Pinturas para un futuro presente

30 octubre 2023 19:10 | Actualizado a 30 octubre 2023 19:16
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El gran propósito de Hilma af Klint fue estudiar el mundo, cartografiar la relación entre lo visible y lo invisible. El universo de elipses, pétalos, ondas, volutas, hendiduras, umbrales, espirales y geometrías fractales en crecimiento exponencial que desveló en series pictóricas como Urchaos (1906) y Las pinturas del templo (1906-1915) no se atiene tan solo a los términos arte o investigación, sino más bien a la centralidad del estudio como categoría heurística, a la auscultación constante de una imaginación biomórfica en la que se resuelve cualquier oposición entre pintura figurativa y pintura abstracta.

Que pintase lienzos abstractos antes que Wassily Kandinsky, Piet Mondrian y Kazimir Malévich es menos importante que su capacidad para invocar una geografía de las formas de percepción visionaria.

Tanto las miniaturas con las que iluminaba sus textos Santa Hildegarda de Bingen como las formas geométricas de las tradicionales Tjuringa de los Aranda australianos o los paisajes de Gloria, la Xvarnah, de la imaginación sufí parecen hilvanarse, sin contradicción, con el legado científico de los cuadernos de Leonardo da Vinci en las más de mil quinientas pinturas y veintiséis mil páginas de libretas dibujadas y escritas legadas por la autora.

Descendiente de una familia de siete generaciones de cartógrafos marinos, Hilma af Klint, además de haber recibido una esmerada educación científica en el palacio barroco de Karlberg, tuvo siempre delante atlas como el Sveriges Sjöatlas de su abuelo Gustaf, que había descrito todos los lagos y fiordos suecos.

Como en esos atlas, medir, calcular y observar se convirtió en la divisa de una búsqueda visual y espiritual en la que tuvo un peso fundamental el cristianismo politeísta de Swedenborg, la mística y el ocultismo de Carl du Prel —fuente de inspiración de la revista internacional El mundo sobrenatural (Die Übersinnliche Welt)— y, sobre todo, la teosofía de Madame Blavatsky y la antroposofía de Rudolf Steiner, cuyo influjo sobre el arte también se explora en este libro extraordinario, Hilma af Klint, visionaria, basado en un seminario sobre la autora celebrado en el Museo Guggenheim de Nueva York en octubre de 2018.

El teórico y comisario Daniel Birnbaum, las historiadoras del arte Julia Voss y Linda Dalrumple Henderson, la conservadora del Guggenheim Tracey Bashkoff, el experto en teosofía Isaac Lubeksky y el profesor de Filosofía Hermética Marco Pasi parecen asimilar la pasión de Hilma af Klint por el estudio para trazar una auténtica carta náutica para surcar la obra de la artista, un cosmos en constante expansión poblado por daimones, vibraciones, chakras, ángeles y espíritus guardianes.

Ajena al mundo de marchantes y coleccionistas, Hilma af Klint creó su obra en soledad, con el apoyo de un estrecho círculo de amigas interesadas por la teosofía y guiada por sus daimones: Georg, Gregor, Ananda y Amaniel, quien le inspiró para realizar las Pinturas del templo y para intentar llevar a cabo su malogrado proyecto de construir un templo, un espacio tridimensional para mostrar sus pinturas.

De igual modo que para William Blake al abordar su obra Jerusalén (1804-1820), el museo era para af Klint un espacio a medio camino entre el formato portátil del libro y un templo en el que la percepción simultánea de las obras modificase la percepción.

También como para William Blake, las imágenes nunca fueron para la artista resultados, sino acontecimientos y espacios fenomenológicos abiertos a la transformación, un auténtico antídoto para nuestro mundo depredador y extractivista.

La idea del diagrama, tan denostada a menudo en el mundo de la gran pintura, y tan presente tanto en las imágenes sagradas como en el universo épico del cómic, comparece en la obra de Klint como la coincidencia de opuestos entre lo abstracto y lo figurativo.

A lo largo de este bellísimo libro editado de manera primorosa por Atalanta, las pinturas de Hilma af Klint aparecen como diagramas de un proceso visionario, con un preciso sistema de signos, espirales logarítmicas, letras y una construcción teórica más cercana a la biología especulativa de Ernst Hackel o a la filosofía del proceso de Alfred North Whitehead que a la búsqueda unívoca de la pureza trascendental en el suprematismo ruso o el neoplasticismo. Hay, en las pinturas de Hilma af Klint, memoria, vida, proceso y, sobre todo, una osada exploración del futuro, de nuestro más vívido presente. Ivan Pintor Iranzo

Hilma af klint, visionaria

Daniel Birnbaum, Julia Voss, Tracey Bashkoff, Isaac Lubelsky, Linda Dalrymple Henderson y Marco Pasi.

Atalanta Ediciones, 20.8 x 27 cm.,

160 páginas, 46€.

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