Reus y Noia firman tablas en una exhibición de vértigo

Se encontró el Reus con un escenario incómodo prácticamente sin merecerlo. No le dio tiempo ni a suspirar y ya iba por detrás en el tanteo. A los 22 segundos, un disparo exterior de Bargalló colisionó en el cuerpo de Julià y se coló en el arco de Ballart, totalmente tapado. El golpe del Noia inauguró un mediodía de los grandes en el campeonato, con dos equipos tan parejos como extraordinarios, cada uno en su libreto.

El estado de shock le duró poco al Reus, que respondió rápido, instalado en un estado de confianza maravilloso. Julià, de falta directa, su marca registrada, igualó y el envite tomó un rumbo frenético. Ataques constantes y rebeldía. Mucha rebeldía en las dos orillas.

El Noia de Pere Varias obliga a un despliegue físico abrumador a cualquiera de sus rivales. Impone un ritmo de juego altísimo, va a degüello. Es un equipo que no entiende de término medio. Va a pecho descubierto. Para el hincha resulta una bendición, porque el duelo visitó áreas constantemente. Hubo trabajo abundante para los dos porteros. Ballart y Roca mantuvieron la compostura.

No pudo sujetar el marcador Càndid en una pena máxima de Ferran a Esteller. Anotó de pala Mitjans y el Noia parecía hallar un resquicio para el dominio, pero solo pareció. Compagno dibujó una acción maravillosa, con gancho y pase interior, para que Gelmà convierta el 2-2 de primeras, en boca de gol. Se habían consumido 17 minutos y el vértigo se imponía a la pausa.

Nada cambió en el regreso de vestuarios y eso que los de Garcia añadieron agresividad en sus ataques y alcanzaron doble ventaja, en parte gracias a la astucia de Compagno, que recuperó la capacidad para la definición. Había marcado solo un gol en el curso y culminó dos en ese segundo parcial. De forma consecutiva. El primero, gracias a una máster class de delicadeza de Aragonés, hábil para el cambio de ritmo y fino para el pase. Compagno acabó por el palo corto.

La segunda diana del italiano, la del 4-2, en el mi¡nuto 31, acercó al Reus al éxito y encumbró un partido completísimo de Checco. Pero el rival no entiende de rendiciones, sus jugadores se han educado en la máxima competición.

Kilian Gil redujo distancias cuando el envite entró en los minutos de la verdad, en un alfiler con respecto al desenlace. La tensión se cortaba con un cuchillo. Aragonès desperdició una pena máxima que debió relanzar al Reus de forma definitiva hacia los tres puntos. En cambio, Bargalló, a tres para el final, firmó unas tablas que dignificaron la categoría de los dos equipos.