El fútbol es una maravilla. Es un espectáculo único capaz de transmutar de la noche al día en un abrir y cerrar de ojos. El Nàstic-Cultural pasó de drama a épica en 30 minutos. De un 0-2 sonrojante se pasó a un 5-3 imposible de creer. Los leoneses lo tenían todo atado, pero se lo creyeron antes de tiempo. El equipo de Gordillo salió del descanso a todo o nada. A jugarse all in a un número. No había marcado un gol en los últimos cinco partidos. Los recogió todos para ganar el primer partido decisivo.
Gordillo debutó con el equipo de gala. Los mejores nombres posibles. Una apuesta por la experiencia y veteranía que exigen este tipo de partidos. Son duelos que se juegan en dos niveles. El futbolístico y el emocional. El entrenador sevillano no tenía tiempo de inferir en el estilo con apenas cuatro entrenamientos. Ahondó en el factor psicológico y utilizó los más capacitados, teóricamente.
Si lo necesitaba al comienzo del partido, mucho más cuando la Cultural se puso por delante en el marcador. En la primera acción de peligro que tuvo. Se abrió la defensa grana como un melón dulce. Martínez penetró con confianza. Le pegó contra la pierna de Molina, pero el rechace siguió en sus pies. Esa segunda oportunidad no perdonó. Cruzó con fuerza y batió a Dimitrievski.
La reacción comenzó en la grada. Habían animado tímidamente en el inicio. Se arrancaron con la ocasión de Manu Barreiro. El gallego pudo marcar tras una excelente jugada hilvanada por Álvaro y Mesa. Una triangulación exquisita que Barreiro remató forzado.
El empuje del público insufló los ánimos que necesitaba el equipo para sacar los dientes. Encerró a la Cultural con una presión asfixiante.
Le bastó una única salida de atrás para asestar el segundo golpe. Un ataque por el flanco derecho de Kakabadze. Se le escapó Emil Buendía que tras un rebote remachó a la red.
Los jugadores de la Cultural gobernaban la medular sin oposición. Nadie aguantaba al equipo por delante de la defensa. Esa referencia no existía. Todas las segundas jugadas iban a parar a los rivales mucho mejor colocados.
El Nàstic se quedó fuera del partido. Quería ir rápido pero no le llegaban las piernas. Todo era corazón. Pases largos buscando la excelencia en Barreiro o Álvaro. Pero el gafe era persistente. Ni los cabezazos de Tejera y Márquez ni el remate de refilón de Barreiro a media altura cogieron portería. La contundencia de las áreas. Ese aspecto que el Nàstic tiene perdido desde hace jornadas.
El ánimo se arrastraba en el descanso. No había confianza. Las sensaciones auguraban una segunda mitad triste. Pero el fútbol es sensacional. Maravilloso. En dos minutos todo enloqueció. El partido se transformó por completo. Lo negro se volvió blanco. Los errores se convirtieron en aciertos. Una bendita locura que remontó un partido histórico. Épico de los grandes.
Con Álvaro Vázquez empezó todo. Un gol que renovó fuerzas e insufló esperanzas. Las reticencias a la capacidad de este equipo de remontar, algo que no habían hecho en toda la temporada, se esfumaron con el empate. El central Iván González se equivoca en el control y deja el esférico muerto a pies de Manu Barreiro. ¡Qué ganas tenía el gallego de marcar! De correr desatado en una imagen que recordó al día de UCAM.
Era el minuto diez de la segunda parte y lo más difícil, igualar, ya estaba hecho. Aún quedaba lo mejor. El Nàstic se convirtió en un vendaval. Un huracán que esfumó a la Cultural del terreno de juego. El ambiente histérico fue el aliado de los granas. Imbuidos del espíritu Gordillo superaron todas sus carencias para machacar a los leoneses.
Uche marcó el tercero con un remate forzado al segundo palo. Repitió Manu Barreiro, avispado como él solo, para recoger un balón muerto que supuso el 4-2.
Todo iba de bajada y los granas fueron a por el ‘gola average’. En León se perdió 2-0, tenían que marcar otro más. Y lo hicieron. Dumitru recién salido al terreno de juego se encontró con otra pelota inexplicablemente suelta en las cercanías del área para asestar el 5-2.
Lástima que un error de Gaztañaga regalase el tercero a los leoneses, obra de Señé. Pero la primera final se ganó. Quedan dos más.