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    «La condición de pescador no se pierde nunca, aunque ya no pesques»

    Josep Molina, patrón durante treinta años de la cofradía de L’Ampolla

    04 junio 2022 20:08 | Actualizado a 05 junio 2022 07:22
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    Josep Molina nació en plena Guerra Civil, el 1938, y toda su vida ha estado muy vinculada al mar y al municipio de L’Ampolla. De alguna manera L’Ampolla es hoy L’Ampolla gracias al esfuerzo de Josep Molina y otras personas que durante muchos años lucharon por su segregación de El Perelló, conseguida finalmente el 1989. Y también estrechamente vinculada al mar porque Molina es hombre de mar, y ha sido presidente de la Confraria de Pescadors de L’Ampolla durante más de 30 años y 16 de la Federació Territorial de Confraries de Pescadors de Tarragona.

    «Recuerdo mi infancia como la de todo el pueblo en plena postguerra: con muchas penurias, fatigas y miedo», expresa. «Todos los niños en el pueblo ayudábamos a los padres en el puerto. Empecé a pescar con mi abuelo, que tenía una barca pequeña e iba con él todos los días. La barca buena de mi abuelo se la quitaron cuando la guerra. Fui aprendiendo y haciéndome mayor hasta que a los 20 años acabé el servicio militar y pensé que tenía que hacer alguna cosa».

    Así compraron una barca de motor, de 8 metros de eslora y 20 caballos de fuerza. Poco a poco todos los pescadores, con esfuerzo, fueron comprando barcas a motor y su situación fue mejorando, pudiendo pescar mucho más.

    «Antes el primer pescado lo enviábamos al Mercat del Peix de Tortosa. Recuerdo que si íbamos a Tortosa algun día con mis padres o mis tíos ellos iban enseguida al mercado a ver los precios», comenta.

    Molina expresa que el sector pesquero ha sido muy pobre históricamente. En el caso de L’Ampolla, además, los avances fueron más despacio que en otros municipios, ya que hasta los años 50 no se construyeron los primeros metros del espigón del puerto. «Cuando había levantadas nos pasábamos muchas noches vigilando las barcas, reforzando los cabos, pero lo arrasaban todo... La primera barca de arrastre de L’Ampolla se fue a L’Ametlla porque aquí no tenía ni dónde atracar. Poco a poco fuimos consiguiendo mejoras», recuerda.

    Esas mejoras llegaron especialmente en el momento de la segregación. El 16 de enero de 1937, el Diari Oficial de la Generalitat publicó un decreto en el que disponía la segregación de la barriada de L'Ampolla del término de El Perelló, para constituirse en municipio independiente. Pero en 1938, la aprobación del Decreto de Burgos derogó toda actividad del gobierno republicano, y con ella, paralizó el decreto por el que se disponía la segregación de L’Ampolla. Con esta información, una docena de jóvenes se agruparon y comenzaron a organizarse. «Íbamos de casa en casa explicándolo a la gente, como hicieron en 1937, pero muchos vecinos tenían miedo y nos decían que eso estaba prohibido. Al final, después de muchas peripecias y tortazos, nos dieron la segregación. Teníamos muchos argumentos a favor, como que no había alcantarillado». Hoy L’Ampolla ha crecido mucho y es un municipio de gran vitalidad, muy querido.

    Hace pocos días la Federació de Confraries de Pescadors de Tarragona le dedicó a Molina un homenaje, por su implicación y larga trayectoria. Según Molina, las normativas europeas están complicando el trabajo de muchos pescadores: «Cada provincia tiene sus particularidades. No se pueden hacer las normativas iguales para todos los sitios. No es lo mismo una barca de L’Ampolla que otra de fuera, el tema de las redes y los hilos... Debemos dialogar. Ahora está todo demasiado centralizado en Bruselas y eso no debería ser así», sostiene.

    Molina a los 65 años dejó de ir a pescar pero expresa que «la condición de pescador no se pierde nunca». Ahora mira el camino que ha dejado atrás, con tantas luchas y reivindicaciones: «Echo de menos el mar, pero las cosas son como son... Hasta que Dios quiera seguiré al pie del cañón. No me equivoco si digo que a lo largo de la vida molesté a muchas personas en algún momento y pido disculpas... Pero a la vez he recibido el cariño de mucha gente».

    «Todos los niños del pueblo ayudábamos
    a los padres
    en el puerto»
    «Las normativas no pueden ser iguales para un pescador de aquí que uno
    de Girona»
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