Kike Tortosa recibió pegadito en la banda izquierda. La Pobla olía la sangre de su rival en la contra. Se internó y la cedió a Álvaro. El malagueño orbitaba la media luna ante un defensor escapulado como último escollo. Por el rabillo del ojo vio a Gil entrar por la derecha y se la regaló. El de Vic adivinó la salida de Morales y le pegó al balón con algo de altura. Caprichosa, la bola subió demasiado hasta estrellarse contra el larguero. Era el minuto 82. Allí se quedaron los tres puntos. Fue la opción más clara de toda la cita, y prácticamente la única, para ambos conjuntos. Las defensas ganaron la partida y la satisfacción resultó incompleta.
La primera lectura del guión situaba un escenario poco propicio para los intereses poblenses. Las cortas dimensiones de Montigalà y la falta de un ‘nueve’ de referencia entre los grana, para fijar a los centrales, dificultaban la salida por bajo y la aparición de huecos. En los primeros minutos hubo amagos de un fútbol de etiqueta. Pero los primeros pelotazos borraron ese espejismo, que quedó como mera anécdota en el vermut dominical. Los balones divididos y en largo fueron la tónica imperante. Una postal que invitó a echar una cabezadita.
Gabi quiso poner emoción en las áreas pero su disparo desde tres cuartos salió muy arriba. Kike Tortosa le cogió el testigo en una internada por el vértice zurdo. El valenciano buscó el espacio para soltar el derechazo, que salió cerca del palo de Morales. El Badalona intentó replicar con un tiro de Sergio Maestre que todavía debe estar rondando por las nubes barcelonesas.
Los argumentos defensivos del cuadro local estaban neutralizados. Joaqui no le daba un respiro a Sekou y en la bandas Cristian y Espasandín habían echado el cerrojo. Denis, mientras tanto, dibujaba los planos defensivos del equipo para mantener el orden. La única concesión resultó en cuero que dio su paseo de domingo por delante del marco de Varo sin que nadie le molestara. En un córner posterior, Morgado empalmó un rechace y el ‘Águila’ de La Canonja se sacó el apuro de encima de puños. Sin complicaciones.
El debutante en las filas grana, Cristian Márquez, fue sustituido por Marcelo a la media hora al doblarse el tobillo. Las dolencias no fueron a más, pero el cambio se hizo por precaución.
La inoperancia ofensiva requería sal, pimienta, salsa o algo para aliñar el plato. Nacho Pérez pidió el condimento. En un saque de Varo, intuyó el error del defensa para aventurarse solo ante Morales, aunque algo escorado. Le faltó confianza para definir. Revoloteó con la pelota para acabar cediéndola y desperdiciar el aderezo.
El cuadro escapulado intentó encerrar a la Pobla en la reanudación, pero su misión fue una ilusión donde se le vio el plumero a las primeras de cambio. Lo intentó con una falta botada desde media distancia que Maestre remató en segada demasiado alta.
Con el paso del minutero, la intensidad aumentaba de marchas. Gabi mantenía la medular sin fisuras, pero seguían faltando caballos en los metros finales. La entrada de Álvaro fue una bocanada de aire fresco. Se estableció como ‘nueve’ en la orilla del área. En una de sus primeras apariciones cabeceó para Nacho. El zurdo peleó cerca del balcón de la grande y golpeó con instinto de killer. El esférico rozó la escuadra y su víctima quedó ilesa.
En una acción a bola plantada, Sekou desestabilizó a Varo en la pequeña. El colegiado se comió la falta con patatas incluidas. El cuero se dio un garbeo por la jugada embarullada. Se equivocó si pretendía salir indemne del motín. Joaqui acabó por zurrarlo para mandarlo lejos del área grana.
El affaire de Gil con el travesaño dio pie a un tramo final en que la Pobla mordió arriba. Peleó en zona caliente pero sin concretar de cara a portería. El deseo no se materializó y el reparto de puntos dejó un hambre insaciada. Pese a la falta de pólvora, el filial grana se había replegado con una armadura impenetrable. Su consistencia fue digna de la de un armadillo cuando se envuelve en su concha.