La Oreja de Van Gogh: ‘Hablamos el mismo idioma que la gente’

La Oreja de Van Gogh comparece esta noche (23 horas) en Deltebre para hacer un repaso a su carrera y presentar su último trabajo, El susurro de la tormenta. Una gira de casi 200 conciertos ha consolidado la buena salud del grupo. El batería, Haritz Garde habla de la actualidad de la banda.

26 años de trayectoria y 200 conciertos en una última gira que ha visitado incluso Estados Unidos. ¿Cómo lo hacen?

La verdad es que no lo sabemos, te podría decir que con mucho trabajo, pero algunas veces, por mucho que trabajes, no llega el momento. Creo que también hemos tenido esa dosis de suerte y de estar en el momento adecuado en el lugar adecuado. Seguir tan unidos y con la ilusión intacta para generar emociones y canciones es maravilloso.

¿Quizás porque escriben y se expresan como la gente?

Hablamos el mismo idioma que la gente. Contamos cosas que le pueden pasar a cualquier persona, situaciones sencillas, entre otros aspectos porque somos muy normales.

Pero, ¿es posible la normalidad ante tanto éxito?

Cuando terminamos la gira, nos salimos un poco del personaje que cada uno llevamos dentro, abandonamos ese planeta imaginario para hacer las cosas que hace la gente de la calle. Vamos a la compra, compartimos momentos con nuestras parejas y nuestros hijos. Es compatible. Además siempre nos lo hemos exigido. Creo que si no lo hiciéramos así, no hubiéramos durado tanto tiempo como banda.

El grupo fue capaz de superar la marcha de su voz inaugural, Amaia Montero. Con Leyre Martínez se ha mantenido la vigencia y eso es algo que muchos conjuntos no han podido superar.

Demuestra que las canciones están por encima de todo, por lo menos en nuestro caso. Nuestros temas son del público y están por encima de la voz. Los fans han hecho posible que ese cambio no afectara a la salud del grupo y se lo debemos a los seguidores. Creo que tenemos que estar profundamente agradecidos con ellos.

El último disco, El susurro de la tormenta, ¿es una mirada hacia adentro?

Nos hemos desnudado más que en ningún otro disco. Como grupo intentamos evolucionar en cada nuevo trabajo que hacemos, encontrar ese equilibrio entre la esencia y las nuevas inquietudes.

El título parece una premonición pandémica.

El disco está hecho justo antes de la pandemia. De hecho cuando íbamos a grabar el primer videoclip, nos pilló de lleno. Puede servir para definir esa locura que vivimos, aunque en un principio habla de lo que significa el día a día normal a la hora de componer las canciones.

¿La inseguridad se convierte en estímulo para cualquier artista?

Es inevitable. Cuando haces una canción das todo lo que tienes para que salga como a ti te parece que es mejor, aunque siempre asoman las dudas de si va a gustar o no al público. Normalmente hacemos aquello que nos gusta, lo que nos emociona, pero a pesar de todo el sentimiento de inseguridad resulta inevitable. Con el disco, a nivel global, ocurre lo mismo.

Y usted, como se siente siempre ahí detrás en el escenario, en la sombra. Se hace curioso, porque la batería es imprescindible.

Me siento muy bien ahí, en un segundo plano. Me encuentro cómodo. Es verdad que el ritmo de cualquier grupo y el inicio de todo está en la batería, pero no me supone ningún problema el segundo plano. Además, desde ahí detrás se ve todo muy bien (sonríe).

Por cierto, ¿cómo es tocar en New York?

Un sueño, actuamos ante más de 2.000 personas y la sensación fue de privilegio total. En Estados Unidos, en noviembre, hicimos una gira de 18 conciertos, de costa a costa, y eso es algo que nunca hubiera imaginado.

¿Algún adelanto sobre el setlist de mañana el Deltebre?

Cada vez nos cuesta más diseñar el setlist, es buena señal. Vamos a tocar las canciones del nuevo disco y luego haremos un repaso de los temas que la gente quiere escuchar. Creemos que es un repertorio equilibrado y que va a gustar al público.