No hay nada peor para un deportista que una lesión. Sea grave o leve, verse incapacitado para poder hacer lo que más le gusta quema por dentro y requiere temple. Es muy difícil asimilar que te has roto y que vas a estar un tiempo largo sin pisar una cancha de baloncesto. Masticar todo el proceso de recuperación es otra historia. Se necesita paciencia, mucha, y también una enorme dosis de trabajo y esfuerzo.
Dani Martínez (Tarragona, 17/05/1994) ha recorrido ese camino con 22 años. Le ha costado once meses de subidas y alguna que otra bajada. Pero siempre guiado por una autoexigencia que le acompaña desde que fuera señalado como uno de los valores de mayor futuro de la cantera del CBT.
Las ansias de la afición azulada por volver a ver a uno de los suyos en la máxima categoría del baloncesto estatal –el último fue Berni Álvarez– echa a volar imaginaciones tempranas sobre el futuro de los chicos. A Dani le tocó cuando el mismo Berni le hizo debutar con el primer equipo en EBA (2013-14). Pronto se le descubrió ese potencial que el técnico tarraconense intuyó de buen principio. Desde entonces, cada inicio de temporada se escuchaba en las gradas del Serrallo eso de que:«Éste será el año de Dani». Un deseo profundo que se truncó en noviembre del 2015.
Por extraño que parezca, la lesión le ha dado un respiro. Las dudas sobre su rendimiento tras su paso por el quirófano ha disminuido las expectativas sobre su explosión.
Como si hubiera querido disipar ambas cuestiones de un plumazo, Dani Martínez regresó el pasado fin de semana a la LEB Plata en plan estelar. Liderando al equipo de Berni Álvarez hacia el triunfo en la pista del Zornotza (74-90). Jugó 26 minutos para anotar 22 puntos, con un 58% en tiros de campo y dio 3 asistencias. Una actuación magistral (21 valoración) que le ha supuesto figurar en el quinteto ideal de la primera jornada de la LEB Plata. Mejor, imposible. Dani Martínez, espejo de la cantera cebetista, ha vuelto a dar ejemplo.
«Puede llegar a la ACB», aseguran expertos de baloncesto de la provincia. Tiene talento, voluntad férrea y una mano amiga, la de Berni Álvarez que le guía. Si el técnico le recomienda levantarse a primera hora de la mañana para practicar la mecánica de tiro durante las colonias de verano del CBT, Dani coge el balón y amanece delante de la canasta. Esa constancia, aderezada de una pizca de suerte –necesaria en todas las grandes carreras- puede hacer que el niño que pasaba las tardes en el pabellón del Serrallo, junto a los seguidores más ruidosos del CBT, puede coger el testigo de su entrenador y tomar parte en una de las mejores ligas europeas.
