El Nàstic tumba el fortín de Teruel (Teruel 0-1 Nàstic)

Un año y medio llevaba el Teruel sin perder en liga en el Estadio de Pinilla. Una racha de 19 partidos que puso fin el Nàstic. En el partido menos brillante de las cuatro jornadas disputadas, los granas supieron sacar provecho de una acción a balón parado para llevarse tres puntos que lo mantienen en lo más alto de la tabla. Cuando los dos equipos se habían puesto los pies de plomo para jugar los últimos cinco minutos, apareció la cabeza de Pablo Trigueros para llevar al éxtasis a los casi 200 aficionados granas desplazados a Teruel.

El técnico Dani Vidal introdujo dos cambios respecto al once de la semana pasada. El obligado por la lesión de Marc Montalvo y Andy que se cobró su flojo partido ante el Barça Atlètic. Y como viene siendo normal en una plantilla tan competitiva, dos oportunidades que se abrieron para Óscar Sanz y Gorka Santamaría. Los dos se estrenaban como titulares en el Nàstic. El mediocentro cumplió con creces. Puso físico y criterio para no complicarse la vida en la salida desde atrás. Gorka, sigue sin encontrar el camino a portería. Le pone ganas y empeño, pero le falta chispa en el área.

El delantero vasco firmó la primera recuperación peligrosa de los granas a los cinco minutos. Presionó a Arnau y provocó la pérdida. Una ocasión que no supo aprovechar Jaume Jardí. Buscó el espacio para cargar la pierna. Cuando lo logró se topó con un defensor.

El Teruel entró al partido superado por el ímpetu grana en la presión. Le costó un cuarto de hora hilvanar las primeras acciones y ganar algún duelo. El planteamiento partido de los locales, un 4-2-4 con los delanteros descolgados, presentaba una arma de doble filo. Daba control por superioridad en el medio del campo, pero amenazaba constantemente la espalda de los zagueros.

Al Nàstic le faltaba precisión. Estaba bien ordenado, presionaba, cerraba todos los pasillos. Los rasgos identitarios que ha aportado Dani Vidal estaban, pero el equipo tarraconense no conseguía llegar a los metros finales con peligro. Las individualidades de los extremos, Jardí y Concha, no lograban generar el espacio para sacar centros o meterse en el área. No ayudó, para la electricidad de ambos, el tupido césped del Estadio de Pinilla que ralentizaba las acciones. Obligaba a arrastrar el cuero más de lo normal, con la consecuente pérdida de control del esférico.

La única vez que Jardí pudo medirse en el uno contra uno con claridad delante de su defensor mandó la pelota al poste. Recortó y le pegó al palo corto de un Taliby que se alió con la fortuna.

No por suerte, sino por decisión arbitral, el Teruel pudo mantener los once jugadores sobre el terreno de juego en la primera mitad. La entrada de Arnau sobre Jardí, con la pierna superando la cintura, bien pudo costarle la roja. Compensó el trencilla en el segundo tiempo con un penalti claro de Nacho que no cobró.

El segundo tiempo se afeó aún más el partido. Se volvió más rudo. Con muchas interrupciones y cartulinas a banda y banda. El Nàstic iba perdiendo energía e ideas. Vidal daba entrada a Marc Fernández, Andy y Gorostidi para refrescar las piernas y la cabeza.

El partido no se desatascaba y los dos equipos tomaron la actitud de ir con prudencia. Ninguno quería perder un punto en los minutos finales. Pero el Nàstic, abonado a sacar petróleo de esos últimos instantes, logró sacar rédito de una de las pocas jugadas a balón parado que se dieron. Pablo Trigueros encontró el espacio en el área para rematar al fondo de la red.

El tanto llevó el duelo a la locura. Pudo pasar de todo. El Teruel fue con todoy apretó a Varo que tuvo que intervenir en un par de ocasiones para mantener su portería a cero. Marc Fernández pudo sentenciar. Se quedó solo, tras superar al meta local, pero esperó tanto que la defensa despejó bajo palos su tiro.

Y en la última posesión, el Teruel pidió de nuevo un penalti. Pudo haberlo, pero el árbitro no quiso saber nada y los tres puntos viajaron a Tarragona.