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    Viaje al faro sumergido del Delta

    Faro del Fangar. Alimenta el romanticismo de grandes y pequeños con un entorno que podría hacernos creer que estamos en el desierto

    19 abril 2023 20:29 | Actualizado a 20 abril 2023 07:00
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    En noviembre de 1864, un hombre ascendía 365 peldaños para prender por primera vez la linterna de un faro triangular de hierro traído a España desde Inglaterra. Esta atalaya compartía la misma suerte que las otras dos venidas en barco: iluminar el Delta de l’Ebre con el fin de evitar que los buques varasen. Lo cierto es que poco importan sus características técnicas o la singularidad de su situación, estas estrellas del mar, condenadas a la desaparición por el imparable avance tecnológico, ejercen una extraña fascinación en todos nosotros. Uno de los faros que alimenta el romanticismo de grandes y pequeños es el del Fangar, cuyo entorno bien podría hacernos creer que, por un momento, estamos en mitad del desierto. El camino hasta él se presenta como una ruta asequible junto al mar que nos descubre, por un lado, la fascinante historia de las torres del Delta de l’Ebre y, por otro lado, la leyenda de la monstruosa criatura que habitaba el lugar. ¿Saldrá ésta a nuestro encuentro?

    Instrucciones de la ruta

    El recorrido arranca en la playa de la Marquesa, al sur de la península del Fangar. Estacionaremos en la zona regulada de las inmediaciones, en la que es obligatorio poner tique haciendo uso del parquímetro, y alcanzaremos el punto de inicio del camino justo al otro lado del restaurante. A medida que avancemos paralelos a la orilla del mar, el faro del Fangar emergerá de entre las dunas. El camino no tiene pérdida alguna si consideramos que el punto final es omnipresente y está prohibido adentrarse en los arenales. La vuelta puede hacerse o bien deshaciendo nuestros pasos o bien por la pista paralela que puede verse desde la torre. Conviene tener en cuenta que, a pesar de que podamos empezar la ruta teniendo cierto calor, la brisa marina puede ser muy traicionera, sobre todo si nuestra salida coincide con el atardecer.

    Dificultad de la ruta

    Determinar la dificultad de una ruta ya es de por sí una dificultad. Por suerte, existen escalas de graduación que establecen la dureza a partir de factores observables. El Método SENDIF, creado por la Taula de Camins de l’Alt Pirineu i Aran, sostiene que la dificultad de un itinerario de senderismo depende, por una parte, del esfuerzo físico que este supone y, por otra parte, de los obstáculos del camino. Desde el punto de vista de la dificultad física, el recorrido es de dureza fácil. Bien podría verse como un paseo junto a la costa. En cuanto a la dificultad técnica, dependiendo de cuándo hagamos la ruta, podríamos decidir ir descalzos en tanto que la arena entrará en el calzado.

    El faro sumergido del Delta

    Con 20 metros de altura y 3 de diámetro, las luces del faro del Fangar pueden verse a 12 millas de distancia cada 24 segundos. Esta torre de hormigón blanca y de bandas rojas sustituye a su antecesora metálica desde 1986. El faro original, de 1864, fue proyectado por el ingeniero español Lucio del Valle y construido por el fabricante John Henderson Porter. Por entonces, su funcionamiento requería la intervención constante de dos fareros cuyo trabajo concluyó el 15 de abril de 1929, cuando mejoraron las técnicas de luz y se introdujeron automatismos que lo permitían trabajar de forma autónoma. Debemos considerar que era un faro que, a causa de su compleja situación, fue uno de los candidatos preferentes a ser automatizados: valgan como ejemplo de dichas dificultades sus inundaciones. La esposa de uno de los antiguos torreros, nombre con el que se conoce a quienes son responsables de un faro, describía uno de estos episodios así: «Una pleamar insospechada, sin previo aviso de vientos o tempestades, lo estaba inundando todo, cubriendo arenales, playas, y más y más. Desde la barandilla de los conos invertidos, pudimos observar perplejos, sin comprender, como en poco tiempo, la mar, una masa informe e implacable de agua, lo cubría todo a nuestro alrededor, pasando aquella corriente arrolladora por debajo del embudo del Faro, quedándonos como un barco flotando».

    La bestia del Delta de l’Ebre

    Si el Lago Ness es habitado por Nessie, el Delta de l’Ebre es el hogar de la Cucafera, una tortuga gigante pariente de los dragones que se refugiaba en una cueva de Bítem. De acuerdo con la tradición, fue exhibida por los pescadores en Tortosa después de que quedara encallada en el Fangar

    Ese fue su triste final. La pregunta es, ¿de dónde vino? Se especula con que se sintió atraída a la zona desde los fondos marinos por los fogonazos de luz de los primeros faros del delta, es decir, en el siglo XIX. En aquel entonces podía apreciarse la que para muchos ha sido la torre más bella de Terres de l’Ebre, el faro octagonal de la isla de Buda, en cuya base vivían el torrero y su familia antes de que fuera tristemente engullida por las aguas en el año 1961. Quién sabe, quizá encontraron a la Cucafera en la noche.

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