Las consecuencias del cambio climático son cada día más evidentes y las personas que trabajan la tierra son aquellas que más lo sufren porque de su trabajo depende su estabilidad. El efecto que la sequía ha tenido en muchos cultivos tarraconenses este 2023 ha sido devastador.
En consecuencia, y ante la posibilidad de que estos episodios ocurran de forma recurrente, la tecnología sale al paso para mitigar los efectos, ya sea a través de desalinizadoras, obras para garantizar el riego o descubrimientos científicos.
En esta última línea se mueve Atens, una empresa biotecnológica ubicada en La Riera de Gaià y que trabaja en el desarrollo y la fabricación de microorganismos y tecnología agrícola sostenible. «Hace treinta años, la apuesta era muy vanguardista y con la mirada puesta en el futuro, ya que en el ámbito agrícola aún era algo incipiente», confirma el responsable de comunicación de Atens, Gerard Coca.
Poco a poco, estos proyectos han ido introduciéndose en el mercado y calando más en el sector primario. En palabras del director técnico global de la empresa, Gorka Erice, «la idea es poder llegar a sustituir los productos químicos tradicionales por microorganismos que están en la naturaleza y que se analizan y tratan para que puedan llegar a tener las mismas aplicaciones».
A partir de estas investigaciones que se realizan con los microorganismos, la empresa desarrolla productos que acaban utilizando los agricultores. Trabajan con tres grupos de microorganismos: las bacterias, el hongo Trichoderma, y las micorrizas.
De estas últimas, que es como se llama a la simbiosis entre los hongos y las raíces de las plantas, Atens ha descubierto una nueva cepa –la Micorriza MV1–, la primera que se dedicará exclusivamente a la viña.
«Se han llevado a cabo diferentes pruebas y estudios para analizar esta nueva cepa y se ha demostrado que funciona especialmente bien con los viñedos y retrasa la aparición de los efectos del cambio climático», reconoce Erice, quien aclara que lo que se consigue es que la planta no dependa tanto de los factores ambientales.
Este ámbito de investigación, en el caso de Atens, se fusiona con el comercial: «Nosotros también somos fabricantes y nuestro objetivo es convertir este descubrimiento en un producto que sea fácil de aplicar y que el agricultor pueda introducir en su viña», expone el responsable de comunicación.
A nivel práctico, la empresa ha desarrollado dos tipos de producto con base en esta nueva cepa: Aegis VINE y Asir VINE. El primero es soluble para posibilitar la mezcla con el agua del sistema de riego y que acabe llegando a la planta, mientras que el segundo, en formato pastilla, está pensado para introducirlo en el momento del trasplante, cuando se planta la viña.
Erice destaca que «ya hay agricultores y agricultoras que están aplicando los nuevos productos durante esta campaña, tanto alrededor de Catalunya como en otras zonas de España». Una campaña que se prevé dura si persisten las condiciones climatológicas que azotaron al sector a lo largo del pasado año.
La empresa también insiste en que busca «una solución concreta para el cultivo concreto de las uvas, cuya maduración, así como la acidez del mosto resultante, pierde calidad por culpa del el cambio climático».
El origen del desarrollo de esta nueva solución se encuentra en el proyecto LowpHWine, que se desarrolla en el marco del Programa Estratégico CIEN del Centro para el Desarrollo Tecnológico Industrial (CDTI). LowpHWine es una iniciativa consorciada de desarrollo experimental, en la que participan dieciocho entidades: ocho empresas y diez grupos de investigación