Pichu Atienza, rebelde contra la adversidad

El central se sobrepuso a aquel error ante el Levante que costó tres puntos un 6 de noviembre. Hoy ha apagado sospechas con un rendimiento defensivo alto y muy mejorado en la salida del balón. El domingo se medirá al Huesca, donde la disfrutaron en la 2013-14

19 mayo 2017 15:46 | Actualizado a 19 mayo 2017 15:46
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La noche del 6 de noviembre marcó a Pichu Atienza (Cañete de las Torres, 1990), un rascacielos vestido de central, que aterrizó en Reus en verano como un auténtico proyecto. Pocos sabían de él. Aquel día frío de noviembre, Atienza tomó una decisión de riesgo que le costó ser señalado. Sin activar el periscopio cedió a Badia, su arquero, algo así como un ángel de la guarda. Pichu no se percató de que Roger, un delantero astuto, con capacidad para ejercer la profesión de minero, en la caza de petróleo imposible, había interpretado su maniobra. Roger, el killer del líder, el intratable Levante, secuestró aquella pelota y batió a Badia. El Reus cayó 0-1 y Pichu se encontró con el foco de las críticas alumbrándole. No durmió aquella noche, a pesar de los mensajes de arropo de sus compañeros y de su entrenador.

Probablemente, la gran gesta de este andaluz, con aire distendido en su carácter, se encuentra en el equilibrio emocional. Convirtió aquel error en fortaleza. Ha crecido como un miura. Su piel se ha endurecido. Pichu no generó sospechas en la intendencia defensiva. En ese escenario se movía con firmeza. Nunca fue un central deslumbrante. Su perfil se abraza a la practicidad.

Con el balón sí generó dudas, sobre todo por la idea que el Reus ha exhibido. El equipo se expresa combinando y ahí la apuesta de Atienza activaba algún debate. Pichu se ha encargado de apagarlo con el trabajo de la hormiga. Con el balón, en la segunda parte del curso, sobre todo, ha enseñado mayor destreza. Una prueba más de que nunca se separa de la mejora. Escucha y aprende. Buena idea.

Buena mezcla

Con Jesús Olmo ha mezclado de maravilla. Responden a dos perfiles de guardianes centrales distintos, aunque han dibujado mecanismos innegociables. Hoy se entienden apenas con la mirada. Pocos discuten la fiabilidad de la pareja, aunque Olmo viva de sus melodías indie pop con la pelota y Atienza de sus escarceos con la guitarra heavi metal.

Pichu ha completado ya 30 partidos con el Reus, en su estreno personal en la categoría de plata. 30 apariciones que han terminado por convencer a sus gentes de que sirve para el universo profesional, después de años de pico y pala en la crudeza de la Segunda B. Aprendió en Huesca, precisamente, se reencontrará con uno de sus nidos del pasado este domingo.

La relación con el Huesca fructificó en la 2013-14, donde el defensa cuajó desde su presentación oficial. 33 experiencias y dos goles, además del respeto de una hinchada exigente, de paladar fino. Los servicios del central resultaron tan dominantes que se le abrió la puerta de otro gigante en apuros, el Hércules, ese mítico club de Alicante. En realidad, la regularidad ha marcado el paso de Atienza. Ha jugado casi todo allá por dónde ha pisado. Un dato revelador.

En Reus tampoco ha defraudado su casillero de méritos. Ni siquiera la exigencia de la Segunda División le ha generado vértigo. Tampoco aquella pequeña pesadilla del 6 de noviembre. En lugar de visitar el infierno prefirió la rebeldía. Inteligente decisión.

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