La semilla de Manolo

Barceló creó hábitos con fruto en Reus. Fue el técnico de las dos CERS consecutivas (2003 y 2004) y el jefe que apostó por una generación histórica. Mañana regresa al templo con el modesto Lloret (19.00)

19 mayo 2017 17:34 | Actualizado a 21 mayo 2017 15:37
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A Manel Barceló se le colgaron etiquetas de entrenador garrepa de la época sin pensar demasiado los recursos que manejaba. Aterrizó en Reus en 2001 para coger las riendas de una plantilla con escasez de talento y repleta de sospechas, tras la destitución de Barberà con la competición ya madura. Es verdad que su libreto contempla el rigor como mandamiento principal. Con esa filosofía acabó ese curso con el Reus metido en una Final Four de la Liga Europea sin nadie haberle invitado a ese baile de antemano. En abril de 2002, Vadillo, Sabater, Toni Sánchez, Caldú, Garcia, Domínguez, Farrán y compañía compitieron una semifinal polémica ante el Barcelos de los los hermanos Bertolucci. Cayeron con dignidad y a plena bronca después de la polémica actuación arbitral.

‘Manolo’, tal y como se le conoce en el mundillo, suturó un bloque compacto que emergió con el fichaje de Lluís Teixidó, en junio de 2002. Fue la semilla de la última época dorada del Reus. Desde entonces, el club no dejó de levantar premios. Los dos primeros aparecieron bajo el brazo de un entrenador de mucho silencio y hechos. De pocas palabras. Un mes de mayo de 2003, el templo levitó con la CERS que el Reus levantó en aquel 5-0 legendario ante el Lleida, con los hinchas subiéndose por las paredes, emulando las terroríficas pistas griegas de baloncesto. Aquella pequeña hazaña dejó atrás 19 años de sequía para el Reus.

La nómina de servicios de ese entrenador introvertido, aplicado al método y detallistas se consolidó un año después en Bassano del Grappa, ya con Marc Gual en el plantel rojinegro, cerca de convertirse en una estrella. El Reus de Barceló volvió a campeonar en ambiente hostil para dar un salto de calidad a su rostro. Regresó de nuevo a la cima, aunque Manolo salió del club ese verano. Su calado resultó tan profundo que la planta noble acudió a él poco tiempo después. En 2006 regresó a casa para darle forma a un plantel parecido al que dejó. Le dio tiempo a conquistar una Supercopa de España. Quitársela al poderoso Barcelona en 2006. En 2008 disputó una final de Copa de Europa en el Palau Blaugrana y rozó la OK Liga, aunque se quedó a las puertas, ya con Pedro Gil, Molet y Negro Páez en el equipo. Ese verano, Barceló cerró el ciclo en Reus con un legado indiscutible, sus hábitos abrieron puertas y generaron prestigio, más allá de gustos estéticos.

Ocho años después, el técnico se mantiene en el foco, aunque trabaja para el modesto Lloret, que mañana visita el templo, instalado en una cómoda y relevante quinta plaza, con 11 puntos. Barceló lidia de nuevo con un grupo de jugadores alejado de los lujos, aunque no cuenta con la presión ni la exigencia de los ‘grandes’. Otra vez le saca máximo partido a un rival que desea incomodarle la tarde el Reus, obligado a no fallar ante su gente.

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