Reus-Porto (4-2). 'El Reus siempre vuelve'

El equipo de Mariotti supera al Porto en la tanda de penaltis y se clasifica para la Final Four de la Liga Europea, un lugar que no frecuentaba desde Lodi 2011. El Benfica, vigente campeón, será su rival. El Palau d'Esports, repleto de hinchas, ha vivido otra noche mágica

19 mayo 2017 15:48 | Actualizado a 19 mayo 2017 15:48
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Se coloca poco en el foco el cerebro de Casanovas y Platero, dos tipos geométricos. Cosen brechas y dominan los tiempos. En el Reus apagan el vértigo cuando resulta preciso e indican caminos coherentes cuando el equipo pierde la brújula. Casanovas y Platero resultan imprescindibles, no sólo por ese rol riguroso, también porque su nivel hoy es astral. En la puesta en escena organizaron al Reus y le quitaron exceso de alma, esa ansiedad que genera cualquier clima efervescente, con los hinchas invirtiendo su voz en el templo.

Si la arquitectura emerge en el rostro de los exteriores rojinegros, el stick de Torra enseña a los niños un juego de malabarismos apto para las vacaciones de verano. Al mágico atacante de Tordera se le esperaba. Ni pestañeó. Sintió placer instalado en el peso de un partido gigante. Aventajó al Reus en el primer bocado. Torra recibió de espaldas al arco, sin apenas margen para el éxito. Entonces convirtió el stick en un paraguas. Clack, con un autopase de muñeca, de primeras, sorteó al enemigo. Ante Nelson pareció sencillo. Gancho y gol. Enloqueció el templo, que viajaba a lomos de su Reus. Sólo se habían consumido cuatro minutos. 

El Porto no acabó de romper a jugar. Parecía incómodo con el ritmo, lejos del intercambio de golpes de la ida en el Dragao, en aquella maravillosa obra de anarquía. En todo caso, Cabestany jamás vio desfallecer a su escuadra. Nelson le ayudó. El meta sujetó al Porto ante la abundancia de ocasiones del Reus, que careció de arte cirujano para acabar con la noche. No acertó y dejó el trabajo más crucial en el desván. En todo caso los presagios le favorecían. Dominaba casi todos los registros del juego, aunque eso ante el Porto no asegura premio. Torra, en otra melodía deliciosa, se olvidó de convertir. Había desequilibrado con una maniobra plástica por debajo de sus piernas. 

Helder Nunes confirmó tras el respiro que los dragones no entienden la rendición. Nunes lideró la respuesta portuguesa. Provocó una directa que él mismo no acabó, pero tardó cero en igualar. En este caso gracias a un disparo desde el desierto que sorprendió a Henriques, tapado por exceso de cuerpos. Un intento al poste de Marín como respuesta encendió la noche, que inauguraba la dosis cardíaca de cada tránsito en el alambre. Partido grande.

El Porto regresó como lo suelen hacer los ejércitos poderosos. Obligó a más esfuerzos defensivos al Reus, que dejó de disfrutar. Gonçalo avisó con una cuchara a la madera. La rotación de ocho aseguraba a Cabestany entereza física en su estrategia. Sus jugadores exhibían ya media sonrisa.

El partido le presentó una prueba de madurez asombrosa al Reus. Una azul a Salvat, que pensó poco, le ofreció directa y power play al Porto. Henriques se encargó de sujetar el tiro con ventaja de Gonçalo Alves. El ejercicio heroico del resto en la inferioridad resultó conmovedor. Sobrevivió el Reus y cazó botín. Su rival no soportó una azul a Pinto y Platero empujó al arco una bola muerta en el cajón, tras disparo exterior de Marín. La noche se desbocó, porque la colección de cartulinas no cesó.

Le tocó a Marín y el talentoso Alves no perdonó la directa. El 2-2 envió el partido al manicomio. El parcial de cinco minutos agónicos no resolvió nada. La prórroga aguardó misteriosa. Rafa y Alves generaron pánico, con el Reus preso de la fatiga. Su fondo de armario no le permite licencias abundantes. En todo caso, los penaltis, cada vez más científicos en el hockey proclamaron héroe. De nombre Pedro, de apellido Henriques. Curiosea con la guitarra, pero sus cursos son de paradas. Sus cuatro intervenciones en la tanda devolvieron al Reus a su lugar de cuna. La cima de Europa, porque el Reus siempre vuelve.


 

 

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