Desarrollo personal

Los humanos deberíamos desarrollar nuestro potencial a lo largo de nuestra vida, pero no siempre es así

12 abril 2021 11:17 | Actualizado a 13 abril 2021 07:16
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En teoría, sólo en teoría, los humanos deberíamos desarrollar nuestro potencial a lo largo de nuestra vida. Me temo, sin embargo, que la teoría queda, en este caso, muy lejos de la práctica.

El término «desarrollo personal» es un invento relativamente reciente. Aparece con la eclosión de las ciencias humanas hace bastantes décadas y está asociado a la idea de que los humanos podemos pasar de ser una simple potencialidad a una rotunda realidad. Recordemos la famosa pirámide de Maslow: si tenemos cubiertas nuestras necesidades básicas (cobijo, alimentación, etc.) podemos llegar a la cúspide de la autorrealización, que me temo que ni el bueno de Abraham sabía exactamente en qué consiste.

Pero, observando la gente que me rodea, veo cosas muy distintas, ya en pleno siglo XXI. Trataré de enumerar unas cuantas, advirtiendo ya al lector que el presente artículo no tiene nada de optimista.

Veo personas muy apegadas a lo material. Dinero, bienes de consumo, comida, objetos de uso cotidiano (comprados en Amazon, claro) y un largo etcétera. Como decía el maestro Oriol Pujol Borotau, «llenan el saco por fuera». Y cuando lo han acabado de llenar, el vacío interior es todavía más grande.

Veo también personas incapaces de recibir feedback. Ancladas en sus posicionamientos sobre la vida, no paran de proclamar a los cuatro vientos sus cuatro dogmas sin que nadie ni nada pueda hacerles cambiar de opinión. Son, como decía Marcuse, «personas unidireccionales». No saben dialogar, aprender de los demás ni cambiar.

Veo mucha gente que está permanentemente en estado de confusión mental. Como diría Mafalda, «están en estado normal». Alcohol, drogas, tranquilizantes, series de televisión a porrillo... Da igual, lo importante es olvidarse de uno mismo para echarse en brazos de cualquier estupefaciente, químico o psicológico.

Supongo que la maldita pandemia ha incrementado lo que antes ya era habitual. No nos engañemos: nunca hemos escapado de las garras de la sociedad de consumo. Al contrario, las pezuñas de esa garra se han vuelto más sutiles. 

Como decía el genial sociólogo Jean Baudrillard, hemos sucumbido a una serie de estrategias fatales en las que ya no nos reconocemos como víctimas de la sociedad de consumo porque nos hemos convertido en verdugos silentes.

En fin, siempre queda espacio para la esperanza. Que aprendamos a ‘llenar el saco por dentro’. Con más diálogo, intercambio, espiritualidad, autocrítica y deseo de ser cada día un poco mejores. Algunos lo intentamos, tropezando, equivocándonos, pasando épocas contradictorias y cometiendo errores. Pero al menos no tiramos la toalla.

Franc Ponti es profesor de innovación en EADA Business School

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