«Si los adversarios te elogian, quizá es que te estás equivocando», le advirtió Iglesias a Errejón que era su secretario general. Cuando Felipe dijo a Fraga «a usted le cabe el Estado en la cabeza», hubo desconcierto: ¿le rendía homenaje o le llamaba cabezota?
Felipe reconocía que Fraga, con sus defectos, era una biblioteca y un huracán. Sabía de todo y en su frenesí de campañas iba tan rápido que una vez saludó a un maniquí de un centro comercial.
Viene esto a propósito de que el ministro Illa ha elogiado uno por uno a sus adversarios en la comisión de Sanidad, buscando adjetivos para no dejar a ninguno fuera de su elegante reconocimiento. A falta de otra cosa, de uno destacó su vehemencia. El elogio al adversario prestigia a quien lo pronuncia.