Uche deja la salvación a un paso (Huesca 0-1 Nàstic)

Un gol del nigeriano da la victoria al Nàstic en un Alcoraz festivo que acabó despidiendo al cuerpo grana entre aplausos

27 mayo 2018 20:26 | Actualizado a 30 mayo 2018 10:38
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El Nàstic se sumó a la fiesta del Huesca con la celebración de un triunfo esencial para la permanencia. Un gol de Uche, otra vez, puso la salvación a un pasito. El nigeriano es mágico. Lo fue la pasada temporada y volvió a serlo en el Alcoraz. Su testarazo fue el alma de los 200 seguidores granas y los miles que desde Tarragona sufrieron de lo lindo.

Con un ojo en el resto de estadios el Nàstic se vio en posiciones de descenso para salir disparado hasta la 15ª posición con 48 puntos. No hay nada hecho. Los resultados no acompañaron del todo. Bajó el Barça B, pero el resto de equipos se mantienen en un puño. Un error en la última jornada podría resultar carísimo.

Gordillo se atrevió a innovar para corregir una de las graves deficiencias del primer tiempo ante la Cultural, la ausencia de un pivote defensivo para atajar las segundas jugadas. El sevillano otorgó esa faena a Matilla, liberando a Javi Márquez y Sergio Tejera de esa tediosa labor para futbolistas de un perfil más ofensivo. Ese trivote dio más consistencia al equipo. Se le vio mejor colocado sobre el césped.

A Maikel Mesa esa disposición le costó el puesto y a Álvaro Vázquez desplazarse hacia esa banda izquierda tan desagradecida.

El Nàstic apareció intenso en el Alcoraz. Demostró deportividad ofreciendo un pasillo de honor para felicitar al cuadro oscense por su ascenso a Primera, pero dejando claro desde el primer minuto que tenía la intención de sumar un triunfo vital para su objetivo de la permanencia. Dominó hasta que el Huesca empezó a entonarse. Se desperezó de la resaca de la fiesta de Primera y tomó el papel relevante habitual en su feudo.

Las posesiones del Huesca comenzaron a alargarse ante un Nàstic que bajó revoluciones y esperaba el balón para salir disparado por las bandas. Especialmente activo se mostró Álvaro Vázquez. Arrancó de forma individual la primera ocasión de cierto peligro para los tarraconenses. Akapo tapó el disparo.

El Alcoraz estaba de fiesta. Se notaba en la grada y en el césped con detalles técnicos que en otras circunstancias de ninguna manera se lo hubieran permitido. Como una rabona de Chimy Avila que arrancó los aplausos entusiasmados de la grada. El argentino se le vio con ganas de gustar. A la media hora de juego soltó un latigazo que alertó a todos los aficionados del Nàstic.

Los de Rubi generaban más peligro al contragolpe que con posesiones en estático. La verticalidad la cargaba Chimi Avila, al que la afición pedía una y otra vez que se quedara en Huesca. No fue el único. Entre cántico y cántico se colaron Cucho, Remiro y casi todos los jugadores de la ya histórica plantilla.

Al Nàstic le costaba acercarse a la portería de Remiro. Matilla lo intentó con un disparo lejano desde el balcón del área. El recurso más productivo eran los centros desde la banda izquierda. Cazó Manu Barreiro uno, pero el control fue largo y Remiro atrapó sin problemas. Más tuvo Dimitrievski en la réplica de Cucho que salió lamiendo el poste.

En el descanso, el Nàstic entró provisionalmente en posiciones de descenso. El gol de penalti de la Cultural y el tanto del Córdoba en Reus metía a los granas en la peor de las situaciones. El Huesca jugaba a medio gas, pero los granas no imponían la intensidad que requería el momento. Muy lejos de ese alma que les transformó en el segundo tiempo ante la Cultural.

Gordillo repitió actitud en los cambios. Uche y Dumitru entraron para darle peso al ataque. Supuso un paso adelante para los tarraconenses. Un gol anulado y un remate de Barreiro daban ánimos a los 200 seguidores granas, mientras que el Huesca tiraba de sus estrellas para poner peligro a Dimitrievski.

Los nervios, la angustia y ese miedo latente a no depender de sí mismo para salvarse en la última jornada se despejaron cuando Uche besó la red. El nigeriano, otra vez, despertó en el tramo final para vestirse de superhéroe grana. Su cabezazo lo empujó Tarragona entera.

Si la cosa iba bien para los intereses del Nàstic mejor se puso cuando Sagués Oscoz decidió expulsar con roja directa a Akapo por una dura entrada sobre Tejera. A duras penas el Nàstic conseguía matar el partido. Evitar daño y protegerse con balones en el córner para celebrar una victoria vital, imprescindible que acerca la salvación.

Faltará un último empujón. El que deberá dar el Nou Estadi el próximo sábado en el partido ante el Rayo Vallecano, que llegará a Tarragona también de resaca, tras lograr este domingo la salvación.

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