Los lazos de Jesús Olmo (Barcelona, 1985) con Reus ya resultan indestructibles. Compareció por la ciudad un verano de 2014 inmerso en una crisis personal que amenazaba con su retirada. Le dieron por inservible debido a dos fracturas en el talón de Aquiles cuando su carrera tomaba impulso en el Sabadell de Segunda. Se vio obligado a reducir sus prestaciones.
El Reus le acogió conocedor de que su talento como central no generaba sospechas. Él se encargó del resto. Apagó cualquier tipo de recelo con un rendimiento superior. Cinco años le han devuelto a la élite, con la sensación de que el paso del tiempo no le desgasta, le mejora. Ha decidido no pasar facturas. Su mejor aval lo expone sobre el césped.
Jesús Olmo ha salido del Reus obligado. Esperó hasta el último segundo una solución a la crisis. «Me han echado de mi casa», dice. El terrible presente institucional del club se ha llevado por delante a emblemas como Olmo. No sólo eso. Él ha tenido que lidiar con los problemas continuos del día a día insoportable que ha terminado con la primera plantilla expulsada del campeonato, tras el contundente dictamen de LaLiga. “Sólo hay un culpable y es Joan Oliver”, recuerda el excapitán. Ha lucido el brazalete en las dos últimas temporadas.
«Me fui con una pena que me moría. Recuerdo el día que estaba haciendo la mudanza y venían los amigos que he hecho desde que estoy aquí y se nos caían las lágrimas», admite un Olmo que además añade que «nunca pensé que saldría del club y menos como lo hice, sin poder despedirme de los aficionados en el campo».
El excapitán ha calado entre los hinchas, sobre todo por el compromiso que ha mostrado con el club, más cuando han emergido los problemas. Jesús no olvida la apuesta que el Reus hizo por él. «No lo voy a olvidar nunca. Ma daban por cojo y el Reus creyó en mí. Durante estos años he intentado devolver esa confianza con mi juego y mi comportamiento».
Una hija ‘ganxeta’
El arraigo de Olmo con la ciudad ha disfrutado de argumentos más allá de los deportivo. Su hija, Mia, que acaba de cumplir 2 años, nació en el nuevo Hospital Universitari Sant Joan. Puede presumir de disfrutar de una ‘ganxeta’ en la familia.
«Reus es como mi casa. He estado muy a gusto y cuesta salir de tu casa así, pero esto continua y he encontrado un lugar que creo que es ideal para progresar y disfrutar de mi carrera». Ese lugar se llama Elche, la ciudad nativa de la mujer de Jesús, Vanesa. La pareja se conoció durante la primera etapa del defensor en el equipo ilicitano.
En el Martínez Valero, Olmo no desembarca solo, antes que él aterrizó Edgar Badia, otro de los últimos emblemas del CF Reus que necesitó emigrar antes de tiempo porque el antiguo propietario decidió no pagarle tres nóminas que le debía. Olmo y Badia mantienen una relación extraordinaria. Los dos han formado parte de la vieja guardia rojinegra, ascendieron a Segunda A y compartieron brazalete en la última etapa.
De la mano de Jesús Olmo apareció también en el vestuario del extraordinario estadio del Elche, el joven Alfred Planas, el último hallazgo con aroma a futuro del CF Reus, que con la crisis ha logrado firmar un contrato profesional con el Alcorcón y el club madrileño lo ha cedido hasta final de temporada al Elche.
Pacheta ha encontrado en Reus las piezas que le faltan a un equipo que aspira a eludir cuanto antes la zona de descenso. El debut de Olmo y Planas con el Elche se va a producir este próximo fin de semana, en el compromiso que los verdiblancos deben afrontar ante el Oviedo de otro reusense ilustre, Ramon Folch. Un partido de reencuentros y de nuevos horizontes.