Sanidad traspasa las líneas rojas en la crisis de AstraZeneca

El ministerio de Darias ha roto sus promesas de seguir los criterios de la EMA, de no mezclar vacunas o de no dejar elegir una marca

22 mayo 2021 17:30 | Actualizado a 23 mayo 2021 19:55
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La séptima actualización del Ministerio de Sanidad sobre la Estrategia de Vacunación del pasado 11 de mayo era meridianamente clara: «En un contexto de escasez de recursos sanitarios, la priorización debe establecerse sobre la base de aquellos, debiendo quedar limitada la facultad de elección de los profesionales clínicos y de los ciudadanos. Por tanto, debe recordarse una vez más que la elección de la vacuna o vacunas a aplicar no puede establecerse por elecciones individuales, sino que debe basarse en la eficacia y la indicación de la o las vacunas para los diferentes grupos de población».

Solo ocho días después, el jueves 19 de mayo, Carolina Darias anunciaba que se iba a dejar elegir entre AstraZeneca o Pfizer a los dos millones de trabajadores esenciales afectados por el parón en la inoculación de la fórmula de la Universidad de Oxford. La ministra traspasaba por enésima vez en la conocida ya como ‘crisis de la segunda dosis’ una de las líneas rojas fijadas por su propio departamento.

Y es que la gestión del parón de la inoculación de AstraZeneca a cuenta de los trombos está suponiendo una ruptura constante de promesas y de líneas básicas de Sanidad. Ocurrió también con el cambio radical de opinión sobre el propio cóctel de profilaxis. Desde que la tercera actualización de la Estrategia de Vacunación, hecha el 9 de febrero precisamente por la llegada de los primeros viales de AstraZeneca, Sanidad venía subrayando en un documento tras otro que «la pauta completa de vacunación se realizará con la misma vacuna».

El pasado 11 de mayo, en la última versión de este documento, ya había desaparecido la prohibición taxativa del ‘cóctel de vacunas’ que ahora apoya a sangre y fuego Sanidad.

Esa Estrategia de Vacunación, también desde el inicio, había subrayado hasta el hastío que había que respetar los plazos para la segunda dosis fijados por el laboratorio y que en caso de retraso por «desabastecimiento o similares» el segundo pinchazo se «administrará cuanto antes tras el día recomendado de la segunda dosis». Sin embargo, también esa regla de oro fue violentada por Sanidad a finales de abril cuando amplió el plazo de inoculación de AstraZeneca de 12 a 16 semanas sin ningún estudio previo que avalara la seguridad de esa maniobra.

Tampoco hubo estudios científicos previos cuando el ministerio traspasó otras de sus líneas rojas: la de seguir siempre en el plan vacunal las recomendaciones de la EMA. Sanidad ha hecho caso omiso a las indicaciones del regulador hasta en tres ocasiones.

Los pasados 18 de marzo y 7 de abril, la EMA, a pesar de acabar por reconocer «vínculos» entre las embolias y la administración de la profilaxis de la Universidad de Oxford, instó a los 27 a seguir con las inoculaciones con AstraZeneca para cualquier mayor de 18 años. Sin embargo, España mantuvo la prohibición de inocular la dosis por debajo de los 60. El 23 de abril, la agencia urgió a los países a no sobrepasar las 12 semanas del segundo pinchazo de AstraZeneca pero la respuesta de Sanidad fue anunciar que posponía todo a la espera de las conclusiones de su estudio propio, el ‘Combivacs’, encargado al Instituto Carlos III.

Darias siempre prometió, además de seguir los consejos de la EMA, dejarse guiar por los expertos, pero lo cierto es que las críticas de los técnicos de la Ponencia de Vacunas ante la supuesta falta de rigor de un estudio con poco más de 600 voluntarios -hecho en dos semanas y sin grupos de control- desaparecieron del documento oficial que se remitió a la Comisión de Salud Pública para bendecir el estudio que ha servido a Sanidad para defender el ‘cóctel de vacunas’. Un popurrí de compuestos que hasta 17 sociedades médicas rechazaron en un documento que no fue atendido tampoco por Salud Pública.

Sanidad insistió en fiarlo todo a los resultados de ‘Combivacs’, a pesar de que, también en este estudio, ha incumplido sus promesas. El 19 de abril, el ministerio garantizó que tras la inoculación de la dosis de Pfizer iba a haber «28 días de observación clínica y análisis de anticuerpos a los tres, a los seis y a los doce meses». Al final, esa observación no ha llegado ni a las quince jornadas.

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