Porque si hay que caer, que sea así siempre. El Melilla disparó primero en la ida de los octavos de final del play-off de ascenso a Primera FEB, pero lo hizo ante un Salou de orgullo y pasión, que tuvo sus opciones hasta el final. Un Salou que comenzó muy acertado y que llegó a estar diez arriba al final del primer cuarto, pero que no pudo contener la recuperación melillense a partir de entonces. Todo se decidirá en la vuelta, pero lo indudable es que el cuadro azul la afrontará con la misma energía con la que disputó la ida.
Con energía empezó especialmente Emilio Martínez, que clavó un canastón desde el 6,75 para poner al Salou por delante y encender a la grada (3-0). Reaccionó el Melilla con un robo de Pablo Córdoba y una bandeja de Herve Kabasele (3-2), pero C. J. Barksdale lució alma de capitán para conectar otro triplazo con oposición y aumentar la ventaja salouense (6-2). Un inicio digno de un encuentro de play-off y de un Salou que salió a todo dar, muy agresivo en defensa y finísimo en el tiro, especialmente de tres, con Iker Montero y Oliver Bieshaar abriendo brecha (14-6).
Los jugadores de Mikel Garitaonandia, a los que no se les da especialmente bien jugar a domicilio, salieron faltos de precisión y erráticos en el tiro, algo de lo que se aprovechó la energía azul para dar un puñetazo sobre la mesa. Era el camino. Era el partido que había planteado Jesús Muñiz, consciente de lo importante que es entrar bien y sumar ventajas (18-11). Ventaja que Barksdale amplió hasta el +9 (20-11). El capitán y Montero impulsaban a los suyos, con 14 puntos de los 20 azules.
A la fiesta se sumaba Adrià Aragonès desde el banquillo, con un lanzamiento punteado de tres que mantenía a raya al Melilla (23-16). No conforme con ello, Ezekiel Alley contragolpeó desde el 6,75 (23-19). Pero ahí estaba el francotirador Pablo Aso para devolver el golpe y poner al Salou de nuevo siete arriba (26-19), en un cruce lleno de alternativas, con un ritmo de anotación altísimo y al que los de Jesús Muñiz estaban poniéndole el color. Color de una obra pintada a conciencia, y a la que Víctor Aguilar quiso añadirle detalles con cuatro puntos consecutivos (30-21).
La energía de los pupilos de Jesús Muñiz contagió a la grada y viceversa. Adrià Aragonès cerró el primer cuarto con un nuevo triple (33-23) que encendía aún más a la parroquia azul, pero el Melilla encadenó un parcial de 0-7 y demostró que al mejor ataque de la categoría no se le puede conceder ni un milímetro. Muñiz lo paró para devolver a los suyos a la senda.
Y vaya que si lo hizo. El conjunto azul recuperó la luz, pero lo hizo ante un Melilla más inspirado, lo que convirtió el choque en un duelo de pistoleros, con hasta cuatro triples consecutivos (43-38). La mejora de los de Garitaonandia se trasladaba al marcador y el partido quedaba en un pañuelo (45-45) y un triple de Pavlo Krutous le daba el liderato por primera vez al Melilla (45-48) en medio de diversas decisiones polémicas de los colegiados. Serhii Pavlov ponía la máxima diferencia melillense con un triple (45-51) y obligaba a Muñiz a pararlo de nuevo antes del descanso.
El Melilla siguió su línea ascendente y superó el +10 de ventaja (47-58). El equipo de Mikel Garitaonandia encontró la efectividad que le había faltado en el primer asalto y castigó a un Salou que seguía en la pomada (55-64). Era el momento de apretar en defensa y seleccionar con criterio en ataque, pues los azules habían perdido efectividad en el lanzamiento. No obstante, Jesús Muñiz ha imprimido un carácter competidor a este equipo que aparece en paisajes como este.
Un paisaje que iba oscureciéndose porque el Salou no podía reducir la ventaja (62-72). Juanpe Jiménez apareció con dos triples consecutivos entre el final del tercer asalto y el inicio del cuarto para poner el 68-74 en el luminoso y volver a acercar a los suyos, pero Morgan Stilma respondió desde la línea de tres por partida doble (70-80). Todo seguía anclado en el +10 para el Melilla, y el cansancio empezaba a hacer mella a un Salou que vivió una mala racha en el tiro (70-84).
Una mala racha que no iba a impedir que los de Jesús Muñiz recortaran la ventaja en el último tramo del partido. Un parcial de 6-0 con dos puntos de Aguilar y cuatro de Montero apretó el resultado final (80-88) para que la vuelta en Melilla dictamine una sentencia que no empañará la pedazo de temporada que se ha marcado este Salou.