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Te queremos, Boy

La editorial Gato pardo recupera en ‘Te quiere, Boy’ la correspondencia que Roald Dahl envió a su madre, Sofie Magdalene

25 noviembre 2023 18:34 | Actualizado a 26 noviembre 2023 18:00
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Al escritor Roald Dahl (1916-1990) siempre le privaron las piscinas, y de muchacho no le interesó la política. Tampoco escribir. Además, le debe su nombre de pila al primer explorador que llegó al polo Sur, y su abuela por parte de madre era descendiente de William Wallace. Sus abuelos maternos, muy controladores, nunca permitieron que las hermanas de su madre, ‘tante’ Astrid y ‘tante’ Ellen, abandonasen la casa familiar. Y allí quedaron, “borrachas o drogadas, mientras se dedicaban a extraer metódicamente gusanos de las frambuesas con un alfiler.” Estos y otros chismes biográficos son los que se deslizan con elegancia y sencillez en la correspondencia que mantuvo el escritor con su madre, Sofie Magdalene, hasta una fecha cercana a la muerte de esta en 1967.

$!Te queremos, Boy

Titulada ‘Te quiere, Boy’, la edición de este curioso intercambio epistolar se la debemos a Donald Sturrock, biógrafo del autor de ‘Matilda’. En cambio, su lectura en castellano se la agradecemos, por un lado, a la editorial Gato pardo y, por el otro, a sus traductores: Edgard Scott y Mariana Sández. Esta última añade al fabuloso volumen un prólogo en el que señalan las que para ella serían, tras años de leer al ‘adulto subdesarrollado’ que fue Dahl, sus claves más fundamentales. En primer lugar, el entender que a la hora de narrar historias, “Las personas más fuertes o poderosas son vistas con dimensiones desproporcionadas cuando uno está o se siente en situación de inferioridad.” En segundo lugar, la contribución tan de peso que la literatura de Roald Dahl tuvo en aquella parte de “la tradición literaria inglesa, que abunda en la temática de los huérfanos y la miseria de la vida de los orfanatos”. Y, en tercer lugar, que “el despotismo en el territorio de los adultos ya no es un asunto de tamaño o edad, sino de comportamiento y moral.” Sobre esto, Sández subraya, citando al propio autor a partir de una cita de ‘El gigante bonachón’, que “lo que pensamos y lo que decimos son cosas distintas”.

‘Te quiere, Boy’ supone la publicación de las misivas que Roald Dahl envió a su madre en un volumen único, y representa un homenaje vital y literario a esta última

Las cartas resultan sospechosamente útiles para bosquejar una biografía posible, pero no de Roald Dahl, o no exactamente, sino más bien una semblanza de su escritura. Sin adentrarnos mucho en el contenido de las cartas, por aquello de mantener el secreto, el entretenimiento y la sorpresa, sí diremos que Sturrock decide agruparlas en siete bloques que guardan relación con las etapas vitales del escritor de ascendencia noruega. Se suele hablar con frecuencia de Dahl como un autor que llegó tarde a la literatura, algo que se encuentra totalmente alejado de la realidad.

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De hecho, en su caso, si tenemos que establecer qué fue antes si el huevo o la gallina o, lo que es lo mismo, el vivir o el escribir diremos que, ante todo, fue la búsqueda del propietario del granero, que no fue otra persona que su madre, la ya mencionada Sofie Magdalene, lo que ocupó la mayor parte de sus pensamientos. Las cartas que se intercambiaron probaron su pulso creativo para ir de lo cotidiano a lo más extraordinario, y evidenciaron su magistral y particular modo de encontrar una tensión narrativa que lograse obtener la réplica de su interlocutora y continuar tirando del hilo.

Mapas, dibujos, viajes en avión y fotografías familiares se suman a estas cartas tan singulares, que ocupan más de cuatro décadas (1925-1965)

Al margen de cualquier juicio sobre su relación mediado por el psicoanálisis (algo fuera de lugar), y que tan solo leemos las de él, lo cierto es que ambos mantuvieron una relación cordialísima y de infinita horizontalidad, trufada de antiguas aventurillas y cuentos noruegos con los que Sofie entretuvo siempre a ‘Boy’. El relato de estas historias cristalizó en la mente de un adolescente no demasiado brillante en los estudios, dicho sea de paso, y tampoco muy lector. Y así queda esta correspondencia como una muestra del afecto continuo y continuado que Roald Dahl demostró hacia su primer lector, su propia madre; una narradora igualmente exigente con el mundo de los niños y con el de los adultos, y cuya vida personal siempre estuvo organizada alrededor de la libertad. “HE GANADO EL CAMPEONATO DE NATACIÓN PARA MENORES DE ONCE AÑOS esta tarde”.

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Te quiere, Boy una vida en cartas, dibujos y fotografías

Roald Dahl

Gatopardo editorial, 2023

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