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Crónica: Supervivencia en Cornellà (Cornellà 1-1 Nàstic)

El Nàstic rasca un punto en un partido de mucho trabajo defensivo y escasa producción ofensiva. Oliva adelantó a los granas pero Agus Media igualó

Gerard Oliva volvió a marcar ante el Cornellà y suma tres goles en dos partidos.FOTO: jc borrachero/nàstic

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El Nàstic se convirtió en el quinto equipo capaz de sacar un punto del Nou Municipal de Cornellà. Un empate justo que valoró el trabajo defensivo visitante y el empuje local. Los granas tuvieron una actitud encomiable en la cohesión defensiva pero les faltó mucha capacidad ofensiva. Más allá del tanto de Gerard Oliva, apenas se acercó al marco del Cornellà. Se entregaron a su formación y no soportaron el achaque verde, más que para resguardar uno de los tres puntos que les sirvió el tanto del de Riudecanyes.

Son campos como el del Cornellà, El Prat o Llagostera, entre otros, los que hacen del grupo 3 de Segunda B el más complicado de todos cuanto forman la división de bronce. Las singularidades de la superficie artificial y las dimensiones perfilan los equipos que se erigen en ellos. Conjuntos fieros y solidarios. De base obrera como suelen ser los entornos que los acogen.

Guillermo Fernández Romo no ha sido una excepción a esa idiosincrasia de club que Jordi Roger llevó a la excelencia. El Cornellà es un equipo trabajado, convencido de sus fortalezas y sacrificado para minimizar sus defectos. Un bloque con escasas fisuras que le ha impulsado a pelear, un año más, por el play-off de ascenso. Su estadio es su mayor refugio. Un idilio con su afición le permiten ser uno de los mejores locales y un hueso duro de roer para cualquier contrincante.

El Nàstic encontró el camino para complicarle la existencia al Cornellà en su propio estadio. Asentarse disciplinadamente y esperar que cualquier descuido local o un salto caprichoso del balón, como suele ser cada bote en ese tipo de terrenos, pudiera armar un contragolpe mortal. En los 90 minutos (y los alargues) los de Seligrat solo pudieron encontrarse en ese idílico paisaje en una ocasión. Pedro y Oliva se desenvolvieron a la perfección. El malagueño retó a su defensor a una carrera, sabiendo de su superior velocidad. Sirvió un centro raso que Gerard Oliva convirtió con intriga en el 0-1. Indiscutible la eficacia grana.

Si el plan inicial era de fundamentos defensivos con pocas concesiones a las locuras ofensivas, el gol de Oliva redobló esa idea. El Nàstic se entregó por completo a proteger el arco de Bernabé.

Supo hacerlo durante más de una hora con una robustez digna de elogio y un dominio, dicho se a de paso, del otro fútbol. El que frena el ritmo y desquicia a los contrincantes (así como al público).

Todo lo que se acercaba al área visitante debía ser expulsado sin miramientos. Hasta que una acción embarrullada acabó con el gol de Agus Medina. Bernabé, que había estado seguro en las pocas veces que el Cornellà superó las líneas granas, se quedó estático bajo palos. Tenía las de ganar de haber salido, pero optó por quedarse y dejar que el recorrido de la jugada llegara a donde no debía.

Seligrat ideó un doble lateral en la zurda que cerrara un carril por el que Nana y Lobato suelen hacer destrozos. Entregó las llaves de la sala de máquinas a Miranda y Fausto Tienza en una clara muestra del talante que quiere establecer el valenciano. Con su habitual orden defensivo, el Nàstic encaró el partido sabiendo de las dificultades que le plantearía el Cornellà en cada jugada de estrategia o error propio. Trató de asentarse rápido al entorno. Coger las medidas antes que exponerse ante un adversario pillo que salió con toda su fiereza a asaltar el área grana.

Tuvo que volver a aparecer Bernabé con una de sus buenas intervenciones para tapar un testarazo potente de Becerra y mantener la igualdad en el marcador.

Los granas tenían clara la solución al planteamiento local. Contragolpes lo más directos posibles para que Pedro y Gerard Oliva hicieran de las suyas. Una estrategia que funcionó a la segunda vez que probaron. Pedro ganó en carrera a su pareja de baile, aguantó los envites para dar tiempo a la llegada de Gerard Oliva. Se la dejó en bandeja al de Riudecanyes que tras dos amagues puso el 0-1. Tres goles en dos partidos que demuestran el excelente momento de forma del atacante tarraconense.

Advirtió el técnico Seligrat de la amenaza verde en cada saque de esquina, origen de los últimos cuatro goles del Cornellà. No le faltó razón al valenciano. Cada córner, con música de zafarrancho de combate incluida, era un suplicio. Romo acumulaba hombres en el área pequeño y apostaba varios jugadores para el rechace. Cualquier mala idea podía acabar en gol. Con Bernabé rodeado de futbolistas -granas y verdes- no tenía mucho campo de visión. Pero el Nàstic se amilanó. Juntó codos para rechazar cualquier intento local de alcanzar los dominios de Bernabé.

No pasaba ni el aire, para desesperación local hasta que llegó esa jugada tímida de Bernabé que sepultó las posibilidades de llevarse tres puntos del fortín verde de Cornellà.

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