Eloi Mitjans, el pulmón inagotable

Hockey. Comparte su función como líder del actual Calafell con la labor como técnico de mantenimiento industrial en Freixenet

24 febrero 2021 09:02 | Actualizado a 24 febrero 2021 09:20
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Probablemente Eloi Mitjans (Sant Sadurní, 1987) es uno de los hockistas menos valorados del firmamento. Su juego no levanta alboroto ni tampoco lanza fuegos artificiales, pero los números cantan y no suelen engañar a nadie. Mitjans ha tomado siempre un papel primordial en todos los equipos que han gozado de sus servicios. Desde que el 17 de septiembre de 2005 debutó en el Noia, con apenas 18 años, hasta hoy, donde se ha apoderado del liderazgo del nuevo Calafell de Pere Varias. Firma una media de 45 a 50 minutos por partido y en la pista hace de todo. Conduce el juego del Calafell, se desgasta físicamente, ejecuta pelota parada y acumula 15 goles. Estamos hablando de un actor que domina muchos registros del juego.

A los 33 de edad, Mitjans regresó este verano después de dos años de aventura en Italia, donde vistió la zamarra del Breganze, uno de los últimos clubs efervescentes del país transalpino. El todoterreno de Sant Sadurní sintió la necesidad de probarse lejos de la zona de confort y emprendió un nuevo rumbo más allá de las fronteras catalanas. Le sirvió para alcanzar una madurez que ahora ya exhibe y para curtir su carácter. Y es que en muchas ocasiones se le ha acusado de demasiado noble en la pista.

En Calafell se ha reencontrado con Pere Varias, su actual entrenador, pero con el que también compartió vestuario en el Noia y, desde siempre, persona a la que  ha visto como un espejo en el que reflejarse. Varias lucía brazalete de capitán en el Noia que levantó la Copa del Rey en 2008, con un Mitjans jovencísimo en el plantel. De la misma quinta que Esteller, otro producto de la cantera de Sant Sadurní vigente, Eloi ha conservado desde aquellos años una actitud muy profesional con respecto a su físico. Es más, cuando empezó a sufrir molestias en los abductores, amoldó su alimentación para hallar el bienestar y la salud que ahora le permiten acumular minutos en abundancia y sin resentimiento.

El regreso a Catalunya ha implicado que el jugador necesite compaginar su relación deportiva con un trabajo diario, concretamente ejerce como técnico de mantenimiento industrial en Freixenet. Ha experimentado la distancia que existe entre los deportistas profesionales y los amateurs, porque en sus dos años italianos vivió exclusivamente del hockey. «Hay diferencia claro, se nota un poco. Afortunadamente siempre me he mantenido bien y me siento con fuerzas», refleja. 
Una Copa de Italia

En Breganze, Mitjans alcanzó una Copa de Italia y, como en Calafell, casi no conocía los descansos. Se hizo indiscutible en el equipo. «La experiencia resultó extraordinaria. Me marché por un cúmulo de circunstancias y no me arrepiento. De hecho, con mi pareja, volvimos por culpa de la pandemia. Estuvimos muy a gusto», confirma.

En el Joan Ortoll, todavía sin el calor de los hinchas a causa del coronavirus, Eloi Mitjans no ha tardado en obtener la etiqueta de primera espada. Disfruta de la plena confianza de su técnico, Pere Varias, y de la de sus compañeros, que le entregan el liderazgo del equipo e intentan aprender de su largo recorrido. Y es que antes de recalar en Calafell, los vecinos de El Vendrell saborearon el talento del jugador, además del Noia.

Como pleno exponente de la familia verdiblanca, Mitjans no solamente suma minutos y protagonismo, ha añadido a sus prestaciones 15 goles. De hecho también es el máximo artillero del Calafell. Como el resto de la escuadra ha enfocado los propósitos de este nuevo reto hacia la permanencia del club en la máxima categoría. En un curso repleto de dificultades debido a las anomalías de una pandemia interminable, el Calafell lucha contra los elementos para permanecer entre los mejores del país.

Con Eloi Mitjans como líder de la propuesta, que tomó vuelo de nuevo el pasado sábado, con una goleada terapéutica ante un rival directo como el Igualada. Ganó el Calafell bajo la tutela del de Sant Sadurní, que demostró una vez más una capacidad inusual para asumir responsabilidades en gran parte de los argumentos del juego.

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