El aeropuerto de Reus es algo más que una pista de aterrizaje para turistas. Desde hace años, con más discreción que ruido, una serie de empresas vinculadas al sector aeronáutico han crecido en torno al aeropuerto generando riqueza y puestos de trabajo.
El CESDA, la escuela universitaria de pilotos, es uno de los logros más visibles de este crecimiento, pero no es el único. Grupo Airmed, una de las empresas de fotografía aérea de referencia en Europa, tiene la sede y el centro de operaciones de su flota en Reus.
Y hay más: una empresa de mantenimiento aeronáutico, la Mediterranean Flight School, la actividad social y de ocio que impulsa el Aeroclub de Reus y tantas otras iniciativas. Millones de PIB y cientos de puestos de trabajo en un sector en crecimiento y de alto valor añadido.
Desde hace años, las empresas y las instituciones públicas buscan potenciar el sector. Hacer crecer las actividades actuales, facilitar el emprendimiento y atraer nuevas inversiones que permitan desarrollar su base industrial.
Esfuerzos que chocan siempre con la misma limitación, la falta de implicación de AENA y el nulo apoyo del Estado. Los grandes proyectos aeronáuticos tienen a menudo una importante derivada pública y necesitan empuje político y complicidades estatales. Toda la actividad que se da en el aeropuerto debe contar con AENA, que pone dificultades cada vez que toca renovar la cesión de espacios y usos al Aeroclub, donde se concentra la actividad empresarial del sector.
El resultado salta a la vista. El CESDA ha tenido que trasladar una parte importante de sus horas de vuelo al aeropuerto de Lleida y cada vez que se ha planteado una posible gran inversión de la industria aeronáutica en Reus el Estado se ha limitado a silbar.
Cuesta conseguir apuestas y compromisos empresariales en torno al aeropuerto cuando AENA renueva la concesión al Aeroclub por períodos cada vez más cortos, con mayores limitaciones de uso de la pista y con arrendamientos más caros. Cuesta y es injusto, porque fue el Aeroclub quien fundó el aeropuerto y si el Estado se lo acabó quedando fue gracias a la expropiación franquista recién terminada la guerra. Quizá habría que pensar en iniciar la reclamación de este patrimonio expoliado.
AENA es una máquina de Estado al servicio del turismo. Su negocio único y exclusivo es ese y cualquier otra cosa sobra y molesta. La mentalidad industrial de los funcionarios y los fondos de inversión que comparten la propiedad de AENA es nula y la importancia que le dan a un aeropuerto como el de Reus tiende a cero.
Sólo un cambio radical de actitud en AENA fruto de la presión política permitiría que el sector aeronáutico crezca con fuerza en la Catalunya Sud. Sin eso la promoción de un nuevo aeródromo fruto de la colaboración entre la Generalitat y el sector privado será la única esperanza. ¡Y es urgente!
Marc Arza es CEO de Startsud Studio
