Europa, una historia de siglos de roña

«El Rey Sol, Luis XIV de Francia, probablemente era tan sucio o incluso más que sus súbditos y se bañó solo unas pocas veces durante su larga vida; en la época barroca y rococó, hermosos trajes y pelucas empolvadas ocultaban cuerpos malolientes; y Mahatma Gandhi, líder de la India a mediados del siglo XX, dijo que resolver el saneamiento era más importante para el país que la independencia. Sabía lo que estaba diciendo. En el siglo XXI sigue siendo un gran problema».

Monika Utnik-Strugada hace un recorrido por la historia de la humanidad a partir de la pulcritud, de los hábitos, las culturas y las religiones y su relación con la medicina en el libro Suciedad. La apestosa historia de la higiene, con exquisitas y coloridas ilustraciones de Piotr Socha (Ediciones Maeva. Colección Young).

Un lustroso inodoro da la bienvenida a los lectores, con el que los autores pretenden concienciar de que no todas las personas del mundo pueden bañarse y asearse tan cómodamente como los europeos. «Un inodoro con descarga es un invento tan importante como la imprenta, las computadoras y la electricidad porque ha salvado la vida de millones de personas, a quienes protege contra los gérmenes propagados por moscas y mosquitos». Sin embargo, años atrás, Europa fue mugrienta y descuidada, como explican Monika y Piotr.

«Aunque hoy estamos más cerca de los habitantes de la Antigua Roma, Grecia o Egipto que de los ‘ilustrados’ del Palacio de Versalles, en el siglo XVII, este libro muestra el estado del conocimiento general y médico o más bien la falta de él, la brujería y la superstición en las que creían los europeos ‘cultos’ hace solo unos 400 años. Es divertido y aterrador al mismo tiempo», apuntan quienes relatan que «en los días de la conquista de Granada por parte de los reyes Fernando e Isabel, era un acto de patriotismo católico español no lavarse, para distinguirse de los árabes, que cuidaban su higiene». El cristianismo menos tolerante le hizo un flaco favor a la limpieza y de hecho, lavarse demasiado era sospechoso, un hábito denunciable a la Inquisición Española.

«En cuanto a los hospitales, los llamaban mortales. Estaban sucios y hedían. Los médicos no se lavaban las manos y vestían delantales pegajosos con sangre congelada. Por ello, Suciedad es también la historia sobre cómo el progreso y la ciencia han mejorado nuestras vidas».

Aunque la Edad Media no fue tan sucia como se piensa, el miedo al agua prevaleció en Europa durante varios cientos de años, cuando se creía que bañarse propagaba la enfermedad y era perjudicial para la salud. Sin embargo, si esto ocurría en las cortes de Francia, España e Inglaterra en el siglo XVII, al mismo tiempo había un culto a la pureza en las ciudades holandesas. Los habitantes constantemente pulían sus casas, fregaban los pavimentos con agua jabonosa, así como las paredes y techos. Estaban obsesionados con la limpieza.

Siglos después, en la era tecnológica el agua, un bien común, ha sido el adalid contra la Covid-19. Sin embargo, Monika incide en que «lavarse las manos no es difícil si se tiene acceso al agua limpia, algo que no es universal. No hay sustituto para el agua, por lo que no debe desperdiciarse».

Los dibujos
Pese a abundante roña histórica, las ilustraciones destacan por sus llamativas tonalidades. «Quería que el libro sobre la suciedad fuera estético y rico. Para pintar nieve sobre una sábana blanca hay que pintar todo lo que no sea nieve. Entonces, veremos nieve», dice Piotr. Y el dibujante va un paso más allá. «A menudo la falta de higiene está relacionada con la pobreza y no quería que nadie se ofendiera. De ninguna manera quería hacer mofa de los más necesitados y, de hecho, en el libro aparecen, sobre todo, los ricos y privilegiados».