El tornado ‘Nole’ arrasa a Nadal

Un descomunal Djokovic supera al tenista de balear en tres sets (6-3, 6-2, 6-3)en la final de Open de Australia y se coloca con 15 Grand Slams, a dos del de Manacor

27 enero 2019 10:53 | Actualizado a 30 enero 2019 12:23
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No hubo final porque Djokovic no quiso. El tenista serbio mostró al mundo esa versión robótica y exuberante que deshace a los rivales. Enfrente hubo un Rafa Nadal que compareció, pero no disputó la final. Sorprende porque llegaba desbocado sin ceder ningún set en todo el Open de Australia. Quizás ahí estuvo el problema. El tenista balear pasó de destrozar a ser destrozado y ese viraje contextual no suele ser fácil de asimilar. Un 6-3, 6-2 y 6-3 en 2 horas y 4 minutos fue el resultado y tiempo que duró un lienzo pintado con firmeza por un artista serbio de la raqueta.

A nivel tenístico fue evidente que Djokovic se encuentra en un estado de clímax tenístico que impacta. Da la sensación de que vuela sobre la pista. Cada golpe ganador que pega retumba con fuerza en los oídos del rival. Te machaca con su servicio, con su derecha, con su revés. Te destroza con todo lo que tenga en mano. Y lo peor de todo es que se marcha de la pista con la sensación de que incluso podría haber hecho algo más.

Ignorantes aquellos que se empeñan en colocarlo a años luz del nivel de Roger Federer y Rafa Nadal. A nivel de títulos anda relativamente cerca, con el de ayer suma 15 Grand Slams, a dos del tenista de Manacor (17) y todavía lejos del suizo que juega con frac (20). En todo caso, su nivel tenístico actual come en la mesa de los dos citados anteriormente.

No se puede decir que fuese una final con giros de guion, con sobresaltos o con la incertidumbre sobrevolando la Road Laver. No hubo nada de eso. Solo hubo un tenista serbio que comenzó arrasando y se marchó arrasando. Arrancó la final sin conceder grietas con su servicio y le arrebató el suyo a Nadal con una facilidad insultante. La nueva arma de la que el balear había sacado rédito a lo largo de todo el torneo quedó disipada sin aparente esfuerzo.

A partir de la rotura, Djokovic cogió vuelo y no dio opción en la primera manga. Nadal solo pudo maquillar el resultado del primer parcial y aguantó hasta sucumbir con el 6-3. En el fondo dio las gracias porque el nivel de juego de ambos tenistas era tan abismal que tres juegos eran un culín de agua en medio del desierto.

Con solo una manga disputada, nadie se atrevía a dar por muerto a Rafa Nadal. El tenista con una mentalidad más estable del circuito. Cuando sacan la pala para el entierro, suele levantar el brazo en señal de rebelión.

Sin embargo, no se vio atisbo de renacimiento en el de Manacor. Acostumbrado durante las últimas semanas a remar con el viento siempre a favor, Nadal tuvo que dejarse llevar por un tornado llamado Nole. En el segundo set, el tenista balear logró aguantar un intercambio de dos juegos (2-2). Hasta ahí, nada más. Los cuatro juegos siguientes fueron para un tenista serbio que voló sobre la pista, acumulando golpes ganadores con una facilidad rutilante (6-2).

Nadal agachaba la cabeza, buscaba respuestas en el box de equipo y fruncía el ceño con cada bola que se escapaba por el fondo de la pista o quedaba atrapada por la red. No pudo pelear porque nunca tuvo nada a lo que aferrarse. Lejos de haber reacción hubo hundimiento. En el tercer set fue arrasado y eso que Djokovic concedió algún error no forzado dentro de ese bucle perfeccionista en el que parecía inmerso (6-3).

En el tenis actual hay un rey que reina con firmeza. Nole Djokovic no tiene rival a día de hoy y lo demostró con una exhibición mayúscula que empequeñeció a un gigante como Rafa Nadal. El primer major tiene firma serbia y tiene pinta que alguno de los tres restantes que quedan también lo tendrán. A ver quién detiene al tornado ‘Nole’.

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