Londres, 2023, Longharvest Lane en el East End. Aparece el cadáver de un hombre, desnudo, con una herida de bala en la cuenca del ojo izquierdo y una marca en la muñeca que aparentemente carece de ningún significado.
Hasta aquí puede parecer un thriller policial más, pero la cosa se complica cuando en iguales circunstancias y en el mismo lugar encuentran el cadáver de la misma víctima de asesinato en 1890, 1941 y 2053.
Cuatro detectives que viven en estas épocas distintas intentan resolver el caso ignorando que, tal vez, estén conectados de alguna forma y que una misteriosa conspiración que abarca más de ciento cincuenta años tiene las respuestas. Conocer esto será vital para que consigan evitar una tragedia de dimensiones dantescas.
Esta es la premisa de la que parte la nueva miniserie de Netflix Cadáveres, una producción a cargo de Paul Tomalin que, a su vez, adapta las novelas gráficas del ya tristemente fallecido Si Spencer, que tuvieron un gran éxito desde su publicación.
Cadáveres tiene un gran arranque en sus dos primeros episodios, su puesta en escena es potente y hace que el espectador esté intrigado en saber cómo se va a ir desarrollando la trama, pero a partir de aquí la cosa se comienza a desinflar.
Un guion inestable
El guion flojea en el tratamiento de los personajes, es algo simplón y no les saca todo el potencial posible. Los encorseta en unos tópicos que, aun contando con muy buenas interpretaciones, no terminan de convencer.
Hay épocas más conseguidas que otras. A mí particularmente se me hizo un poco bola toda la trama que transcurre en 1941. Jacob Fortune-Lloyd interpreta a Charles Whiteman y de los cuatro detectives es el más gris y casi villano, aunque su trabajo será determinante para la resolución del misterioso caso.
Kyle Soller da vida al detective Alfred Hillinghead en el periodo de 1890. En estos años la investigación científica de los crímenes estaba en una fase muy embrionaria y no ayudaba mucho a resolver los casos.
Amaka Okafor es la encargada de dar vida al personaje de Shahara Hasan en 2023, sobre ella recae gran parte de la trama. Finalmente completa el póquer de policías Shira Haas. Su trabajo de la detective Iris Maplewood nos traslada al 2053, un futuro donde Londres, tras una enorme tragedia, ha cambiado radicalmente.
Capítulo aparte merece la buena labor de Stephen Graham que con su papel doble de Elías Mannix y Julian Harker es el encargado de llevarnos de un año a otro siendo el eje principal sobre el que gravita la serie.
Algo tiene que engancha
Puede parecer mentira pero Cadáveres algo tiene que hace que no podamos dejar de verla. Sé que tras leer todo lo anteriormente escrito puede parecer contradictorio, pero es que aunque al guion le sobran páginas y páginas, el metraje de los capítulos es excesivo y los decorados (sobre todo los de 1890) parecen de cartón piedra, la historia engancha.
Es intrigante descubrir cuál es la identidad del cadáver en cuestión y cómo ha llegado ahí. Los dos últimos capítulos remontan en interés porque cuando van uniendo las diferentes tramas y vemos qué es lo que pasa, la resolución es solvente, aunque le falte algo de chicha y contundencia. En resumen, Cadáveres es una serie más que correcta, para pasar el rato y poco más. Pero un buen rato al fin y al cabo.