'La furgoneta de Barcelona me pasó por delante'

Joan Pere Margalef, vecino de Flix, narra cómo vio de cerca pasar el vehículo y pudo salvar la vida:‘Todo el mundo gritaba. En ese tramo no llegó a atropellar a nadie. Fue más adelante’

18 agosto 2017 15:53 | Actualizado a 08 noviembre 2017 13:29
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Óscar Cano es un taxista de Barcelona que, muy a su pesar, ha logrado una notoriedad no deseada al ser testigo directo de la secuencia completa del brutal atentado. Acababa de dejar a unos clientes en la plaza de Catalunya «cuando veo cómo una furgoneta sube el bordillo de Las Ramblas y se pone a circular a toda pastilla por la zona peatonal»... Así empezó la sangrienta carrera de 600 metros que se saldó con al menos trece muertos y ochenta heridos. «He visto salir volando a varias personas», contaba el taxista visiblemente afectado.

Cano aseguraba que en el primer tramo de la turística calle no se registraron víctimas. Su testimonio lo corroboró Joan Pere Margalef, un vecino de la localidad tarraconense de Flix. Ayer había ido a Barcelona a encontrarse con unos amigos sevillanos, pero mientras estos visitaban el palacio Güell, él decidió esperarles en un banco de Canaletas.
La tranquilidad le duró muy poco.  «De pronto se ha oído un ruido muy fuerte, me he levantado de un brinco y me he colocado detrás de la silla; justo entonces una gran furgoneta blanca me ha pasado por delante a gran velocidad. Todo el mundo gritaba, pero en este tramo no ha llegado a atropellar a nadie, ha sido más adelante», decía.             

Pere Margalef, de 62 años, escuchó el estruendo del impacto de la furgoneta contra uno de los quioscos de la avenida. Como el resto de personas que pudieron reaccionar, corrió refugiarse en la heladería Amorino. Poco después, por orden de los Mossos d’Esquadra, bajaron la persiana del comercio y allí se quedó, junto a otros paseantes y clientes,  durante más de dos horas, hasta que la Policía evacuó el local.

Joan Pere, de Flix, se refugió en una  heladería y allí estuvo durante     más de dos horas

Otros viandantes buscaron cobijo de portales, bares y hoteles. Erminia Mata se escondió en una tienda, desde donde contempló horrorizada la escena. «Veía gente tirada en el suelo, ensangrentada, por todas partes».

El hotel Lloret Ramblas está situado frente a la conocida fuente Canaletas. Rebeca, empleada del establecimiento, no daba crédito a lo que había visto. «La furgoneta ha bajado por el centro arrasando con todo. He visto a varias personas atropelladas. Nuestros huéspedes están nerviosos; algunos lloran porque no saben dónde están algunos de sus familiares, pero no sabemos muy bien qué ha pasado», explicaba hacia las seis de la tarde cuando aún estaba sin confirmar que el atropello masivo era un atentatado yihadista

Líneas de metro cerradas
Las líneas de metro que corresponen a esta zona se cerraron. Los viajeros que las utilizaban en ese momento y cuyo destino era la plaza de Catalunya supieron por megafonía que el suburbano iba a saltarse la estación. 

«Nos han dicho que debido a un incidente continuábamos hasta Urquinaona, sin más explicaciones, pero gracias a los móviles hemos sabido que había un atropello masivo... claro que aún no se hablaba de atentado», explicaba a este periódico David López, un periodista granadino afincado en la Ciudad Condal. «Cuando hemos llegado Urquinona, la gente no quería salir del metro, se sentía más segura allí dentro. Enseguida han acordonado la zona y no podíamos movernos. Era un caos, estábamos aterrorizados: veíamos pasar ambulancias, una tras otra y los helicopteros... Gracias a que tengo una amiga que vive ahí mismo, he subido a su casa y allí me he quedado. La gente lloraba, los turistas estaban desencajados», añadió.

Todos los testigos del atropello masivo coincidían al relatar el momento inicial de estupor de la gente y las posteriores escenas de pánico al ser conscientes de lo que sucedía. Ellen Vercamm, una turista de vacaciones en Barcelona, explicó que «estábamos a las puertas del Hard Rock Café. Ibamos en dirección a la Rambla cuando hemos visto el choque de una furgoneta blanca contra la gente. Hemos visto cómo la gente salía volando, lo mismo que tres ciclistas», explicaba. Ellen viaja en un grupo mayor que se desperdigó en los momentos de máxima tensión. «No nos ha pillado por dos minutos. Ha sido terrible. Somos un grupo grande y no sabemos aún si todos están bien», agregaba.

‘No nos ha pillado por dos minutos. Ha sido terrible’, decía Ellen, una turista

Amado Nicolás también vivió el atropello en primera persona. Natural de Murcia, lleva varios meses en Barcelona por temas laborales. Iba a cruzar hacia Plaza Catalunya y «el semáforo estaba en rojo cuando he oído un golpe». Entonces ha visto la furgoneta blanca enfilar Las Ramblas. El vehículo «se ha metido por el centro de La Rambla. Parecía que se iba a salir e iba a volcar pero no, ha derrapado y ha enfilado Las Ramblas».

Albert Tort es enfermero, vive en Las Ramblas y fue una de las decenas de personas que se aprestaron a ayudar. «La policía no me dejaba pasar pero me he identificado como sanitario y he pasado. Lo que he visto ha sido un auténtico desastre. Yo he contado al menos seis muertos, he intentado reanimar a un joven pero ha sido imposible».

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