Gran incendio forestal en Tarragona
Paisaje mosaico: el mejor cortafuegos natural ante los grandes incendios
La agricultura, el pastoreo, la limpieza de los bosques y el aprovechamiento de los recursos forestales son básicos para limitar la devastación de los fuegos en el medio natural

Una pareja observa los efectos del incendio entre Xerta y Paüls.
El 62 por ciento de la superficie de Catalunya es forestal: dos millones de hectáreas, de las cuales 1.570.000 son arboladas. El porcentaje es algo menor en las Terres de l’Ebre, ya que la actividad primaria todavía es relevante, con el macizo de Ports como principal pulmón verde, seguido de la sierra de Cardó-Boix, la de Tivissa o Cavalls y Pàndols, entre otras. Un 30 por ciento es monte de titularidad pública, mientras que el 70 es privado, de pequeños propietarios.
Aunque la actividad agrícola y ganadera todavía está muy presente en el territorio, el abandono de explotaciones en las últimas décadas ha hecho crecer los bosques jóvenes y la maleza. Un buen ejemplo de ello es la zona donde se originó el incendio en la falda de los Ports, en el término de Paüls, una área escarpada pero a la vez con campos de olivos dispersos.
El avance del fuego hacia Xerta y Aldover fue más virulento en las zonas boscosas y de campos abandonados, con el sotobosque muy sucio, mientras que en las áreas cultivadas quedó más amortiguado. «Los bosques jóvenes y de especies como el pino blanco son más propensos a los grandes incendios», según explica Álvaro Poo, ingeniero agroforestal y responsable del programa de bosques de la empresa social Nactiva.
El Consorci de Polítiques Ambientals de les Terres de l’Ebre (COPATE) da apoyo desde hace 20 años a los municipios con grandes áreas forestales para mejorar su gestión, una labor para la que se cuenta también con las Agrupaciones de Defensa Forestal (ADF). Con ayudas públicas de la Generalitat y la Diputació, estas entidades formadas por ayuntamientos y propietarios centran su actuación en medidas de prevención como la creación de puntos de agua y de franjas de seguridad, así como la puesta a punto de caminos rurales, básico todo ello por si es necesario el trabajo de los bomberos. Pero la extensión es inmensa y el trabajo ingente. Y los grandes incendios crecen alimentados por unos bosques descontrolados.
Los agricultores hace años que reivindican su función no sólo como proveedores de alimentos, sino también como gestores y guardianes del territorio. Consideran que la administración tendría que recompensarles por esta función y garantizar que su actividad sea rentable.
El incendio de Horta de Sant Joan en 2009 marcó un antes y un después en Catalunya y dejó clara la necesidad de invertir en gestión forestal. En prevención. Desde entonces algo se ha avanzado, pero no lo suficiente. Guillem Arguelich, técnico del área de territorio del COPATE, explica que hay consenso en que se tiene que avanzar hacia el concepto de mosaico forestal o paisaje mosaico, «con políticas agrarias, forestales y ambientales decididas».
Un paisaje mosaico es una estrategia de gestión del territorio que busca prevenir incendios forestales a través de la creación de una diversidad de usos del suelo y de tipos de bosques, actuando como una especie de cortafuegos natural. Se trata de fomentar la agricultura, la ganadería y las actividades forestales tradicionales, creando paisajes vivos y habitados.
El pastoreo, por ejemplo de cabras, ayuda a limpiar el sotobosque, pero ya quedan muy pocos rebaños en activo, en la zona de Rasquera o de Pàndols.
Uno de los ámbitos en el que queda mucho camino por recorrer es el aprovechamiento de los bosques: madera para biomasa y otros usos, setas, piñas... «La madera es el material de construcción del futuro», remarca Argelich, quien recuerda que los Ports fueron un punto de extracción de madera de gran calidad durante siglos (se utilizó por ejemplo en la Mezquita de Córdova) y hasta hace sólo unas décadas.
El Centro de la Propiedad Forestal (CPF) es un órgano de la Administración Forestal de Catalunya, participado por el sector forestal privado, que tiene como objetivo promover la ordenación y la gestión de los montes de titularidad privada. Pero la actividad forestal es vista todavía como deficitaria por parte de los pequeños propietarios, según admite Álvaro Poo, quien remarca la necesidad de apostar por este ámbito de la llamada bioeconomia.
Resiliencia
En el incendio de Paüls se han quemado un millar de hectáreas de las más de 35.000 que tiene el Parc Natural dels Ports, a caballo entre las comarcas del Baix Ebre, el Montsià y la Terra Alta, en un gran macizo que se extiende también por Aragón y la Comunidad Valenciana. El Parc Natural se creó en el año 2001 para gestionar precisamente esta zona natural de paisajes espectaculares y gran biodiversidad. Actualmente, el Parc participa en un proyecto europeo, el Life RedBosques Clima, que se propone conseguir una mayor capacidad de adaptación al cambio climático en los bosques, promoviendo una gestión forestal con objetivos de conservación: promoción de la madurez, aumento de la heterogeneidad y de la biodiversidad.
Según explican los técnicos responsables, en el Parc Natural dels Ports, el abandono de la mayoría de las actividades productivas del monte ha dado lugar a bosques de pino (Pinus nigra, P. halepensis y Quercus ilex) muy jóvenes y homogéneos, muy vulnerables a los efectos del cambio climático. El objetivo de esta acción es crear un paisaje resiliente al cambio climático, que esté formado por diversos tipos de vegetación, y bosques en distinto estado de desarrollo. Mediante la recuperación de procesos ecológicos básicos (utilizando selvicultura de conservación, quemas prescritas y herbívoros) se creará un mosaico heterogéneo, intercalando rodales maduros, rodales en diferentes estados evolutivos y áreas abiertas, que en su conjunto sea más resiliente a sequías e incendios. Un modelo de gestión que se pueda después extrapolar a otras zonas forestales del Mediterráneo.
Fundació Pau Costa
«Hay que formar a la ciudadanía sobre cómo actuar»
Ante el reto de los grandes incendios, cada vez más freqüentes, la Fundació Pau Costa (que lleva el nombre de uno de los bomberos que murió hace 16 años en el incendio de Horta) aboga porque las infraestructuras de prevención y protección contraincendios sean consideradas «elementos de utilidad pública» para poder hacer «ejecuciones forzosas» si se encuentran en un terreno privado; incorporar el uso del fuego como herramienta de gestión de los ecosistemas; revisar el marco normativo sobre urbanizaciones y construcciones para poder restringir donde se construye; que se reconozca la labor del sector primario con retribución económica; evaluar la inversión en gestión forestal sostenible y formar a la ciudadanía sobre como actuar ante los incendios.