La vivienda turística: de París al Delta

El turismo de cercanías es la opción viable para el turista-consumidor

24 mayo 2021 10:47 | Actualizado a 25 mayo 2021 08:35
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La violación a los derechos del consumidor, la transformación de hogares y vecindarios en zonas turísticas de manera permanente, los daños causados por los turistas a la propiedad pública, evasión fiscal y sobreturismo, son algunas de las consecuencias negativas causadas por la actividad comercial de las plataformas digitales de economía colaborativa para alquiler de vivienda turística como Airbnb y VRBO.

En los tiempos pre-COVID-19, el provecho económico que derivaba como efecto colateral de la actividad de estas plataformas se basaba en que 1/6 de ciudadanos europeos habían utilizado sus servicios y a 2020, en España, el impacto económico de la actividad de Airbnb era de 6.000 millones de euros anuales. La UE afrontaba un reto importante respecto de una de sus fuentes de autofinanciación, el turismo, que estaba siendo impulsado por las plataformas, escasamente reguladas y en una contienda poco equilibrada a nivel jurídico con los prestadores tradicionales del servicio, los hoteles.

La COVID-19 vino a cambiar este escenario y desde el año 2020, la desescalada del turismo por las medidas tomadas por la UE y el riesgo de contagio y cuarentena en un país foráneo han ralentizado el turismo de manera astronómica. La plataforma Airbnb, por ejemplo, ha declarado que se encuentra en la peor crisis financiera desde su constitución en 2008, y ha tenido que adaptarse a esta ‘nueva normalidad’ para evitar la quiebra.

En este estado de cosas, ¿Cómo se promociona la vivienda turística si el acceso a las ciudades más turísticas está restringido? ¿Cuántas personas se plantean el reto de viajar por el territorio de la Unión alojándose en diferentes ciudades sin estar inmunizado? La respuesta puede encontrarse en una nueva forma de concebir la vivienda turística, basada en estancias cortas y cercanas al domicilio del huésped, cuyo objetivo sea diversificar las ciudades por visitar y conocer nuevos lugares que tradicionalmente no se promocionan en el top 10 de los lugares a visitar en la UE.

Las plataformas digitales en este ámbito, se han adaptado a esta nueva perspectiva de la vivienda turística y han retirado de sus páginas de inicio a Roma y París, destinos turísticos por excelencia y los han reemplazado por localidades cercanas. Así se evidencia en la plataforma Airbnb.cat, a la que, accediendo desde Tarragona, indica en su página principal destinos turísticos cercanos y el tiempo en que se tarda en llegar en coche, tales como Reus, Barcelona, el Delta de l’Ebre, Salou y Lloret de Mar. También se ofrecen escapadas rurales y experiencias en línea como actividades de cocina y manualidades.

La anterior estrategia comercial concuerda con el objetivo del Comité Europeo de las Regiones en el Dictamen ‘Hacia un turismo más sostenible para las ciudades y regiones de la UE’, de febrero de 2021, en el que subraya la necesidad de promover el turismo en zonas rurales para crear desarrollo económico que contribuya eventualmente a evitar la despoblación.

El Dictamen afirma que el turismo debe ser concebido como parte de la solución y no del problema financiero generado por la COVID-19, siempre que su característica principal sea la sostenibilidad.

El turismo de cercanías es entonces la opción viable para el turista-consumidor de los servicios de las plataformas en estos tiempos, sin embargo, cuando se vuelva a la normalidad, ¿es deseable que los destinos de cercanías sean el producto estrella de las plataformas? ¿el provecho económico es preferible frente las consecuencias negativas del sobreturismo? Sólo el tiempo nos responderá estas preguntas, y por supuesto, el balance económico de las plataformas sobre las ganancias respecto a los anuncios del Delta frente a los de París en tiempos post-COVID-19.

Silvana Canales Gutiérrez es investigadora pre doctoral de la cátedra Unesco de vivienda de la Universitat Rovira i Virgili

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