Lo difícil de dirigir una empresa es saber transitar de pequeña a grande sin que se pierda ese espíritu creado al principio

Creo que la proliferación de contenidos ha modificado nuestras costumbres, pero también está cambiando actitudes profundas

Nos hemos acostumbrado a ver a los demás en niveles por debajo de los que podrían tener: les degradamos para parecer más fuertes nosotros

Querer ser el mejor y sacar las mejores notas lleva a esa competitividad malsana que hace que se mire al ombligo y no a las maravillosas personas que nos rodean

Sorprende contemplar el mundo empresarial y ver que muchas profesiones y sectores mueren poco a poco sin que se den cuenta del desastre que se les avecina

Levantarse por la mañana con ganas de ir a trabajar implica tener una actitud que nace, crece y se reproduce a través del cómo dirigen sus líderes