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    Estructuras y valores

    Si la comunicación no se estructura, las experiencias, que son las que nos enseñan valores y actitudes, tampoco llegan a todos, con lo cual tenemos empresas bipolares

    29 mayo 2023 11:00 | Actualizado a 29 mayo 2023 11:03
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    Cuando hablamos de familias desestructuradas nos referimos normalmente a las de padres separados que los hijos han sufrido. Hoy me gustaría reflexionar sobre eso y cómo sucede lo mismo en las empresas.

    En primer lugar, creo que cuando hablamos de los problemas de la juventud de hoy, lo primero que se menciona es la falta de valores. A mi me interesaría saber que valores se han perdido y el porqué ya que creo que es una conversación que conllevaría muchas alegrías y tristezas. Me parece que algunas veces no hemos reflexionado suficiente sobre ello. Los valores son intangibles y la razón de perderlos podría ser porque hemos olvidado que se sustentan en estructuras sociales que hemos dejado aparcadas hace mucho tiempo. De ahí el dedicar este artículo a las estructuras más que a los valores.

    El documental ‘Libres’ que les recomiendo vivamente, muestra a monjas y monjes de 12 monasterios que nos cuentan cómo es su vida y cómo ven el mundo. Están en el extremo más apartado de la sociedad consumista y devota del gozo y el disfrute instantáneo en el que vivimos muchos de nosotros. Han decidido formar parte de comunidades que viven en los valores más sublimes y más elevados, olvidándose a ellos mismos para reposar en Dios y el prójimo.

    Lo importante de esas comunidades es que están basadas en una estructura de vida que se rige por unas reglas claras. Todos saben a lo que van y participan de una vida compartida. Aquellos que han tratado de vivir la contemplación sin reglas han terminado, normalmente, mal. Esa estructura que les ordena la vida a toque de campana, les hace interactuar en momentos determinados y participar de actos en común es la base del éxito de los monasterios.

    ¿Qué pasa en los hogares? ¿No será que el gran detonador de la pérdida de valores es la caída de las estructuras o reglas familiares? Si en su casa ya no desayunan, almuerzan y cenan juntos, ¿no será ese el principio de la pérdida de la comunicación? Si cada uno va a su bola en las actividades deportivas o culturales, ¿no será ese el principio de la incapacidad de compartir experiencias valiosas? Yo si lo creo. Hemos sustituido las estructuras que sostenían a la familia unida por una especie de sálvese quien pueda. Cuando yo estoy en la bicicleta, mi hijo está en el gimnasio, mi hija en clase de chino y mi otro hijo con los amigos viendo TikTok.

    La pérdida de las estructuras que hacen que una pequeña empresa sea como una familia, lleva a una pérdida de valores

    Podría afirmarse que eso son formas de vida diversa y que permiten compartir las diferentes experiencias a posteriori, pero ¿cuándo? Si cenamos frente al televisor porque queremos ver un concurso, si no comemos juntos porque estamos desperdigados y el desayuno es un bufet libre, ¿Cuándo nos contamos lo que nos pasa y lo que sentiimos?

    Si aceptamos que la familia debería ser el eje vertebrados de los valores de nuestros hijos, ¿no les parece que hemos destrozado las estructuras que sujetaban la comunicación mutua y la posibilidad de formar a nuestros hijos en valores? Las estructuras, las reglas, los usos y costumbres son los que nos evitarían muchas de las coletillas negativas que usamos para describir a los jóvenes de hoy.

    Les he dicho antes que quería comparar eso con la empresa. Quizás porque ese es uno de mis grandes descubrimientos: repetimos en el trabajo lo que hacemos en casa. Hemos hablado de la comunicación y el compartir experiencias tanto en los monasterios como en los hogares y deberíamos ampliarlo a las empresas porque muchas carecen hoy de estructuras que les permitan conseguirlo.

    Uno de los problemas de las empresas cuando crecen es comunicarse en el interior y hacia el exterior. Cuando la plantilla es muy numerosa, las decisiones tomadas por los directivos no se comparten eficazmente con los colaboradores, lo que provoca su desmoralización y desafección. Si la comunicación no se estructura, las experiencias -que son las que nos enseñan valores y actitudes- tampoco llegan a todos, con lo cual tenemos empresas bipolares en que unos piensan que todo va bien mientras los demás trabajan solo por dinero, eso genera que la bipolaridad cada vez sea mayor porque unos piensan que los colaboradores son unos egoístas que trabajan solo por la paga y no aman su trabajo y estos piensan que los directivos solo trabajan para tener poder y ganar más dinero.

    La solución en las empresas es clara e igual que en los monasterios y las familias, pero es difícil de aplicar. A menudo, quien han causado la pérdida de valores de los colaboradores son los directivos, que se han creído que son los listos y que el acceso a la información debe limitarse. He escuchado a algunos de ellos que, abiertamente han admitido, que lo que les interesa de sus colaboradores es que lo hagan bien y basta. Su vida les interesa o poco o nada. Y si eso es cierto, comprenderán que la pérdida de las estructuras que hacen que una pequeña empresa sea como una familia, lleva a una pérdida de valores a todos los niveles jerárquicos que debería evitarse por todos los medios. Piensen en ello si están en esa situación. Verán que nos es tan difícil de cambiar. Solo hace falta dejar de pensar en si mismos y pensar en los demás, tratándoles como adultos.

    Xavier Oliver es profesor del IESE Business School

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