierta a la cultura y a la información, lugares que ponen a disposición de la ciudadanía recursos que fomentan el descubrimiento, la creación y el conocimiento, que minimizan el impacto de las desigualdades. «Quizás las palabras no nos hacen mejores personas o más felices de manera automática, pero sí tienen el potencial de hacernos vivir, pensar, sentir, imaginar, amar...».