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    La magia del interior de les Terres de l’Ebre, un brutal territorio por descubrir

    Las propuestas de esta bella región del sur de Cataluña son tan completas como infinitas

    28 marzo 2023 11:55 | Actualizado a 31 marzo 2023 14:29
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    Les Terres de l’Ebre son una vasta región rica en historia, paisaje, vinos, zonas verdes, arte, gastronomía,... Esconden un sinfín de espacios y territorios que son algo menos conocidos por el público general, pero que atrapan de forma implacable a todos sus visitantes.

    Sus 3308,45 km² cuentan con dos parques naturales (Delta de l’Ebre y Els Ports de Tortosa-Beseit) y varias zonas que gozan de otros grados de protección, como por ejemplo la sierra de Pàndols i Cavalls o la reserva de Sebes en Flix. Prueba de todo ello es que el 28 de mayo de 2013 la mayor parte de su territorio fue declarado Reserva de la biosfera por la Unesco, gracias a la riqueza de sus ecosistemas y de su particular modelo de conservación de la biodiversidad. Desde 2016, la prestigiosa Green Destinations reconoció este territorio único del sur de Cataluña como uno de los 100 mejores destinos turísticos sostenibles de todo el mundo.

    Pero a este preciado potencial natural, que atrae a amantes de la naturaleza y de los deportes relajados y extremos, se le suma su monumental legado cultural e histórico-artístico. Les Terres de l’Ebre han sido testigos de episodios clave de nuestra historia, como los espacios de la batalla de l’Ebre o las pinturas rupestres de Ulldecona, además de ser el lugar donde se inspiraron pintores de talla internacional, que demuestran el poderío de este especial rincón del globo.

    Un lugar de contrastes sorprendentes que está a nuestras manos de descubrir...

    Corbera d’Ebre, el pueblo fantasma por la Guerra Civil

    Declarado Lloc Històric protegit por la Generalitat de Catalunya en 1992, Corbera d’Ebre es considerado como ‘el pueblo silencioso’, el que muestra las consecuencias terribles que comporta una guerra. Historia palpable en cada uno de sus rincones y en las paredes que se mantienen de pie, su cerro simboliza el dolor vivido en la batalla de l’Ebre. Todavía pueden verse el fortín del siglo XIX o la cueva de Belén, lugar de refugio de los lugareños, así como algunos vestigios de construcciones de la Edad Media.

    Existen otros espacios en la zona que muestran las ruinas de la guerra, pero este pueblo, con su sepulcral silencio, que abruma los oídos, y los pequeños restos que muestran una población que salió corriendo, muestra la dureza más cruel de la batalla, uno de los mayores símbolos de la Guerra Civil española.

    Imposible separar este territorio de nuestra historia reciente y es que en la sierra de Pàndols i de Cavalls, de importante interés paisajístico, también se vivieron algunos de los más cruentos episodios de la sangrienta batalla de l’Ebre de la Guerra Civil española. Aún a día de hoy todavía se pueden encontrar restos de trincheras y otros materiales.

    Existe una ruta guiada por el Pueblo Viejo de Corbera d’Ebre, el Memorial de las Camposines y las trincheras de las Devees. Además, el espacio de la Batalla de l’Ebre muestra los 115 días de muerte y destrucción que sufrió la zona en las últimos momentos de la Guerra Civil. Cuenta con los espacios de interpretación, memoriales, espacios históricos, recursos pedagógicos...

    $!Poble Vell de Corbera d’Ebre, el pueblo silencioso. Foto: Cedida

    Castell de Miravet, la estela de los Templarios

    La imagen de postal que protagoniza este gran recinto amurallado del siglo IX, a los pies del río Ebre, coronando los 25 metros de la abrupta orografía de la roca que lo preside, resulta irresistible para todos los que lo visitan.

    Construido por los musulmanes, es uno de los últimos reductos islámicos de toda Catalunya. En el año 1153 fue ocupado por Ramon Berenguer IV que lo cedió a los Templarios, lo que le confiere una estela de misterio, como todo lo que rodea a la Orden religiosa. Convirtiéndose en uno de los centros de poder cristiano en la Península, su importante valor lo componen tanto su legado histórico como su arquitectura única. Pasó a manos de la Orden de los Hospitalarios en el siglo XIV hasta que finalmente pasó a ser de propiedad privada en el siglo XIX. Declarado Bien Cultural de Interés Nacional en 1988, el patio de armas o su capilla románica espacios ineludibles en su visita, que sorprende a propios y foráneos.

    $!La reconocible silueta de Miravet. Foto: Cedida

    Ribera d’Ebre, tradición viva

    Miravet es el último de los pueblos que conforman la rica comarca de la Ribera d’Ebre, cuya idiosincrasia está fuertemente ligada al río Ebre y a las reminiscencias de la Edad Media, cuando la comarca vivió su época de esplendor. Muchos de sus edificios, construcciones y vestigios arquitectónicos todavía conservan reminiscencias de esa etapa.

    Tivissa es la población de visita obligatoria. Considerado como uno de los pueblos más bonitos de Cataluña. Perderse por las atractivas callejuelas de su centro histórico y visitar el Castellet de Banyoles, uno de los yacimientos ibéricos más importantes del país son dos de las actividades imprescindibles. Sin olvidar la plaza del Mercado, donde en la Edad Medieval se llevaban a cabo los juicios.

    Los amantes de la naturaleza tienen una zona rica a nivel de fauna y de vegetación con una amplia zona de rutas: la Reserva Natural de Sebes y el Meandro de Flix. Su superficie de más de 250 hectáreas está conformada por zonas humedales, bosques de ribera, zonas de aguas libres, islas fluviales y o brazos de río. Rodeado de álamos y encinas, donde las cigüeñas encuentran un ecosistema ideal para pasar largas temporadas, lo conforman como un puntal natural por la gran diversidad de hábitats que acoge.

    Comarca con las costumbres vivas, aún mantienen el denominado ‘pas de barca’, una embarcación formada por dos laudes con una plataforma estable central que conformaban la forma más tradicional de cruzar el río Ebre, ideados cuando no había puentes para cruzarlo. En Miravet todavía cuentan con uno que funciona actualmente como transbordador. En poblaciones de la comarca, como Ascó, todavía se puede subir en una réplica de laúd de época, el Llaüt lo Roget, que además atraviesa uno de los parajes naturales más espectaculares de la comarca, entre el Pas de l’Ase y el Embarcador de Vinebre. Enmarcada por unas vistas inigualables, el sonido del Ebre, el tranquilo paseo del Llaüt lo Roget y el canto de los pájaros, con la dulce luz que mece la zona, hacen de este paseo una auténtica delicia.

    Para reponer fuerzas de una visita tan completa, nada mejor que probar sus emblemáticas ‘clotxes’, consiste en un pan vaciado de la miga, que se rellena con arenques, cebollas y tomates y ajos escalivados. Con origen en el estilo de vida rural de la zona, que aprovechaba lo disponible para convertirlo en una comida nutritiva y sustanciosa, otorgaba toda la fuerza tras el desgaste de las largas jornadas en el campo.

    $!Cerezos en flor en la Ribera d’Ebre. Foto: Cedida

    Tortosa, el lugar que conecta todo

    Tortosa es, a todas luces, una de las grandes esencias de las Terres de l’Ebre. Para visitarla en familia, con amigos o en pareja, esta ciudad del Renacimiento resulta imprescindible si se quiere pasar unos completos días en el Ebre.

    En Tortosa lo puedes tener absolutamente todo. Decidir entre playa y montaña el mismo día. Intentar conocer un poco más la historia de nuestros antepasados pensando en qué deporte de aventura queremos practicar luego. Un compendio de actividades que convierten en la capital del Baix Ebre en una propuesta de parada obligada.

    Tortosa siempre ha sido conocida por su relación con el río Ebro, pero también, como ya adelantábamos, por su estilo renacentista. Tortosa lo vivió en su máximo esplendor gracias a Cristòfor Despuig y a los Reales Colegios. Monumentos del siglo XVI impulsaron a poner en marcha la Fiesta del Renacimiento, una celebración de recreación histórica y que, incluso, ha sido declarada Fiesta de Interés Turístico Nacional. Cuatro días de fiesta durante el tercer fin de semana de julio en los cuales la ciudad se viste de largo.

    Una de las actividades más interesantes resulta la visita a la renovada fachada fluvial en el entorno de la Catedral de Santa María, considerada como uno de los 7 tesoros del Patrimonio Cultural de Tortosa. Además de su belleza arquitectónica, en su interior reúne el arte de nueve siglos de la sede religiosa en una exposición permanente.

    De impecable estilo gótico, debajo la plaza que la acoge se encuentra el Espacio Cota 0, un conjunto patrimonial de alto valor, en el que durante siglos fue el centro de la vida de la localidad. Esta nueva propuesta cultural, muestra los restos arqueológicos localizados en las excavaciones hechas ante la catedral, que datan del siglo I hasta el siglo XVI; desde la época romana hasta el Renacimiento, pasando por las etapas andalusí y visigótica. Se trata de un espacio impoluto que aúna arte, historia, arquitectura y una increíble plaza-mirador único en Europa.

    Como novedad, cabe destacar que también se proyecta un videomapping en la fachada de la catedral con toda la información histórica para entender mejor el emplazamiento. En verano se realiza de forma gratuita todos los jueves, viernes y sábados a las 20.30h.

    $!La ciudad Renacentista, Tortosa. Foto: Cedida

    Catedrales del vino, ver y beber del modernismo

    El vino ha recuperado una posición de honor en la restauración. El placer por catar nuevos caldos ha puesto en la picota a muchas bodegas que gozosamente abren sus puertas a los amantes del buen vino con completas visitas, cautivadoras actividades, interesantes ofertas e incluso experiencias apasionantes. La Denominación de Origen (DO) de la demarcación es la DO Terra Alta, cuya uva estrella es la garnacha blanca, que se cultiva siguiendo la tradición y con un gran respeto con el medio ambiente, que provoca en su vino una identidad propia y un carácter especial.

    Las bodegas que conforman la DO Terra Alta ofrecen excelentes experiencias enoturísticas, donde vivir en primera persona las actividades que se llevan a cabo en ellas. Visitar los viñedos, catar vinos, ligarlos con la historia, pasear entre cepas, combinarlo con actividades como ebike, kayak o un paseo a caballo, son algunos de los ejemplos que se pueden realizar.

    Las visitas a las catedrales del vino son otro buen ejemplo de estas actividades enoturísticas. En ellas, consiguen que los asistentes caten buenos vinos mientras se sumergen en las historias de vida de generaciones y generaciones de personas que han cuidado con cariño y estima la tierra y que ayudaron a configurar este paisaje, además de disfrutar de la belleza arquitectónica de estos templos del vino.

    Referentes del modernismo como Cèsar Martinell (Valls, 1888- Barcelona 1973), discípulo de Gaudí y gran conocedor del mundo del vino fue el responsable de la construcción de la bodega cooperativa de Pinell de Brai, una auténtica joya, hecha desde los sueños y deseos de un pequeño pueblo. Declarado Bien Cultural de Interés Nacional por la Generalitat de Catalunya, además de su espectacular arquitectura, destaca el friso de cerámica de la fachada, que narra momentos de la viticultura.

    La Terra Alta ofrece otra maravilla de Martinell: el Celler Cooperativo de Gandesa, reconocido en 2007 como una de las siete maravillas de Cataluña.

    $!Las catedrales del vino, un espectáculo de la arquitectura modernista. Foto: Cedida

    Olivos milenarios y pinturas rupestres, la silueta de la Ulldecona histórica

    Otra experiencia gastronómica, muy original, está relacionada con el oleoturismo. Como estrella, brilla la Ruta Olivares Milenarios. Convirtiendo el mismo paisaje en un templo para el gusto y la vista, Ulldecona muta en un museo al aire libre y muestra varias áreas de olivos milenarios. Se puede visitar gracias a una ruta debidamente señalizada en tres idiomas con caminos que se pueden recorrer en bicicleta o a pie.

    Cerca del barrio de la Miliana, en el del Arión, existe una de las mayores concentraciones de estos olivos: en 1,3 hectáreas se cuentan un total de 35 olivos milenarios que reflejan el paso de la historia. Sin ir más lejos, allí descansa la Farga del Arión, un olivo del año 314 dC, con 1.708 años de vida, un verdadero espectáculo de la naturaleza que es necesario preservar.

    Se realizan visitas guiadas de forma habitual en las que se podrá degustar el manjar de este oro líquido procedente de los olivos milenarios.

    Al hilo de la historia, Ulldecona aguarda también las pinturas rupestres de la sierra de Godall. Descubiertas en 1975, tras un laborioso proceso arqueológico vieron la luz los casi 500 metros que ocupa el conjunto en el que se pueden ver hasta 386 figuras. Declaradas Patrimonio Mundial por la UNESCO en 1998, configuran el conjunto de arte levantino más importante de toda Cataluña, ya que algunas de estas pinturas de época pospaleolítica tienen más de 8.000 años.

    $!Los olivos milenarios son historia viva natural. Foto: Cedida

    La Vía Verde, conexión natural

    Este espectacular camino que une la Puebla de Híjar con la desembocadura del Ebro, se ha convertido en uno de los emblemas de las Terres de l’Ebre. Sus 180km de trazado, de los cuales más de 100 totalmente segregados del tráfico de vehículos, transcurre por la antigua vía férrea del Valle de Zafán, que unía Aragón con el mar mediterráneo y que estuvo en funcionamiento durante 31 años antes que un derrumbe en uno de los túneles provocase su cierre permanente el 17 de septiembre de 1973.

    Se puede realizar a pie o en bicicleta y se trata de una ruta asequible para todos los públicos, en el que nunca faltan las familias con pequeños, que disfrutan aprendiendo al aire libre. Existen distintas rutas y tramos, según la dificultad o la distancia que se quiera recorrer, pero todas están perfectamente señalizadas y son fáciles y cómodas de seguir.

    $!La Via Verde cuenta con espectaculares parajes. Foto: Cedida

    Para los amantes del ciclismo también son de visita ineludible algunas de las rutas que se ofrecen a lo largo del Ebre interior. Para los más exigentes existe el Grand Tour Terres de l’Ebre, un recorrido de 200 kilómetros de carretera y 4.180 metros de desnivel positivo. Esta ruta finaliza en el Monte Caro, a 1.441m de altura. Se trata de una de las etapas más duras de toda Cataluña, lo que la ha convertido en final de etapa en la vuelta Cataluña y España. Todo un reto para los amantes del cicloturismo de carretera, ya que durante esa imponente subida se toparán con más de 12 subidas técnicas y con pendientes de entre el 10 y el 12% de desnivel.

    También puede disfrutarse de un bello paseo para los sentidos por el Parque Natural del Delta del Ebro, con sus 110 kilómetros.

    El senderismo y el trekking son dos deportes de los que disfrutar en todo su esplendor en el interior de las Terres de l’Ebre. Rutas infinitas en el Parque Natural dels Ports, como Estels del Sud o los árboles monumentales de la Sénia, así como la Sierra del Montsià. También se puede apostar por el GR-99, paralelo al río Ebre, ya que lo recorre desde su nacimiento hasta la desembocadura.

    Esa opción, la navegar por el Ebre, es otra de los planazos que únicamente se pueden vivir en este territorio. Y es que se pueden llegar a recorrer los más de 100 kilómetros de río que hay entre Ascó y la desembocadura. Los deportes preferidos de los visitantes y de los propios habitantes son la piragua o el kayak, que permite deleitarse con las vistas únicas que nos regala las Terres de l’Ebre.

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