La canción del verano

El aumento de usuarios tensiona aún más la red ferroviaria.

17 abril 2024 20:01 | Actualizado a 18 abril 2024 07:00
Jaume Aparicio
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Como usuario habitual de Rodalies de Catalunya, admito que me da pánico el verano. Siento vértigo solo de pensar que se acerca esa época en la que decenas de jóvenes, disfrutando de sus largas vacaciones, y centenares de turistas, acuden en masa a Port Aventura.

Me alegro de que al parque temático le vaya bien, ojo. Es un motor económico importante del territorio, pero a día de hoy, no marida con los trenes.

Los convoyes son cortos. De tres vagones. Insuficiente para cubrir el crecimiento de la demanda en temporada alta. Solo salir ya van llenos. Antiguos. Con ese tintineo de las luces que te hace esperar el susto típico que acompaña en las películas de terror.

Pero el miedo no es la aparición de un fantasma. Sino que el aire acondicionado no funcione. El mejunje de sudor, apelotonamiento y calor es tan saludable como un dolor de muelas.

A ello, se le añade la incertidumbre sobre la interrupción prevista por las obras del Corredor del Mediterráneo. Un quebradero de cabeza que ni siquiera está claro cuándo y cómo se va a solucionar. Sea cual sea, ya les anticipo que será un desastre.

El retraso en la inversión que acumula la red ferroviaria hace que sea materialmente imposible encajar todas las piezas, cuando el puzzle lleva años roto. Un déficit ferroviario que arrastra el error histórico de la estación del Camp. Una chapuza que no tiene arreglo.

Ha habido cierta sumisión desde esta parte del país. Resignación a la espera de una mejora prometida que nunca llega. La plataforma Dignitat a las vias puede cumplir ese papel de protesta organizada. Que Tarragona sea escuchada, de una vez por todas.

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