El descenso a Segunda B se consumará más pronto que tarde. Llegará un día en el que las matemáticas dicten sentencia. Pero la despedida se fue fraguando en encuentros como el de esta tarde ante el Málaga. O como la del Cádiz hace unas semanas. Derrotas surgidas del infortunio. Ante los gaditanos fue un autogol de Kanté, frente a los malagueños el partido se despeñó en un rebote. Un chut sin maldad que Imanol sin querer lo convirtió en tres puntos para los andaluces.
Se podría volver a hablar de meritocracia. El Nàstic mereció más. Expuso un mayor número de argumentos que su rival, pero se le atragantó el área contraria. La indecisión a la hora de solventar los metros finales precipitó al equipo al vacío. A encadenar una nueva derrota cada vez más pesada que la anterior.
Compareció el equipo de Martín Monreal con una marcha alta para presionar al cuadro andaluz desde bien arriba. Pipa entró activo y amenazó en convertir su carril diestro en un puñal punzante para Ricca. Le azotó con dos cabalgadas en los primeros minutos que ofrecieron peligro inminente. Una falta que Abraham mandó a la grada Tarraco Invicta y un centro que Luis Suárez remató ligeramente desviado.
El Málaga entró con retraso al partido. Cuando el Nàstic había conseguido encender a la grada con las primeras ocasiones. Pero en cuanto tomó las riendas logró adormecer el choque. Demasiado. El partido fue entrando en una fase de incompetencia mutua. Ni Nàstic, ni Málaga daban muestras de capacidad para dinamitar el status quo. Una tarde plácida, con todas las características de una siesta primaveral, que solo se rompió con alguna llegada de Pipa que ninguno de sus compañeros pudo rematar.
La gran novedad del partido fue la presencia de Ramiro Guerra en el once de partida. El centrocampista uruguayo sólo había jugada 90 minutos desde que llegó en verano, cedido por el Villarreal. Las lesiones han convertido la temporada en un calvario para el charrúa. Desde hace un par de semanas Guerra es uno más en los entrenamientos y Enrique Martín vio que era el momento de ‘recuperar’ plenamente al futbolista. Aunque tuviera que sacrificar a Viti, uno de los mejores futbolistas del equipo en los últimos partidos.
Ramiro se le vio agarrotado. Como si fuera con pies de plomo. Un temor lógico en su situación. Acumula muchos meses de baja, encadenando lesión tras lesión. Necesita minutos para recuperar la confianza en su maltrecha rodilla. Pero quizás, la actual circunstancia clasificatoria del Nàstic no es la mejor. Ni para él, ni para el equipo. No llegó a la hora. El físico volvió a advertirle y el entrenador navarro acabó cambiándole por Viti. Un relevo cantado del que solo se desconocía el momento que se produciría. El error no es poner a Guerra, sino retirar a un futbolista con méritos para establecerse como el timón del equipo.
El regreso de Thioune, tras cumplir sanción, dotó de músculo el centro del campo grana. Su ímpetu igualó las fuerzas en la medular. El senegalés aporta esfuerzo y también una buena dosis de criterio en la distribución. No le falta calidad para asumir galones, pero necesita buenos acompañantes.
El segundo acto discurría por el mismo escenario pasivo. Acelerado en acciones aisladas fruto de escarceos solitarios. Blanco puso al Málaga en el foco del partido. Se revolvió en el área para soltar un balonazo que hizo templar el arco de Bernabé.
La entrada de Viti impulsó al Nàstic a dar un paso hacia adelante. Supo contener al Málaga en su campo mientras trataba de hilar un relato que le llevara al gol. El inicio y desenlace era de lo más correcto. El bloque llegaba en la zona decisiva. Donde más claridad deben tener los jugadores aparecían las dudas. Nadie era capaz de resolver los últimos metros.
Si a ello se le suma el infortunio propio del al que todo le sale mal, llega el castigo. Desmesurado pero habitual en Segunda División. A Pacheco le salió un churro de disparo. Ni iba hacia puerta, pero el rebote en Imanol lo mandó directo a la red. Una estocada que el Nàstic no supo digerir. Todo el orden se fue al garete. Las fuerzas se extinguieron como la llama de la esperanza en seguir un año más en Segunda División. Solo queda esperar a las matemáticas para certificar un adiós que se hará extremadamente largo.
0- NÀSTIC: Bernabé, Salva, Noguera, Fali, Pipa (Sadik, 76'), Abraham, Guerra (Vite, 57'), Imanol, Thioune, Luis Suárez y José Kanté (Uche, 73').
1- MÁLAGA: Kieszek, Diego, Luis, Adrián, Blanco, Alejo (Lombán, 90'), Cifuentes, Ricca, Ontiveros (Pacheco, 54'), Erik Moran y Harper (Mula, 70').
GOL: 0-1, Pacheco 73'.
ÁRBITRO: Pulido Santana. Amonestó a Pipa, Ivan Alejo, Adrián y Pacheco.